INDOCUMENTADOS DE AQUI Y ALLA
Indocumentados de aquí y allá
Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Esto pudiera parecerse al cuento de la buena pipa. No sólo porque no tiene final, sino sobre todo, porque nadie lo entiende.
Los trabajadores europeos no están a favor de la inmigración en sus países. Alegan que les puede perjudicar su nivel de vida. El gobierno de Silvio Berlusconi obtuvo mayoría absoluta en las legislativas europeas, sobre todo, porque manifestó que endurecerá la lucha contra los inmigrantes.
En Cuba, Fidel Castro está a favor de la inmigración hacia Europa. No así de aquellos cubanos que quieren mudarse para La Habana. En 1966 habló del asunto, y después de explicar con lujo de detalles los perjuicios que ocasionaba a la economía nacional el hecho de que las zonas rurales se despoblaran, se refirió a la necesidad de desarrollar el interior del país.
Pero esto no ocurrió. Ni siquiera con las sumas millonarias que nos concedían los países socialistas se pudo llevar a cabo la idea de crear condiciones para hacer agradable la vida en el interior del país. En este sentido, como en tantos otros, el castrismo fracasó. La Habana no aguanta más, como dice una vieja melodía que dejó de escucharse, ya sabemos por qué.
El régimen castrista prefirió crear dos, tres, muchos Viet Nam en el continente americano, en vez de dedicarse a hacer agradable la vida en el interior del país; en vez de desarrollarlo en el medio siglo del que dispuso, se ha ido por la medida más fácil: desterrar de la capital a los cubanos “sin papeles”, puesto que según el último censo realizado en 2002, en Ciudad Habana los inmigrantes representan el 40,8 por ciento.
Pero lo más curioso de todo esto es que los habaneros, que no gozan de una buena calidad de vida, ni siquiera regular, no rechazan a los inmigrantes que vienen de cualquier otra provincia, como es el caso de los trabajadores de Europa. Todo lo contrario. Los ayudan a resolver sus documentos legales, les dan albergue en sus casas y muchas jóvenes se casan con ellos sólo por ayudarlos. En otras palabras, están en contra de las medidas gubernamentales. En definitiva, se trata de una inmigración que no perjudica para nada su mala calidad de vida y a fin de cuentas, son cubanos que viven mucho peor en sus pueblos.
Nada, que el cuento de la buena pipa tiene sus encantos. En Italia, por ejemplo, por causa de la xenofobia, el comunismo sufrió el peor de los puñetazos en toda su historia: ni siquiera un comunista aparece reflejado en el Parlamento. Desaparecieron del mapa político italiano. Hasta Bertinotti, su líder principal, se retiró de la política activa. Confesó, por último, la ausencia de diálogo con el pueblo.
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