lunes, septiembre 01, 2008

MAS INDICIOS DE REFORMAS ECONOMICAS EN CUBA I

Tomado de http://www.democraciaparticipativa.net/


Más Indicios de Reformas Económicas en Cuba I

Jorge Sanguinetty
2008/09/02 10:32

Parece que poco o nada sucede en la economía cubana bajo el mando acotado de Raúl Castro. Sin embargo, hay indicios de que algo se sigue tramando en materia de reformas aunque no se hayan puesto en marcha todavía. El indicio más reciente viene de una entrevista del Financial Times (18 de agosto del 2008) al señor Alfredo Jam, jefe de análisis macroeconómico del Ministerio de Economía en Cuba. El funcionario declaró que los cubanos están “sobre-protegidos” por un sistema que subsidia los precios de los alimentos y limita los niveles de ingreso que pueden recibirse, provocando una escasez de trabajadores en sectores importantes de la economía. Y prosiguió diciendo que “no podemos darle a la gente tanta seguridad con su ingreso que afecta su voluntad para trabajar”. “Podemos tener igualdad en el acceso a la educación y a los servicios de salud, pero no igualdad en el ingreso”.

Analizar la veracidad de estas proposiciones sería un ejercicio interesante y daría material para llenar una página o dos del Diario. Sin embargo, creo que es más importante y perentorio examinar las afirmaciones del señor Jam desde el punto de vista de lo que parecen implicar para el futuro de la economía cubana. Como ya sabemos, Raúl Castro ha anunciado algunas medidas con intenciones reformistas pero que no se han puesto en marcha. Tales medidas responden a: los bajos niveles de producción y de productividad en el país, la escasez crónica de bienes de consumo y los niveles insuficientes de salarios para los trabajadores. Aunque las medidas que se han tomado hasta ahora (mayor acceso a teléfonos celulares, computadores, hoteles, etc.) favorecen marginalmente a los pocos ciudadanos que puedan disfrutarlas, las mismas no mejoran la capacidad productiva del país. Y podemos suponer con un cierto nivel de confianza que Raúl Castro está consciente del estado precario de la economía cubana, su dependencia estratégica de los subsidios de Venezuela (que podrían desaparecer en cualquier momento) y del barril de pólvora en que está sentado el país y él mismo si no se eleva el deplorable nivel de vida en que han caído los cubanos.

Si el señor Jam hubiera declarado que hay que abandonar el igualitarismo salarial cuando Fidel Castro estaba en pleno uso de sus facultades ejecutivas, seguramente habría perdido el puesto y hasta su libertad. El hecho que haga estas declaraciones a un corresponsal de la importancia del Financial Times es sumamente significativo pues, siendo el economista una figura que opera al nivel técnico y que no se supone que hable de estas cosas sin autorización, sugiere que efectivamente se está gestando en Cuba un proceso de reformas aún cuando todavía no sabemos su alcance ni el momento en que se pondrían en práctica. Lo que sí podemos afirmar con un elevado grado de certeza es que el gobierno cubano parece que está considerando seriamente cambios en el modo en que maneja la economía con la intención de mejorar los niveles de producción y de consumo del país.

En este punto caben dos advertencias. Una es que aunque las intenciones de ganar en eficiencia productiva pueden estar bien encaminadas desde un punto de vista teórico, en la práctica la implementación de las reformas será muy complicada y tal vez no puedan lograr los efectos deseados si el gobierno se empeña en mantener la pureza(¿?) ideológica del socialismo. La otra es que no hay que hacerse ilusiones en cuanto a que las reformas económicas estarían acompañadas de reformas en lo político. Por el contrario, hay razones para pensar que el frente político puede llegar a ser más represivo si los gobernantes temen que una cierta liberalización en lo económico puede acarrear un desequilibrio en las fuerzas que mantienen a los sátrapas en el poder.

Sin embargo yo me atrevo a afirmar que las reformas económicas, aun cuando no sean todo lo exitosas que Raúl Castro desea, serían positivas para el futuro de Cuba a pesar de que no haya mejoras en el frente político. ¿Por qué digo esto? Porque el mejoramiento material de los cubanos les daría más fuerzas, más recursos y más tiempo para luchar por sus libertades civiles y por otras mejoras en lo político. La gran incógnita, como he planteado en otras ocasiones, es cuánto apego a los cánones del socialismo ortodoxo (no su marca fidelista) y a la planificación central llevarán las reformas. Mientras más se quieran acercar al socialismo que pudo haber sido en los años sesenta, menos impacto tendrán en la economía aún cuando se logren algunas mejorías. Por otro lado, si se aplicaran fórmulas de libre mercado, mayor impacto se lograra en la economía. En este punto yo soy pesimista, pues sospecho que como Fidel Castro nunca dejó que se instalara un pleno sistema de planificación central en el país (aunque parezca mentira), los otros miembros más jóvenes del gobierno no han tenido la oportunidad de comprender que ese sistema no funciona y, por lo tanto, pueden querer experimentar con él cuando el tirano enfermo no lo pueda impedir.

El logró empujar a Cuba en el agujero del socialismo y una vez en el fondo la empujó hacia un segundo agujero, el del castrismo. Ahora su hermano parece que quiere sacar a Cuba del primer agujero, pero nada más.
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Más Indicios de Reformas Económicas en Cuba II

Por Jorge Sanguinetty
008/09/02 10:37

En la entrevista que el Financial Times le acaba de hacer al señor Alfredo Jam, jefe de análisis macroeconómico del Ministerio de Economía en Cuba, el funcionario declaró que hay que romper el igualitarismo en los ingresos que perciben los trabajadores cubanos, pues representa un impedimento a la productividad del país. O sea, lo que dice el economista es que hay que pagarles más a los trabajadores más productivos aunque el resultado sea que unos ganen más que otros. Estas declaraciones son de gran trascendencia porque confirman las intenciones reformistas de Raúl Castro, especialmente la necesidad de levantar las restricciones que han mantenido los salarios nominales prácticamente congelados en Cuba por casi medio siglo. Y ambas declaraciones entran en flagrante contradicción con la ideología unipersonal de Fidel Castro.

Las declaraciones tienen importancia política y económica. La política consiste en que invita a pensar que puede haber una pugna entre los miembros del dúo gobernante, que aunque Fidel Castro esté separado del diario manejo absoluto del país, hay sospechas e informes parciales de que mantiene suficiente influencia sobre Raúl para obstaculizar sus iniciativas si no son de su agrado. Recordemos que a mediados de los años ochenta Fidel Castro descarriló un plan de liberalización limitada de la economía que se le atribuye a Raúl. La explicación que Fidel Castro dio entonces para justificar la medida fue precisamente que las reformas estaban generando muchos “ricos” en Cuba.

La importancia económica es resultado de varias condiciones que actúan de manera interdependiente. Por un lado, ya Raúl Castro afirmó públicamente que el país necesita eliminar los topes impuestos a los salarios de los trabajadores, de manera que las empresas puedan pagar a sus empleados según lo que contribuyan a la producción. No se necesita tener una intuición muy aguda ni ser economista para saber que tal liberalización del mercado de trabajo va a generar desigualdades de ingreso, pero seguramente serían bienvenidas por la mayoría de los cubanos. Los trabajadores, técnicos y ejecutivos que más contribuyan a la producción deberán ganar más. Pero no ganar más en papel moneda con el cual no se puede comprar casi nada, sino ganar más para poder consumir más, tener mejores viviendas, viajar y pagar por todo aquello que permite alcanzar un mejor nivel de vida. Esto significa que Raúl Castro, sus economistas y sus administradores de empresas tienen que lidiar con la profunda devastación económica del país y con la clásica interdependencia de sus sectores productivos. Por ejemplo, elevar los salarios de los trabajadores más productivos en la industria del calzado sólo podría mejorar la productividad de esa industria si se elevan simultáneamente los niveles de producción de otros sectores, como el de los alimentos en la agricultura, en la construcción y todos los que producen los bienes de consumo que los trabajadores querrían comprar con sus nuevos salarios.

A esta interdependencia sectorial hay que sumarle otra, la internacional. Los trabajadores de casi todos los sectores en Cuba necesitan materias primas y equipos que se producen en otros países, bienes cuya adquisición hay que pagar con los ingresos que se derivan de los sectores de exportación. Sin un suministro suficiente de estos insumos importados elevar los salarios solamente no elevará los niveles de producción, pues no habría mucho que comprar y la economía seguiría postrada. Todo esto quiere decir que la primera prioridad del gobierno cubano es elevar la producción de las empresas que producen para la exportación y estimular consecuentemente a sus trabajadores y ejecutivos, lo cual creará las primeras bandas de desigualdad en los ingresos de los cubanos.

Pero ¿será posible elevar la producción exportadora cubana con sólo elevar los salarios de los trabajadores de esos sectores? Posiblemente no mucho. La devastación sufrida por la industria azucarera a manos de Fidel Castro, que jugó con ella como un niño juega con un Tinker-Toy hasta desbaratarla, le quitó al país su fuente tradicional de ingresos externos sin haberla sustituido adecuadamente por otros renglones de exportación. Se desprende entonces que para elevar la capacidad productiva del país, además de mejorar los métodos de manejo de la economía y sus empresas, hay que hacer inversiones para crear nuevas capacidades productivas. Además dichas inversiones en nuevas empresas deben ser complementadas con inversiones en infraestructura en materia de energía, comunicaciones, agua y viales, todo lo cual es necesario para la expansión de la capacidad productiva nacional.

Pero Raúl Castro se equivoca si cree que sólo con reformas estricta o puramente económicas se sacará a Cuba del agujero en que se encuentra. Para que las empresas puedan operar más eficientemente tanto sus trabajadores, como sus técnicos y ejecutivos necesitan tener libertades de gestión desconocidas en Cuba por los últimos cincuenta años. No hay fórmulas mágicas para subir la eficiencia productiva de las empresas. La misma no consiste en producir mucho, sino producir bien, o sea, producir a costos que estén por debajo de los ingresos y no al revés. Esta condición consiste en que los trabajadores deberán tener libertad para cambiar de empleo, y los ejecutivos para contratar a los trabajadores buenos y despedir a los malos, etc. Es ahí donde se pondrá a prueba la voluntad reformista de Raúl Castro, cuando se percate de que la eficiencia de una economía depende de otros elementos de la urdimbre social, como los políticos e ideológicos.

Miami, 24 de agosto de 2008