sábado, octubre 27, 2007

LA REPUBLICA EN PELIGRO

Nota de Alberto Luzárraga tomada de http://www.futurodecuba.org

El autor nos llama la atención sobre el sistema de desinformación sistemática que sufrimos a diario por el socialismo blando (hasta que se torne duro) de buena parte de la prensa. Es notable ver como los tontos e ignorantes se mezclan con los malintencionados en un brebaje tóxico. Los cubanos exiliados que conocemos a fondo el caso cubano lo notamos de inmediato cuando se escribe sobre nuestra patria. Pero si esto es así respecto a nosotros preciso es enfocarnos en el hecho de que es general, corrosivo y continuado sobre cualquier tema que convenga a su agenda. Es por eso que confiar el futuro de Cuba a lo que haga cualquier congreso o administración es muy peligroso. Los que saben de que se trata son muy pocos y los que les importa aún menos. La mayoría vive sumida en sus consideraciones políticas locales y carece de la mas elemental visión estratégica. Lo vemos a diario en la forma que responden las crisis que enfrentan los Estados Unidos. Algunas reacciones son infantiles, otras estúpidas y algunas simplemente traicioneras.
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LA REPUBLICA EN PELIGRO

Por Hugo J. Byrne


“El odio del hombre hacia el privilegio crece en la misma proporción en que ese privelegio se manifiesta más débil y menos considerable, de tal manera que la llama de las pasiones democráticas parecen abrasar con más fiereza, precisamente cuando dispone de menos combustible”

Alexis de Tocqueville (“Democracy in America”)

Los dos genios entre el puñado de talentosos próceres que forjaran los Estados Unidos, Franklin y Jefferson, enunciaron certeramente los peligros futuros amenazando la existencia de esta nación. Coincidieron tanto en la futura invenciblidad norteamericana ante la amenaza extranjera como en su intrínseca debilidad encarando la eventual subversión interna: “Hemos creado una República…”, dijo Franklin, “…si podemos conservarla”.

No existe libertad ilimitada en la sociedad humana. La libertad sin orden es una visión carente de uso práctico. Su utópico establecimiento conduce inexorablemente a la anarquía. El caos consiguiente haría imposible la convivencia social. Por eso la libertad absoluta no existe en parte alguna.

No obstante, a contrapelo de lo que pregone cualquier seudofilosofía (como la de Sartre y Marcuse), vivimos en el espacio social en que la libertad tiene menos límites. Es por eso que Estados Unidos ha sido por más de un siglo la nación más favorecida por la emigración del resto del mundo. El hombre emigra sólo a lugares donde pueda mejorar su vida. Esta “Meca” universal de trabajo y felicidad se debe a una profunda conección natural entre sus instituciones liberales y la prosperidad que disfruta. Quienes no entiendan que en el estruendoso colapso de los discípulos de Marx se demuestra el abrumador éxito final de Adam Smith, tienen aún muchísimo que aprender.

Sin embargo, ¿se esconden entre esas sacrosantas y anheladas libertades sociales las semillas malignas de la destrucción? ¡Qué gran ironía histórica fuera que precisamente ese “sueño americano”, buscado por tantas y tan diferenciadas gentes, causara el derrumbe final de esta república!

Traigo a la consideración de los lectores dos claros ejemplos. Uno indicando la invencibilidad norteamericana ante los peligros exteriores y otro señalando las fuerzas domésticas que laboran con diligencia y éxito notable para contrarrestar esa invencibilidad. La primera noticia es reconfortante y tranquilizadora, pero la segunda evoca el peligro inminente de esa “descomposición interna” a que tan elocuentemente refiriera Benjamin Franklin, el insigne científico, diplomático y estadista norteamericano.

El día 6 del pasado septiembre caza-bombarderos F-15 y F-16 israelitas atacaron un nuevo y “secreto” complejo sirio cercano a la ciudad de Dayr az-Zawar, en el otro extremo geográfico de la frontera siria con Israel. El ataque, confirmado por todas las fuentes de inteligencia internacionales como preciso y devastador, curiosamente no ha provocado la denuncia del régimen sirio. También los israelitas mantienen hermético silencio, aplicando sus mecanismos de censura. La ofensiva israelí ha desatado sin embargo, una nueva catarata de acusaciones de Teherán a Israel y Estados Unidos, denunciando “la perfidia norteamericana” y su tenebroso proyecto de invasión a Irán. Muchos relacionan (correctamente) la reciente visita de Putín a Teherán a los “aftershocks” de ese ataque israelita en Siria. Sin embargo, ¿qué puede implicar el misterioso silencio de Damasco?

El Dr. Jack Wheeler, analista estratégico, nos da una respuesta plausible en un artículo publicado en septiembre. Sabemos por Wheeler que la prensa israelita, utilizando información desclasificada por Tel Aviv, informó el pasado 13 de agosto que Siria estaba recibiendo de sus promotores rusos “el sistema antiaéreo más avanzado del mundo”. Wheeler copia párrafos enteros de esa información indicando que la excelencia técnica de los sistemas defensivos era demostrada por el hecho de que los mismos estaban siendo usados en Siria antes de ser operacionales en Rusia. No se trataba sólo de calidad, sino densidad. Más de doscientos emplazamientos de misilies antiaéreos fueron agregados a los existentes.

Afirma Wheeler que los israelitas emplearon en esa acción nuevos métodos electrónicos de penetración aérea suministrados por Washington, burlando completamente la protección siria. Nada fue detectado. Esta ventaja estratégica abrumadora explica el silencio del desmoralizado Régimen sirio. Como en el caso de la salud de Fifo en Cuba, una noticia tan desalentadora para el futuro de un régimen totalitario tiene que ser mantenida como “secreto de estado”.

El incidente también explica la ansiedad de Teherán, detectada no sólo por medios de inteligencia, sino notable y abiertamente en sus propios anuncios bélicos. También por los más enterados círculos diplomáticos. Si la tecnología electrónica norteamericana es capaz de penetrar por el aire las más sofisticadas defensas que produce Rusia y hacerlo impunemente, ¿cómo podría defenderse Irán contra un ataque masivo en sus instalaciones nucleares y contra su única refinería?

A pesar de las muy publicitadas limitaciones estratégicas de Estados Unidos por la “sobre extensión de fuerzas disponibles que causan los conflictos en Irak y Afganistán”, Norteamérica permanece hoy como la única potencia militar en el mundo capaz de proyectar una fuerza abrumadora en cualquier confín terrestre. Esa capacidad no parece estar declinando, sino todo lo contrario.

Ahora visitemos el otro lado de la ecuación, observando el interés que por la seguridad nacional encuentra el público en base a la cooperación informativa que puede esperar de los organismos de comunicación más básicos en cualquier sociedad, como la prensa. Usar fuerza requiere más que determinación y voluntad, aún en los casos en que esté en juego la supervivencia. También es imprescindible una información honesta y fidedigna con la que pueda evaluarse tal necesidad.

Amigo lector, desdichadamente Estados Unidos carece en estos tiempos de una prensa capaz o tan siquiera deseosa de proveer información fidedigna. Ya no se trata sólo de editorializar o tergiversar noticias importantes. Afirmaba en un trabajo anterior que la más fácil y efectiva manera de mentir es callar la verdad. Hemos llegado finalmente a esa desdichada y bochornosa hora de ocultamiento y supresión informativa.

El Teniente General (retirado) Ricardo S. Sánchez, antiguo líder de las fuerzas de la Coalición en Irak entre marzo del 2003 hasta el mismo mes del año siguiente, habló en un almuerzo auspiciado por los reporteros y editores militares en Washington DC, el 12 de octubre de este año. Aunque sus declaraciones completas no las había visto impresas en ninguna parte, el amable lector puede adquirirlas “online”, navegando a

http//www.militaryreporters.org/sanchez_101207.html


y tuve la gran suerte que mi amigo, vecino y valioso compatriota, Ulises Larramendi, las copiara y me las facilitara.

Una parte en la exposición del General Sánchez fue dedicada a criticar con dureza lo que este viejo soldado considera errores estratégicos y tácticos de las fuerzas de la Coalición y del gobierno de Washington, durante todas las fases de la operación. Soslayando las consideraciones éticas sobre criticar públicamente la conducción de la guerra por parte de un reciente protagonista de esa acción, no hay dudas de que Sánchez, como ciudadano privado, tiene para hacerlo todo el derecho de mundo.

El resto de su alocución, más de dos terceras partes del mismo, fue dedicado a otros dos temas tan o más importantes para la información adecuada del lector. En su introducción, toda vez que hablaba ante periodistas, se refirió con acritud a la deshonestidad de la prensa norteamericana llamada eufemísticamente de “main stream”, al cubrir los eventos de la guerra. Sánchez también afirmó con razones que no dejaban lugar a malos entendidos, que cuando se tiene en cuenta la seguridad norteamericana no puede existir una estrategia de salida en Irak sin obtener victoria.

Voy a repetir aquí, verbigracia, el segundo párrafo del discurso de Sánchez: “Mi apreciación es que vuestra profesión, hasta cierto punto, se ha desviado de los procedimientos éticos, permitiendo que agendas exteriores a la profesión manipulen lo que el público norteamericano vea en la televisión, lea en los periódicos y vea en la Red. Para algunos de ustedes la verdad tiene poco o ningún valor, a menos que se identifique con vuestras preconcebidas nociones, agendas y preferencias”.

El mismo día 12 de octubre, el Yahoo News de la Red, El New York Times y Los Angeles Times, entre otros muchos, publicaron la noticia del discurso de Sánchez. Los lectores ya imaginan lo que estos adalides de la desinformación publicaron y lo que omitieron. La técnica desinformativa en sus crónicas, avanza la mejor tradición de Joseph Goebles o del Ministro castrista de “Informática”, el dinosauro Ramirito Valdés. En un mundo ideal el uso de la fuerza sería reino exclusivo de responsabilidad y buen juicio. También sabemos que el ideal eternamente se busca, pero nunca se alcanza.

Estados Unidos posee poderes económicos y bélicos nunca alcanzados por nación alguna en la historia, ambos producto de trabajo diligente en una sociedad hasta hoy relativamente justa. De saber cómo y cuándo usarlo dependerá nuestra supervivencia.