miércoles, noviembre 14, 2007

REBELIÓN EN SANTIAGO DE CUBA

Rebelión en Santiago


Por IVETTE LEYVA MARTINEZ

La noticia, entrecortada e imprecisa, llegó por la prensa independiente y se desparramó por internet. A mediados de septiembre, la violación de una joven en los dormitorios de la Universidad de Oriente (UO) de Santiago de Cuba detonó una protesta estudiantil sin precedentes en esa ciudad.

El acto de rebeldía fue aplacado con reuniones de urgencia y agentes de la seguridad del estado en los centros universitarios, pero los testimonios que recibo desde Santiago indican que los ánimos siguen caldeados y que está en marcha un proceso de expulsiones contra algunos estudiantes protagonistas de la revuelta.

Todo comenzó cuando un grupo pidió una reunión con la rectora a raíz de la violación. Los muchachos se quejaron de sus paupérrimas condiciones de vida: los dormitorios son inseguros, la comida hervida e insípida, la escasa iluminación los obliga a estudiar con el reflejo de la pantalla de los televisores y el agua que desborda los ríos no llega a las tuberías.

La reacción indiferente de la rectora provocó una catarsis de indignación en los estudiantes, quienes le impidieron abandonar la Universidad. La mujer tuvo que dormir esa noche en la oficina donde se encontraba. Días después, una inusual manifestación solidaria estalló en el cercano Instituto Superior Politécnico Julio Antonio Mella (ISPJAM).

La historia me trajo ecos de mi paso por la Universidad de Oriente, donde comencé a estudiar Periodismo en 1990, en los albores del ''período especial''. Entonces, como ahora, la alimentación era pésima; entonces, como ahora, los estudiantes extranjeros vivían separados de los cubanos, en condiciones privilegiadas; y la historia de una joven salvajemente violada cuando se dirigía a los dormitorios de la Loma de Quintero espoleaba el ascenso de los cien escalones débilmente iluminados.

Pero si la situación resulta tan similar entonces y ahora, ¿qué pudo haber detonado esa protesta masiva? ¿Es una coincidencia que poco después un grupo de jóvenes exhibiera manillas con la palabra ''cambio'' por las calles de Centro Habana?

Los jóvenes que estudian en las aulas universitarias cubanas son los hijos del ''período especial''. Nacieron a fines de los 80 y no fueron educados, como generaciones precedentes, en la utopía de una sociedad igualitaria y en la necesidad del sacrificio como vía hacia la consagración comunista; se empinaron en medio del desasosiego diario de sus padres por conseguir comida y dólares; entre familiares idos y jineteras benefactoras. Aprendieron que las relaciones en Cuba son duraderas mientras no se interponga el bombo, la balsa o el viaje académico y que el éxito tiene la forma de un boleto al extranjero.

Los rebeldes de las manillas y los universitarios de Santiago integran, por fin, la primera generación cubana en 50 años que crece menos presa de los dogmas, gracias a la desintegración ideológica del régimen. Es una generación saturada de la retórica oficial y su brutal incongruencia con la realidad; su signo distintivo es el escepticismo ante la política. Estos jóvenes expresan su frustración espontáneamente: algunos la emprenden contra los ómnibus chinos; otros la musicalizan a ritmo de rap o hip-hop o esgrimen una cámara para desenmascarar la Cuba que presenta la propaganda oficial.

Es una generación ansiosa de la modernidad que atisban en los turistas, en los familiares dispersos por todo el mundo, en las películas extranjeras y en todo lo que les niega un régimen anclado en el pasado. Sus aspiraciones desafían la hipócrita austeridad que aún predican los portavoces del oficialismo: ellos quieren vestir y comer mejor, navegar por internet sin limitaciones, tener un iPod, ver el mundo. Ser, por fin, jóvenes comunes y corrientes.

Esta es la generación más libre, la que menos teme y la que más tiene que ganar.

Editora de Yahoo! Inc.