domingo, agosto 10, 2008

LA BASE DE LOURDES Y UNA PERRETA DE FIDEL

Tomado de http://www.cubaencuentro.com/michel-suarez


La Base de Lourdes y una perreta de Fidel

Por Michel Suárez

Se habla por estos días de la pertinencia de reanudar las actividades de la Base de Lourdes, sobre todo por la parte rusa. Esto me ha hecho recordar la última vez que vi al dictador personalmente. En 2001, unas semanas antes del cierre de la Base, tuve el "privilegio" de presenciar la perreta de Fidel Castro por la decisión adoptada por los rusos.

Castro asistía al I Congreso de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en el Palacio de las Convenciones. A mi lado estaba Michael H., gran amigo de la Universidad y cómplice de nuestras batallas diarias.

Entró Castro al Palacio, cogió el micrófono desde temprano en la tarde y lo soltó al filo de la una de la madrugada. ¿De qué habló? Sobre todo, aunque no tenía nada que ver con un congreso de jóvenes escritores y artistas, de la pretensión rusa de cerrar Lourdes. Hago un esfuerzo para recordar sus principales palabras.

Castro informó al auditorio que los rusos querían llevarse la base. Despotricó contra ellos (quizás Michael H. pueda aportar algo más en este sentido) y entonces habló hasta de posibles represalias. Todavía él creía que podía abortar la decisión. Dijo que esa semana había convocado al embajador ruso para cenar, pero que, premeditadamente, le dejó plantado, le hizo esperar tres horas, para luego mandar a que le informaran que "el Comandante no lo podía atender". Fidel disfrutó relatando la historia de cómo dejó tirado al bolo en medio de la crisis.

Luego dijo que la base no se iba, que incluso podría suceder cualquier cosa, desde un accidente o cualquier otra cosa, en franca insinuación de que, si era necesario, ellos estaban dispuestos a actuar. Muchos nos miramos a la cara, quizás por la sorpresa de ver al Comandante confesar ante un auditorio diverso —y en unas sesiones grabadas íntegramente en vídeo— que estaba dispuesto a utilizar cualquier método para impedir la retirada de Lourdes.

Lástima que no recuerde más de aquella larga tarde-noche. No me atreví a tomar apuntes y los papelitos que nos pasamos Michael H. y yo, con apreciaciones sobre lo que estábamos oyendo, después no supimos qué hacer con ellos.

Lo otro que recuerdo, ya sobre el Congreso en sí, es que algunos delegados hablaron del "problema de las guitarras, de la escasez de guitarras en Cuba". Castro zanjó el problema como mejor sabe, esta vez en plan dadivoso: "¿Cuánto hace falta para comprar guitarras?". Saltó el inefable Abel Prieto y puso precio: "80 mil dólares". Castro dijo: "Hecho".