domingo, diciembre 21, 2008

CUMBRE SIN VERGüENZA

Cumbre sin vergüenza


Publicado el sábado 20 de deciembre del 2008
Por Vicente Echerri

La Cumbre de América Latina y del Caribe, que se celebró esta semana en Costa do Sauipe, en las cercanías de Salvador de Bahía, Brasil, sirvió, más allá de cualquiera de los puntos contemplados en su agenda, de marco para legitimar internacionalmente a Raúl Castro, el nuevo capataz de esa plantación arruinada y envilecida que es Cuba. El ingreso de Cuba como miembro del llamado Grupo de Río le agrega respaldo y reconocimiento a un régimen que dentro de unos días cumplirá cincuenta años de poder absoluto.

Aunque amigos y enemigos del castrismo suelen valerse de distintos argumentos para explicar la simpatía y la fascinación que todavía suscita ese régimen en más de medio mundo, los que hemos sido sus víctimas seguimos sin poder entenderlo. En el caso de América Latina nuestro asombro llega hasta el estupor: que gobiernos democráticamente electos --no importa de qué signo político-- celebren la presencia entre ellos como de un igual a quien representa la única anomalía de este continente, es simplemente incomprensible. Una tiranía de medio siglo que convirtió a un país laborioso y próspero en un antro de pícaros, que destruyó por igual las instituciones que la infraestructura; que ha asolado campos y ciudades como una plaga y que forzó al exilio a más de una décima parte de la nación, incluida la totalidad de su clase empresarial; que no puede exhibir, además, ningún logro genuino, ni siquiera en los terrenos donde presume de tenerlos, y que se ha sostenido durante todo este tiempo mediante la represión, la censura y el miedo, sólo merecería provocar repugnancia y rechazo.

Que a estas alturas, esa pústula maloliente que es el castrismo no produzca un asco invencible en los gobiernos latinoamericanos, aunque sean de izquierda, resulta muy difícil de entender y mucho más aún de digerir. Se trata de un espectáculo vergonzoso que viene a escarnecer los sufrimientos y las frustraciones de un pueblo que siempre fue solidario con las víctimas de las dictaduras latinoamericanas y que le dio refugio a muchos de los que huían de ellas. ¿Cómo puede este régimen de oprobio que usurpa el nombre de Cuba, luego del saqueo de sus recursos y la exclusión de sus mejores hijos, merecer el trato de igual de parte de quienes han llegado al gobierno mediante la consulta popular y cuya permanencia en el poder está sujeta a los dictados de la democracia? Para mí constituye una aberración, si no un misterio.

Se arguye que al encono contra Estados Unidos --fomentado en nuestras tierras por la codicia de las oligarquías, la complicidad de Washington en el pasado con algunos regímenes de fuerza y el recelo envidioso que heredamos de España-- le debe el castrismo los dividendos que recauda en América Latina, donde celebran su persistencia de falderillo ladrador a la puerta del Tío Sam durante medio siglo, sin que éste se haya animado, de una buena vez, a romperle el hocico de un bastonazo.

Tal vez, pero de ser así es una prueba de la colectiva ineptitud de estos países ''nuestros'', no importa cuán democráticamente electos sean sus líderes; pues viene a demostrar que una pura ''emoción'' ideológica, en que priman elementales adhesiones, se sobrepone a los criterios de la política real y al impresionante muestrario de fiascos y crímenes que no puede ocultar la más larga tiranía de América.

Aunos días de que se cumpla para el pueblo cubano un significativo aniversario de su ingreso en la intemporalidad totalitaria, que no tiene ni una sola cualidad que la redima, constatamos con profunda decepción esta actitud frívola e insensible de los mandatarios latinoamericanos, de todo signo y bandería, empeñados en legitimar a nuestros opresores, al tiempo que reclaman que Estados Unidos haga lo mismo. Esperemos que el próximo presidente no atienda estos desvergonzados argumentos.
Fonte: El Nuevo Herald
http:www.elherald.com

1 Comments:

At 12:35 a. m., Anonymous Anónimo said...

Mis mejores deseos por un feliz recibimiento del Niño Dios. Abrazos y con afecto, Martha

 

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