viernes, septiembre 26, 2008

DIGNIDAD A COSTA AJENA

Dignidad a costa ajena

Por Rogelio Fabio Hurtado

Marianao, La Habana, setiembre 25 de 2008, (SDP) Afirmé en mi articulo anterior que el reciente desastre ciclónico podía traer para el pueblo cubano algún beneficio, si propiciaba al fin cierta variación en las relaciones entre la Isla y el gran Vecino del Norte, petrificadas desde hace décadas. La primera oferta de ayuda norteamericana estaba acompañada por la visita previa de expertos de ese país para evaluar los daños, requisito este rechazado por las autoridades cubanas, por considerarlo innecesario y lesivo a la soberanía nacional.

Esto, que al prestigioso periódico New York Times le pareció una tontería, sirvió para rechazar aquella donación, de carácter humanitario, si bien muy por debajo de la magnitud de la necesidad presente. En su lugar, la primera respuesta del gobierno cubano demandaba la supresión del Bloqueo-Embargo, para permitirle al Estado cubano adquirir en el mercado norteamericano, con facilidades crediticias, las mercancías de necesidad más perentoria. No comparto el calificativo utilizado por el editorialista del NYT, pues, aunque rígida, la postura me pareció coherente con la línea política del Partido gobernante en la Isla, mientras el requisito norteamericano me supo a mera traba burocrática, tan presente en la compleja estructura administrativa de los Estados Unidos.

Entonces, leí en la prensa una segunda nota verbal entregada al Departamento de Estado por la Sección de intereses cubanos en Washington, donde se reiteraba el rechazo a la ayuda y, en un tono menos ríspido, se solicitaba la supresión al menos temporal de las restricciones impuestas al comercio entre ambos países. Esta nueva nota, que incluía un saludo al Departamento de Estado y un franco reconocimiento de la situación real del país así como la petición de que al menos lo autorice durante los próximos seis meses, me pareció un paso en el sentido correcto.

El periódico de hoy, miércoles 17 de septiembre de 2008, me sirvió para enterarme de un detalle que yo, simple mortal, desconocía: había una segunda oferta, no divulgada textualmente por la prensa cubana, donde los norteamericanos “dulcificaron el lenguaje. Hablaron de aviones listos para partir con productos por valor de cinco millones de dólares; que no sería necesario evaluar, porque ya lo habían hecho por sus propios medios” Es decir, que habían retirado el obstáculo y pensé, ingenuamente, que se materializaría el contacto humanitario entre ambos países y pueblos.

Ilusión esta que duró apenas unos segundos, pues enseguida supe que se trataba de una artimaña más del irremediable enemigo, quien con esos cinco millones de productos, sólo pretendía “poner en aprietos a la Revolución; si se atrevían a rechazar la oferta”. Quede claro que la todo poderosa administración cubana no está puesta en aprietos por la dura realidad, sino por las maquinaciones arteras del endemoniado Lucifer, a las que una vez más venceremos con grandes palabras

Si antes se alegó sensibilidad soberana, ahora simplemente se fundamenta el rechazo en el historial anterior del enfrentamiento político. Estados Unidos no puede, aunque así lo desease, dejar de desempeñar el papel de villano en sus relaciones con la Isla. Sucede que “la ola de solidaridad con Cuba, que abarca a países grandes y pequeños, con recursos y hasta sin recursos, desaparecería el día en que Cuba dejara de ser digna”, así, dicha solidaridad no es esencialmente humanitaria, sino que está condicionada a que Cuba desempeñe el rol de enemiga irreconciliable en las propias narices del Imperio. Francamente, en este `preciso momento, no veo ninguna relación entre la dignidad nacional y la aceptación de una ayuda humanitaria muy concreta y más que necesaria para los cientos de miles de personas sin techo.

Por otra parte, la aceptación inmediata no excluye continuar reclamando que se suspendan las restricciones impuestas a la Isla, como bien argumentó el citado editorial del gran periódico neoyorquino. Si la interpretásemos como un gesto amistoso, podría ser la primera piedra para el puente de la reconciliación con el Gran Vecino, a menos que les parezca preferible a quienes toman estas decisiones aferrarnos a la hostilidad hasta el fin de los tiempos, opción que el propio Quijote juzgaría descabellada, pero que los habitantes de la Isla tendremos que acatar e, incluso, aplaudir si les plantan delante una cámara del NTV.

Si después de la segunda guerra mundial cada potencia hubiese aplicado la vengativa lógica que aquí se nos propone, exigiéndole a las restantes que pagasen las cuentas por los daños infligidos, Japón seguiría en ruinas y ni hablar de una Unión Europea con la pujante participación de Alemania.

Por lo que a mí respecta, simple mortal, en pugna con Tirios y Troyanos, ajedrecista fracasado, soldado psiquiátrico, maestro parametrado por estudiar marxismo revolucionario, florero retirado sin jubilación, prefiero que me cuenten entre los equivocados a quienes además de disgustarnos, nos asombra que al cabo de cincuenta años dispuestos a recibir a los yankees a sangre y fuego, resulta que ahora nos asustamos porque quieren venir en son de paz.

Me gustaría muchísimo que de súbito Washington dejase sin efecto todas las disposiciones que ellos llaman Embargo y los dirigentes cubanos Bloqueo, por los beneficios que eso significaría para todos mis compatriotas, aunque algunos de ellos, al parecer, sufrirían entonces una irrecuperable pérdida de dignidad.
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