PATRIARCAS EN EL OTOÑO HABANERO
Patriarcas en el otoño habanero
Diario Las Americas
Publicado el 10-25-2008
Por Pablo Alfonso
Su Eminencia, Vladímir Mijáilovich Gundiaev, Kirill Metropolita de Smolensk y Kaliningrado, destacada figura de la Iglesia Ortodoxa rusa es un hombre privilegiado. Acaba de reunirse en La Habana con el dictador Fidel Castro. Se entrevistó con él personalmente, lo vio de cerca y lo escuchó hablar; algo que no ven ni escuchan hace ya mucho tiempo los cubanos. Por eso digo que es un privilegio, al que pocos tienen acceso.
Este año Castro sólo ha recibido a unos pocos dignatarios políticos, todos ellos muy cercanos en su amistad personal o en su ideología política. De esos encuentros apenas han sido publicadas un par de fotografías; pero su voz, quebrada por los años y las malesas, ya no se escucha. Por lo menos, sus conciudadanos, a quienes gobierna desde la penumbra de su cuarto de enfermo, no lo ven, ni lo escuchan.
Castro hubiera querido reunirse con el Patriarca Alexis II, jefe supremo del Patriarcado de Moscú, pero se lo impidió “la avanzada edad de su santidad”, como declaró un vocero de la embajada rusa en La Habana, citado por el diario Granma.
Gundiaev, es jefe del Departamento de Relaciones Internacionales del Patriarcado de Moscú, algo así como el ministro de Relaciones Exteriores de cualquier gobierno. Su visita a Cuba tuvo como objetivo inaugurar la Catedral de Nuestra Señora de Kazan, un imponente edifico blanco de dos pisos , con cinco cúpulas doradas en forma de bulbo, coronadas por la Santa Cruz ortodoxa. que ocupa un área de 1.200 metros cuadrados frente al mar al ma. Está ubicada a pocos metros del templo de San Nicolás, la primera catedral ortodoxa edificada en la Isla e inaugurada en 2004 por el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Griega, Bartolomeo.
Todo un anacronismo en el marco arquitectónico de La Habana Vieja.
La idea de construir este templo ortodoxo ruso, que compite ahora con el griego, parece que tuvo un origen dudoso. El vocero de la embajada rusa, citado por Granma, asegura que cuando Gundiaev visitó a Cuba en 2002 “propuso al entonces gobernante Fidel Castro la idea de construir el templo”.
Sin embargo Castro dice otra cosa en su columna titulada La Iglesia Ortodoxa Rusa, firmada el pasado 21 de octubre.
“Cuando la URSS se desintegró, el imperialismo no tuvo en esa iglesia un aliado. Por ello, cuando en el 2004 Su Eminencia Vladimir Mijáilovich Gundiaev, Kirill Metropolita de Smolensk y Kaliningrado, visitó nuestro país, le propuse construir en la capital de Cuba una Catedral de la Iglesia Ortodoxa Rusa como un monumento a la amistad cubano-rusa”, subrayó Castro.
Bueno, a ver si se ponen de acuerdo en las versiones y en los tiempos. ¿En que quedamos? Fue en el 2002 o en el 2004. ¿Quién lo propuso? ¿Lo propuso Castro o Gundiaev? Las fechas y los orígenes son importantes en estas cuestiones, sobre todo cuando a cargo de la construcción del templo estuvo nada más y nada menos que el benemérito Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal. Nada, que quizás Don Eusebio pueda servir de árbitro en el asunto y aclarar las discrepancias. Aunque, en realidad, aquí lo que importa y esta detrás de toda esta fanfarria es el intento de relanzar las relaciones entre el dúo Putin-Medevedev y los hermanos Castro. El resto es adorno.
Importa también, como decía al principio, que el viejo dictado, siga sin mostrarse en vivo y en directo ante sus gobernados. Subrayo lo de gobernados porque cada día es más claro que Castro ha retomado las riendas del gobierno, en su calidad de Patriarca fundador y figura máxima de la revolución que lo encumbró en el poder y que ha llevado al país a la sima mas profunda de su historia.
Por cierto que, hablando de patriarcas, ausentes y presentes, creo que vale la pena recordar la novela del colombiano Gabriel García Márquez, “El otoño del Patriarca”, escrita hace ya hace poco mas de siete lustros y que, de cierta manera, resumía en la imagen del Patriarca, -su personaje principal sin otro nombre-, las vidas de los mas prominentes dictadores de nuestras tierras y tiempos.
Ironías del destino, o destellos de la literatura, Castro parece que está siguiendo el guión principal de aquella novela, donde el Patriarca gobernaba desde las sombras; sin hacerse visible desde hacía tanto tiempo que la gente no tenía una idea de cómo era su rostro, petrificado en las fotos de siempre por las cuales no pasaba el tiempo.
Por eso cuando lo encontraron muerto en su despacho “era difícil reparar que aquel anciano irreparable fuera el mismo hombre mesiánico que en los orígenes de su régimen aparecía en los pueblos a la hora menos pensada…”.
Fue difícil porque “los órganos oficiales del régimen” aprovechaban cualquier notable ocasión “para desmentir las suposiciones de enfermedades raras con actos inequívocos de la vitalidad del hombre del poder, se renovaron las consignas, se hizo público un mensaje solemne en que él había expresado mi decisión única y soberana de que estaré en mi puesto al servicio de la patria…”
Y así hasta el fin verdadero de su tiempo. Que cosa curiosa, ¿verdad?
Fonte: Identificada en el texto
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