EL FRANCO TIRADOR
El francotirador
Por MIguel Cossio
No entreguen las armas. La lucha continúa. Mientras tanto suelten a los rehenes. Ese fue el mensaje que Fidel Castro envió a las FARC tan pronto se enteró del rescate de Ingrid Betancourt y otras catorce personas.
El mensaje, transmitido por medio de la botella cibernética de Castro, irónicamente llamada Cubadebate, viene a cimentar lo que ya se había apuntado alguna vez: en las postrimerías de su existencia, el enfermo dictador ha vuelto a echarse al hombro el rifle de caza con mira telescópica Remington 30-06 con que solía vagar por la Sierra Maestra. Entonces, ocupaba el tiempo afinando la puntería contra toros jóvenes, puercos y gallinas que servían de blanco móvil, según el testimonio de antiguos compañeros de armas, entre ellos Húber Matos.
Ahora en el papel de francotirador mediático, Castro ha decidido dedicar sus horas muertas a disparar palabras contra todas aquellas ideas que no comparte, incluso las expresadas por allegados suyos, como Hugo Chávez.
Hace unos días Chávez afirmó que el tiempo de los fusiles ya había pasado, una sugerencia directa a las FARC, y de inmediato su amigo lo contradijo en la reflexión del 5 de julio: ''No estoy sugiriendo a nadie que deponga las armas, si en los últimos 50 años los que lo hicieron no sobrevivieron a la paz''. Falso. El propio Chávez entregó el fusil en 1992 y seis años después llegó al poder. Varios integrantes de la guerrilla colombiana M19 y del FMLN salvadoreño, por citar dos casos, hicieron lo mismo y escogieron el camino de la política para luchar por sus ideas.
En su particular coto político, Castro hace igual. Como dice que, debido a su edad y estado de salud, no sabe qué tiempo va a vivir, se la pasa desahogando sus rabietas y entorpeciendo el gobierno de su hermano, quien está atrapado en la mira telescópica de Fidel.
Quien se atreva a hablar de cambios minúsculos o de temas vedados para el ex comandante, recibe un plomazo. Si no es así, que Pérez Roque lo niegue. Una mañana viaja a Nueva York a firmar dos pactos sobre derechos humanos de la ONU y al día siguiente tiene que explicarle al mundo entero el absurdo de que Cuba se reserva la facultad de interpretar la aplicación de tales instrumentos jurídicos, reconocidos por la mayoría de los países. Una tarde el ex delfín del comandante aplaude en bajito la decisión de la Unión Europea de levantarle las sanciones diplomáticas a Cuba, y a la otra tiene que despedazarla, porque su ex jefe desprecia al bloque europeo.
¿Por qué Fidel Castro insiste en ser un hermano incómodo para Raúl, quien no es un reformista ni mucho menos un demócrata? Por soberbia. Fidel Castro se sigue viendo a sí mismo como el oráculo de Delfos nacido en Cuba. El cree que es Cuba.
Los grandes teólogos de la Iglesia Católica, como San Gregorio Magno y Tomás de Aquino, consideraban la soberbia como la madre de todos los pecados mortales. Decía San Agustín que la soberbia no es grandeza, sino hinchazón, y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano. Y Maquiavelo añadió después que la naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse como insolentes en la prosperidad y abyectos en la adversidad.
Quizás Fidel Castro escuchó sobre la soberbia cuando era cristiano, mucho antes de su más reciente conversión, esta vez por el hábito de Hugo Chávez, quien aseguró que a Castro él lo había hecho cristiano.
Por soberbia, cayó del cielo Lucifer. Y por soberbia, Fidel Castro anda de francotirador en una época en que no hacen falta armas para rescatar rehenes. Que lo digan Ingrid Betancourt, Thomas Howes, Marc Gonsalves, Keith Stansel y los once oficiales colombianos liberados.
Dtor. editorial y de noticias,
América TeVe, Canal 41
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