EL RESTAURANTE DE ALIPIO
El restaurante de Alipio
Por Frank Correa
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Antes de 1959, Alipio Ventres era dueño de un restaurante situado frente al parque de diversiones Coney Island, en la Quinta Avenida. Una zona repleta de bares, fondas y puestos de fritas que complacían los gustos más exigentes.
Unos años después del triunfo de la revolución fueron expropiados los negocios particulares. El restaurante de Alipio se convirtió en almacén para guardar propaganda comunista. Luego fue librería, aula de instrucción policial y más tarde fue cerrado.
Durante el período especial, el estado tuvo que echarle mano a los espacios disponibles para construir establecimientos recaudadores de divisas. Por su privilegiada posición en la Quinta Avenida, la corporación Cubalse arregló el local y por ley del destino, volvió a ser un restaurante, ahora con aire acondicionado y precios por las nubes.
Acosado por el hambre, víctima de demencia senil y sin dinero, Alipio se puso su vieja gabardina y fue uno de los primeros clientes en visitar el nuevo restaurante.
Aunque el portero sospechó del anciano enclenque y su vestuario, lo dejó sentarse a una mesa y pedir dos raciones de lechón asado, congrí oriental, ensalada de col, tomates y pepino, plátano maduros fritos, cerveza...
Mientras degustaba tranquilamente la comida, Alipio observó con nostalgia su antigua propiedad. A pesar del tiempo y las modificaciones, el horno y la parilla aún funcionaban perfectamente. El piso de granito no había sido removido y las paredes se encontraban como el primer día.
Cuando terminó el banquete, con una parsimonia que rozaba el absurdo, el anciano no hizo ningún caso a la cuenta que el camarero le depositó en un platillo, ni a sus reclamos y los insultos por no pagar. Alipio parecía transportado en el tiempo. Con su antigua voz de dueño mandó a decirle al cocinero que al lechón le faltaba naranja agria y al congrí un toque de comino.
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