PERMISO PARA VER EL CAMBIO
PERMISO PARA VER EL CAMBIO
Por Jorge Olivera Castillo – Sindical Press
La Habana – www.PayoLibre.com – Quisiera ocupar el lugar desde donde se observan los desplazamientos, dicen que tímidos y arrítmicos, de la dictadura cubana. Insisten los testigos que los pasos son hacia delante, en la dirección correcta.
Son los primeros indicios del deshielo. Las señales de una nueva historia sin la marca del centralismo a ultranza, las prohibiciones por doquier, la chivatería (delación) como excelsa categoría social, el juicio sumario y la cárcel para domesticar los criterios ajenos al código oficial. Esa es la geografía que se ve. Un paisaje que elevado sobre mi optimismo no alcanzo a divisar. Sin embargo no son pocos los que describen esos mundos de esperanza y circunscritos al reino de la razón.
No es que piense mal de quienes tienen acceso a esas latitudes donde el totalitarismo ensaya una suerte de metamorfosis. El alcance de mis prismáticos no excede la distancia en que languidecen cientos de prisioneros políticos, de las calles con sus sugerentes depósitos de baches y porquerías, del racionamiento encabezando las tribulaciones, de los basurales en función ornamental, el transporte público que no sale de su agonía, el apartheid turístico, la humillación de la tarjeta blanca (permiso de salida), los salarios convertidos en una estafa de carácter legal.
Ésta es la descripción de las imágenes que repaso cada día. El drama diario que va más allá de todas las atenciones posibles. Para el cubano medio tal ambiente resulta familiar. No llega a asimilarlo, pero debe adaptarse, sufrirlo, moldearlo a su manera. Así es la vida, según los dictados de un socialismo que quiso sustituir las ilusiones por la realidad, la mitología por la política, además fundió la patria con un partido, la familia con el colectivismo amorfo de las multitudes, el capricho personal con la carta magna.
Son millones los cubanos que tienen guardados en su hardware (disco duro), un filme de horror y misterio. Eso es lo que observan apenas se desperezan y sienten el aprisionamiento de las adversidades.
A las secuencias fílmicas se suman nuevas escenas, nuevas sorpresas con similar textura y contenido. No hay oportunidades para cambiar la cartelera. El sobresalto, la angustia, la desesperanza, el miedo, tienen asegurada su existencia.
Ahora, después de casi medio siglo de congelamiento se arriman unas candelillas al hielo. Se introducen algunas ideas, desde el poder absoluto, con ánimos de modificar o reestructurar el modelo de gobierno que ha retrotraído al país a niveles impensables de subdesarrollo que no se corresponden con las multimillonarias asistencias recibidas por diversas entidades y países, fundamentalmente de la ex Unión Soviética.
Ante los indicios de probables enmiendas al sistema me asaltan dos interrogantes: ¿Serán fuegos de artificio?, ¿simples acondicionamientos de la fachada?
Creo que para derretir el iceberg criollo se necesitan más que esfuerzos titánicos, voluntad y real disposición de los gobernantes a recabar adherentes sin que intervengan paranoias ideológicas.
Las temperaturas gélidas que despiden el estancamiento, la burocracia, la generalizada corrupción, todavía son notables. La peor noticia es que el hielo tiende a quebrarse de súbito. Es preferible llevar a cabo la descongelación con mayor tenacidad y fuego en el espíritu de apertura y estructuración de un estado de derecho.
Repito que desde mi ángulo no atino a detallar otros paisajes que pongan acento a la diversidad. Se impone la monotonía, la retórica diversionista, la frialdad que suelen traer la publicidad utilitaria y las promesas sin resultados tangibles.
Pero no voy a amilanarme. Insistiré por un espacio para ver los rudimentos de un cambio de mentalidad, los esbozos de una Cuba a salvo de otros dueños implacables.
Quizás es sólo problemas de posicionamientos, no de prismáticos defectuosos. Entonces, permiso para ver si es verdad que Cuba va hacia el pluralismo y la tolerancia.
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