A LA ESPERA DEL DIA DE LA IRA
A la espera del día de la ira
Por Vicente Echerri
Una de las secuelas más patéticas del traspaso formal de mando que se produjo en Cuba recientemente es la proliferación, dentro y fuera del país, de los que bien podrían llamarse ''hermeneutas del raulismo'', que pretenden no sólo discernir y vaticinar el rumbo de la política cubana, sino incluso aconsejar al nuevo investido de poderes sobre cuáles deben ser los cambios a llevar a cabo para que la democracia resurja luego de este medio siglo de despotismo.
Por supuesto, los consejos no son tan obvios ni tan ingenuos, pero en el fondo traducen la desesperada apuesta de los que aspiran secretamente, desde la disidencia o el exilio, a ser interlocutores en ese ''diálogo'' que no cesan de pronosticar y del cual yo no encuentro ni el más leve indicio en las declaraciones oficiales que salen de La Habana. No pasa día sin que estos exégetas del neocastrismo, urgidos por sus buenos deseos y quién sabe qué otras ocultas ambiciones, se esfuercen, con mayor o menor grado de discreción, en decirle a Raúl Castro lo que debe hacer para perder el poder. En ocasiones, el tono de algunos articulistas parecería descender a la súplica. Entre líneas podría leerse: ''Amigo Raúl Castro, no nos haga quedar mal luego de todas las cosas buenas que estamos diciendo de usted; manténgase a la altura de nuestras expectativas, sea razonable, usted es el hombre providencial llamado a concluir esta historia de horror. No se olvide que, a pesar de las discrepancias ideológicas, estamos aquí para echarle una mano''. Me puedo hacer idea de lo divertidas que deben resultar estas opiniones para el flamante ''presidente'' de Cuba; con el esmero que el edecán de turno debe recortarlas y ponérselas al lado de la primera taza de café para entonarle el comienzo del día, tan buenas quizá como unas pildoritas de ruibarbo.
Verdad es que estos consejos no le llegan a Castro II tan sólo de parte de cubanos. La Comunidad Europea, la Organización Demócrata Cristiana de América, la Iglesia Católica y no pocas cancillerías andan en el mismo negocio. Según los enterados, la reciente visita a Cuba del Secretario de Estado del Vaticano obedece a la certeza de la Iglesia --siempre olisqueando el poder con sus dos mil años de astucia-- de que el nuevo mandante sí se propone hacer aperturas y cambios. ¿Y quién mejor que una venerable institución para servir de mediadora en esta hora difícil? A diferencia de los que opinan desde la disidencia, el exilio o las organizaciones extranjeras, la Iglesia de Roma tiene en La Habana la ventaja de un pied-à-terre en una obsecuente jerarquía encabezada por el untuoso y melifluo cardenal, ducho en ''tanteos y aproximaciones'' que, en mi opinión, también deben divertir muchísimo a ''la chinita de los ojos tristes'', como llamaba un vocero de Batista al menor de los Castro.
No creo, sin embargo, que los cambios inevitables vendrán por ahí, ni se cocinarán en la nunciatura del Papa en La Habana, ni se hornearán en Madrid o en Miami de manos de estos consejeros áulicos que le han retoñado gratuitamente a Raúl Castro por todas partes, ni tampoco saldrán de las propuestas de muchos disidentes que, como nuevos y cuidadosos gandhis, andan predicando transiciones pacíficas sin querer darse cuenta de que el régimen castrista está muy lejos de ser Gran Bretaña.
La voz de los cambios empieza a escucharse en Cuba entre una juventud que carece de todo y aspira a todo, y que, fatigada de que la estafen con migajas de libertades, con promesas de ridículos beneficios y con gradientes de un bienestar iluso, tiende aceleradamente a radicalizarse --luego de tantos años de apatía y escepticismo-- y descubre, con sorprendente madurez, que no quiere mejoras, que no quiere cambios ornamentales, que no aspira a transiciones arregladas, sino al fin del régimen que se interpone en el camino de su realización; que no pretende que el castrismo se arregle, sino que desaparezca; que no cree en esas edulcoradas conversaciones que, ingenua o maliciosamente, andan proponiendo unos y otros dentro y fuera del país, sino en el derrocamiento de sus opresores.
Aún falta, desde luego, para que esas voces jóvenes que empiezan a escucharse cuajen en un abierto desafío al poder; para que lo que empieza a decirse en reuniones privadas o en breves performances, se proclame abiertamente en el espacio público; para que el iracundo rumor que agita a la juventud cubana se convierta en un oleaje indetenible y fragoroso. Aún falta, pero ya las señales de esta nueva conciencia empiezan a verse y a escucharse luego de tantos años de abyecta sumisión. La primera y más obvia es la creciente irreverencia de la juventud frente a los iconos del poder, incluso frente a sus mitos históricos.
Cada vez hay más jóvenes cubanos que empiezan a darse cuenta de que el Che Guevara no era un héroe a imitar, sino un facineroso; que muchos de los mártires del panteón revolucionario no fueron más que vulgares terroristas y que la historia ''sacra'' que les han predicado por tanto tiempo no es más que una patraña.
Estos signos no son todavía el Dies Irae, pero ya son parte de su proclamación y, para entonces, todas estas mediaciones y consejos resultarán inútiles. El nuncio de los cambios no es el embajador del Vaticano en La Habana, sino un negro gigantesco que, valiéndose de múltiples disfraces, se pasea por la ciudad con un letrero a la espalda que dice ''Ya falta poco''. Yo apuesto por ese cambio, cuando la justicia no tendrá que ser ''tan alta como las palmas'', basta que alcance la altura de los faroles del alumbrado público.
©Echerri 2008
2 Comments:
Estare eb Cuba muy pronto, cuanto me gustaria llevar estos videos para quemarlos en La Havana y entregarcelos al pueblo, como podria copiarlos?
Los videos en Youtube usted puede bajarlos ( download ) haciendo click en la oreja o etiqueta que sube cuando usted pasa el cursor o puntero por la pantalla de los videos de YouTube.Los almacena, si no me equivoco en la carpeta My Videos.
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