sábado, agosto 09, 2008

EL NÚMERO OCHO



El número ocho

Por Nicolás Águila

Hoy es ocho de agosto de 2008. Lo que quiere decir que es el día ocho del mes ocho del año ocho. Tanto ocho, que los amantes de la numerología deben estar de fiesta haciendo predicciones y cuentas galanas. Eso, sin contar que los astrólogos le han añadido a la fecha su interpretación esotérica acerca de una rara coincidencia en la esfera celeste.

Esta noche clara, de luna en cuarto creciente, se producirá la rareza de una conjunción planetaria supuestamente de buen augurio. Está anunciada la alineación de cuatro planetas (creo que Mercurio, Venus, Saturno y Marte) para hoy, sobre las nueve de la noche, aquí en España. O sea, a las tres de la tarde en Nueva York, Miami y La Habana, que es una hora muy simbólica en el imaginario cubano, debido a un famoso crimen sado-maso-pasional y la popular canción que inmortalizara a la occisa.

Los astrónomos ---que no venden sueños ni comen cuentos como los astrólogos---, salieron al paso enseguida para descorazonar a todos los que creen o se divierten (como es mi caso) con el camelo de la astrología y la manipulación seudocientífica de astros y constelaciones, cartas astrales, cábalas, misterios, enigmas, signos zodiacales y horóscopos dudosos. Y así nos destruían la magia del espectáculo aclarándonos que esa alineación planetaria es apenas una ilusión óptica, puesto que los planetas se hallan en planos orbitales distintos y distantes. Tan científicos como son y tan aguafiestas.

De ahí que sea mejor seguir con la numerología, que al menos tiene el prestigio del parentesco con las matemáticas. Debe de ser por eso que el ministro Moratinos hiciera sus cuentas en Pekín para conseguir el mayor logro de toda su carrera diplomática. Primero sumó los tres ochos y le dio 21, que es un número primo sin gracia. Pero luego se buscó una calculadora y obtuvo el número mágico. ¡Eureka! Son 24 las medallas que los atletas españoles van a ganar en los Juegos Olímpicos. Y entonces corrió a llamar a Zapatero, que actualmente se halla de vacaciones sacrificándose presidencialmente en el Coto de Doñana.

Las Olimpíadas de Pekín han coincidido con una fecha que tiene un significado especial en la cultura china. El ocho sigue siendo el número de la suerte en ese país milenario, cuyas supersticiones han renacido con más fuerza después de tanto adoctrinamiento y tanto librito rojo. La ruptura radical con el pasado que pretendió la Revolución Cultural maoísta queda hoy desmentida con el elevado número de parejas que decidieron casarse en este día. Según la creencia popular china, el ocho trae dicha, felicidad y riquezas. Y si son tres ochos juntos y alineados, miel sobre hojuelas.

Sin embargo, los chinos de la Calle Zanja, en el hoy diezmado chinatown de La Habana, tenían una percepción muy diferente del número ocho. En la charada china a la habanera, el ocho, lejos de traer felicidad, representa la muerte y, por asociación, la fatalidad y la mala suerte. Es eso que llaman salación cubana y se define como tener un chino atrás.

Tras el desastre nacional conocido como revolución, se acabaron los juegos, la bolita, la charada, las apuntaciones y la lotería. Desaparecieron los chinos, las chinerías y todo lo demás. El ocho muy pronto adquirió una tenebrosa connotación política en el lenguaje popular. "Le hicieron un número ocho al compañero Fulano de Tal" significaba que, por ejemplo, le habían impuesto una sanción política o que lo habían expulsado de la universidad por problemas ideológicos.

No conozco a un solo cubano, no importa lo revolucionario que fuera o dijera ser, que alguna vez en su vida no le hayan hecho (o al menos intentaran hacerle) un número ocho entero y verdadero. Pero ese tema lo dejo para la próxima ocasión en que ocurra otra conjunción planetaria