PASÓ EL 26
Pasó el 26
Por Juan González Febles
LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - Pasó el 26 de julio y aún no pasa nada. Raúl Castro dijo poco, como de costumbre. Su fuerte no es precisamente la elocuencia. Para algunos, su alocución tuvo un carácter demasiado local.
Definitivamente, la gente esperó escuchar algo más que promesas sobre cómo resolver el problema creado por el gobierno con el agua corriente, en Santiago de Cuba. Eso no fue lo que se esperaba de él. Hubiera sido un excelente discurso para la Asamblea Municipal de Santiago de Cuba, pero le quedó corto a la Isla.
Fue poco más de lo mismo. Afirmarse en la vieja aspiración de que la gente trabaje más o simplemente que trabaje. De lo que no se habla es de pagar un trabajo con dinero real y alicientes sólidos. De la clase que hace que la gente joven se anime a formar familia y a pensar en un futuro dentro de la Isla.
Raúl Castro parece no sentir el paso del tiempo. En todo caso, si lo nota, hace como si nada. Habló sobre lo que el país ahorrará en términos de combustible. El caso es que la población no lo notará ni se beneficiará con ello. Las millonarias ganancias que obtiene el estado con su negocio petro-venezolano de compraventa y reventa, no llegan al ciudadano.
Los beneficios de estos y otros truco-negocios, se los tragan la batalla de ideas y los bancos de Suiza, Singapur y Rusia. Puede que algo se quede en las zonas congeladas de la capital. No da para más.
El cubano que se niega a procrear y educar hijos, no está contemplado en los planes del presidente. El caso es que ese cubano comenzó a formular su propio plan de vida, pues nada nuevo aportó el General.
Como botón de muestra podría tomarse la mejora en las condiciones del transporte público en la capital. Los jefes han concebido el empleo de los ómnibus articulados como un negocio gigante en que el estado, como de costumbre, se lleva la mayor tajada.
El estado patrón ha concebido los recorridos en términos de recaudación y no de horario. Entonces, cada viaje se convierte en un torturante recorrido que transforma un tramo de 35 minutos en un doloroso y caluroso vía crucis de una hora y más. Esto sucede porque los choferes esperan pacientemente en cada parada a que el ómnibus se llene más y más. Luego compiten en desaforadas carreras con otros choferes para llevar más pasajeros y recaudar lo que el estado exige de cada viaje.
Algunas rutas eliminaron al conductor y colocaron una alcancía. Como no existe menudo, el pasajero se ve obligado a depositar un peso en la alcancía, porque nadie ofrece cambio. De forma extraoficial, el estado recibe un 120% por encima en cada pasaje. Quizás esto explique la escasez artificial de moneda fraccionaria. Por cierto, esta escasez es sólo para el peso. La moneda convertible (el cuc) siempre tiene cambio en abundancia.
El desencuentro entre pueblo y gobierno es antológico en Cuba. Una relación difícil lastrada por la mutua desconfianza.
Pasó el 26 de julio y Raúl Castro quedó por debajo de lo que la gente en Cuba esperaba de él.
jgonzafeb@yahoo.com
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