domingo, agosto 10, 2008

SOLZHENITSIN Y EL GULAG CUBANO



Solzhenitsin y el gulag cubano

Por Nicolás Águila

Aleksandr Solzhenitsin fue un desconocido en Cuba. Y lo sigue siendo, en lo que a los medios se refiere. No creo que su imagen y su nombre hayan salido nunca, ni por casualidad, en la prensa o en la televisión controlada por el régimen de los hermanos Castro. Es más, dudo incluso que ahora hayan publicado la noticia de su muerte, aunque no puedo asegurarlo pues no le doy seguimiento al Granma y sus clones. Pero me atrevo a apostar que, si acaso, le han dedicado una breve nota incolora.

Barbara Walters, en 1976, le preguntó a Fidel Castro su opinión sobre el célebre disidente soviético en una entrevista que le dio la vuelta al mundo. Y éste, sin vacilar, le respondió que era un mediocre. Barbara arqueó las cejas y Castro matizó que técnicamente tal vez no fuera mediocre, pero humanamente sí.

No mucho tiempo después el régimen publicó un libro en un intento por demostrar la 'mediocridad humana' del escritor ruso sobreviviente del gulag, laureado con el Premio Nobel de literatura, privado de su ciudadanía y deportado a Occidente por Brezhnev. Se trataba de un libelo titulado La espiral de la traición de Solzhenitsin, escrito por un autor checo a las órdenes del KGB, que intentaba probar que Solzhenitsin era realmente culpable por haber expresado sus opiniones en cartas personales o en conversación con amigos que terminaron siendo delatores al servicio de la policía política.

En realidad el libro resultaba totalmente contraproducente. Despejaba todas las dudas acerca de la naturaleza tenebrosamente totalitaria de la Unión Soviética, donde, por un simple chivatazo, cualquiera podía ser enviado a una muerte segura (o al menos, la muerte en vida) en los campos de concentración estalinistas --una 'moledora de carne' según la definición del propio Solzhenitsin--, que el autor del libelo seudobiográfico se esmeraba en maquillar con el eufemismo de 'campos de internamiento con régimen de trabajo severo'.

Algunos, sin embargo, pudimos leer en Cuba la edición con tirada corta de Un día en la vida de Iván Dessinovich, publicada en la colección Cocuyo, me parece que a finales de los 60. Y todavía me pregunto cómo fue que permitieron su publicación. Por menos que eso los comisarios de Cultura ponían el grito en el cielo.

El diablo en el cuerpo fue publicado por esas fechas y en la misma colección y no tuvo una acogida precisamente favorable por parte de la intelectualidad orgánica del régimen. Roberto Fernández Retamar se sintió particularmente preocupado por la influencia de la novela de Raymond Radiguet en la moral de retaguardia de las esposas de los compañeros movilizados por la Zafra del 70. "Es un libro que nunca debió publicarse en Cuba, porque es un mal ejemplo para los cañeros", soltó Retamar su tontería moralista ante un grupo de alumnos que se quedó haciendo cruces.

La invectiva retamariana iba en realidad dirigida a un profesor de Literatura Francesa, compañero suyo de claustro en la antigua Escuela de Letras, que había recomendado la publicación de la novela y años después caería en desgracia por ese y otros pecados biblio-ideológicos.

Ignoro la suerte que les tocara a los osados editores de Un día en la vida de Iván Denisovich, pero no hay que ser un experto conocedor del drama cubano para inferir que su osadía editorial no debió haber tenido un desenlace precisamente feliz.

1 Comments:

At 10:23 p. m., Blogger Magicomundodecolores said...

Recuerdo haber leído La espiral...y me llevé la impresión contraria de lo que se quería. Me pareció una persona valiente e inteligente. El libro estaba escrito en términos ofensivos hacia ese hombre,como si no mereciera vivir.Leí también,por esa época,una trilogía de Yuri Guerman (Esta es tu causa,Mi ser querido y Respondo por todo),donde quedaba demostrada la represión rusa durante y después de la guerra,incluídos muchos héroes de la misma. De todas formas el régimen de Fidel hizo lo mismo, yo no supe de Lezama Lima hasta que no tuve más de 20 años (y eso que mi hermana y yo éramos polillas) y a Celia la escuché al llegar a España,donde era un ídolo.Qué más puedo decir?.

 

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