sábado, julio 12, 2008

MI ESPOSA MELBA Y LAS DAMAS DE BLANCO

Mi esposa Melba y las Damas de Blanco


Alfredo Domínguez Batista

Prisionero de conciencia


11 de julio de 2008


Prisión Provincial de Holguín, Cuba – http://www.payolibre.com/ – En un espacio de mi tiempo escribo mis temores que salen como pidiendo en piedad al Señor, que sirva de mí para el gusto del bien humano. En estos temores –y por qué ocultarlos- parece que tú escapas, pero luego te vuelvo a ver sonriente.

Yo pido que no se guarden mis amores sufridos. Que se conozcan. Todo hombre es más puro cuanto más transparente se ve ante quienes lo respetan y admiran.

Aquí va una de mis descargas, despierto y poematizada. Y no lo hago porque tenga belleza, desde luego. Soy humilde, sólo ruego para que algo mío les llegue y me sientan vivo como yo los siento en mí.

Dedico este comentario a las Damas de Blanco. Hoy forman parte de la punta opositora, dando fuertes golpes en su diario actuar, con sus reclamos llenos de paz. Los hombres presos en dolor, las mujeres presas sin amar libres. Todos con corazón para sentir el deseo de la felicidad. El saludo del amigo, la noche privada. El descanso físico, porque somos un grupo más de seres humanos, diferentes al buscar lo que nos falta, que nos corresponde. Eso que todos llamamos bienestar y estado de derechos. Pero sobre todo amor a la familia. Aquí va un ruego de mi amor bien sentido.
El
Si te vas a ir de mi lado,
por favor, quédate un rato más.
Perdona el pasado,
fue lo que te pude dar.
Fue mi calle tan pequeña,
mi casa sin farol,
tus besos más sembrados,
cuando más lo debí cuidar.


La ira de los hombres
suele quitarnos la paz¡
Tener tu carne es tanto!
Sin tomarla con vigor
distante de mis ojos.
Que por bueno los tengo
Sea en vuelos de tornados,
en risueña alta mar
o en el monte natural,
donde por primera vez
se rindió tributo… al amor.


Ella
No me voy de tu lado,
sabes bien lo de ser mujer,
cogida en capullos silvestres
dorados,
como sólo puede suceder.
De un hombre perfilado
con la palabra de ser fiel,
tu rancho es mi pecho
inquietocon la luz
de la esperanza,
tu calle es tan pequeña
para que no se escape
cada grito de mi corazón.


¿Porqué te quejas mi amor?
tú que cuesta abajo sabes
las corrientes del agua
que me bañas de pureza.


Tú que con certeza
de mi alma has despojado
el sufrir y la soledad,
ven, bésame y del beso ten
cuenta más el amor que den
que mis abrazos dados,
porque somos, y no me voy
los más fieles enamorados.


Para las Damas de Blanco y a su esposa Melba.


Alfredo Domínguez Batista , de 46 años de edad, fue condenado en la ola represiva de marzo-abril de 2003 a 14 años de prisión