domingo, marzo 02, 2008

EL TRASPIE DEL CARDENAL BERTONE

El traspié del cardenal Bertone


Por Yoel Prado

La diplomacia vaticana, una de las más finas del mundo, acaba de dar un traspié. Esa es la lectura que yo hago de la reciente visita a Cuba del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Su Santidad.

No me parece mal que el prelado haya ido a la isla, pues cruzó el Atlántico para conmemorar los diez años del histórico viaje de Juan Pablo II. Además de las misas que celebró al aire libre, también inauguró una hermosa estatua en honor del Pontífice que las futuras generaciones podrán admirar en la ciudad de Santa Clara.

Tampoco le reprocho a su eminencia que se haya entrevistado con Raúl Castro, porque la visita tuvo un carácter oficial, además de pastoral, y era lógico que hablase con el nuevo dueño del país. Lo que sí considero una equivocación de Bertone fue haberle dejado al oficialismo un rosario de gestos y frases complacientes. Nadie espera discursos incendiarios de un dignatario de la curia romana, pero de ahí a sintonizar con el discurso del régimen hay un largo trecho.
El cardenal Bertone condenó con vehemencia el bloqueo norteamericano; sin embargo, no hizo la menor alusión al clima represivo que impera en Cuba. Pidió la apertura del mundo hacia la isla, mas no se pronunció por una amnistía en favor de los presos políticos. Creyó encontrar una juventud ''entusiasta de su vida'', pero no descubrió la enorme frustración que agobia a las nuevas generaciones.

Debo decir que conocí personalmente a Tarcisio Bertone cuando estuvo por primera vez en Santa Clara, a principios de esta década. Me pareció un hombre afable e inteligente. Por eso me resisto a creer lo que reportan ahora las agencias de noticias, y es su llamado para que la Iglesia católica esté al lado del gobierno. Craso error. La Iglesia sólo tiene que seguir a Jesucristo y estar junto al pueblo. ¿O es que la jerarquía está dispuesta a sacrificar su voz profética a cambio de algunas migajas, como ese prometido espacio en los medios de comunicación? Si es así, pobre Iglesia y pobre Cuba.