BARACUTEY CUBANO

Por Gradelio Pérez Romero (Usuario no autenticado), viernes 29 de febrero de 2008 13:40:10

A la iglesia católica no le importan los católicos, sino la iglesia católica. Mantener su status privilegiado conservando sus intereses. Esto, que es una perogrullada, los ha llevado sin embargo a cometer un lamentable error histórico en la actual coyuntura cubana. Tradicionalmente tan atinados cuando se trata de sacar partido a las circunstancias políticas, la visita del señor Baltrone significó la última oportunidad para la iglesia de ponerse al frente de unas reivindicaciones que cuentan hoy sin dudas con el consenso de la inmensa mayoría de los cubanos. Contrariamente a lo que piensan muchos, llevados por la aureola de hombre santo que indudablemente lo fue, la visita del papa fue una victoria de Fidel Castro. Si no, que lo digan los hechos: diez años después, uno de sus cardenales viene a bendecir a su hermanito en la sucesión, legitimando el pucherazo y haciendo lo que más les gusta a los zátrapas, culpar al ogro Yanqui.
No es eso lo que tiene que hacer la iglesia en este momento. La única alternativa honrosa que le quedaba al señor Baltrone es haber ofrecido a la iglesia como mediadora en una gran mesa de diálogo con todos los elementos involucrados en el panorama político cubano, incluyendo naturalmente la oposición de adentro y de afuera. Y no, como pretende hacer, como mediadora en el conflicto con USA, porque eso sozlaya la responsabilidad exclusiva del régimen de resolver en primer término el verdadero conflicto, que es con su propio pueblo.
Era y es un imperativo moral impostergable para la iglesia asumir un claro compromiso, de una vez y por todas, con la necesidad de un cambio urgente hacia la democracia. Y no seguir con el doble juego de esas declaraciones ambiguas, una neutralidad indecente, que para nada recuerdan al Cristo del compromiso con los pobres.
En Expaña, donde todavía hay una democracia, la iglesia se movilizó pidiendo el voto de los católicos para el PP. Y aquí no se persigue a las personas, ni se encarcela por ideas políticas, ni se reprime a nadie por su religión. Y sólo por cuestiones de doctrina, lanzaron una movilizavción de un millón de personas, con intervención del Papa vía satélite.
Qué bueno hubiese sido que el señor Baltrone, en su misa televisiva, nos hubiera trasmitido un mensaje claro, de compromiso con la libertad. nada de subterfugios al estilo de "que Cuba se habrá al mundo para que el mundo se habra a Cuba".
Pero a la iglesia, en Cuba, una vez más se le ha ido "El Tren de los Momentos."