jueves, agosto 21, 2008

LA PREGUNTA DEL MILLÓN

La pregunta del millón


Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - ¿Con qué fin se les ha ordenado a los centros de trabajo en La Habana informar a las instancias superiores sobre la relación de maestros y profesores que aparecen en sus plantillas realizando tareas no vinculadas con su profesión?

Es una pregunta que le pica en la lengua a miles de habaneros por estos días, y muy probablemente a otros cientos de miles a lo largo y ancho de la Isla. La pregunta del millón de conjeturas. La del millón de tensiones y de temores.

Ya es de sobra conocido que en Cuba las aulas se han quedado sin maestros con experiencia y adecuada competencia. Ellos decidieron cambiar de ocupación, no sólo debido a la miseria que les pagan, sino también, y sobre todo, al caos y al circo de engañosas apariencias en que el capricho tiránico de un solo hombre terminó convirtiendo nuestro sistema nacional de educación.

También se conoce que hace poco el general Raúl Castro convocó en discurso público a los maestros apartados del sistema, para que regresen a las escuelas, al tiempo que les prometía tibios aumentos de salario.

Ya que, según alegan ellos mismos, la pobreza económica no es la causa primera ni lo más sustancial que los condujo a la renuncia, y ya que en su discurso el general Raúl Castro no les ofreció lo más sustancial, que sería una transformación a fondo de las reglas del sistema nacional de educación, era fácil suponer que estos profesionales iban a desoír la convocatoria del régimen.

Lo inconcebible en todo caso es que el general no lo previera a la hora de lanzarse a declarar públicamente que confiaba en su regreso al sistema. Aunque pensándolo mejor, pudo saber muy bien por qué lo decía. El diablo son las cosas.

La cuestión es que con la apertura del nuevo curso escolar el cuartico está igualito. No hay profesores preparados y con experiencia, ni un sistema racional que motive la vuelta de los que se fueron, que son la mayoría absoluta entre los competentes. Tampoco existe la voluntad política que demandan circunstancias tan dramáticas.

Lo que sí continúa existiendo, en medio del caos, es la tendencia de nuestros mandamases a imponer su voluntad, aún en casos como este, donde se lo juegan todo.

Justamente por ello desgranamos ahora los habaneros el millón de preguntas y suposiciones en torno a la nueva orden impartida a los centros de trabajo.

¿Para qué necesitan los de arriba, con precisión y pormenores, la lista de maestros que hoy se ganan la vida en ocupaciones ajenas al Ministerio de Educación?. ¿Se trata de una relación que realmente han desconocido hasta hoy? ¿Acaso el régimen, que dispone de todo, no dispone de otras vías más sutiles para conocer (si es conocer lo que quiere) la magnitud del desastre?

¿En qué andan? Es la pregunta del millón ahora mismo para miles y cientos de miles entre nosotros. ¿Acaso intentan propiciar el regreso de los maestros a sus aulas mediante inducción o presión o represión por parte de sus actuales centros laborales? ¿O será que pretenden crear un estado de inseguridad o de pánico entre ellos a través del simple mecanismo de anotar sus nombres en una lista que nadie sabe a derechas con qué objetivo se confecciona?
“Sólo el cuchillo puede descubrir lo que aguarda en el corazón del boniato”, sentencia un dicho de nuestros guajiros. Y de cuchillos estamos por acá hasta el boniato.