sábado, diciembre 13, 2008

EL PACTO SECRETO

Nota del blogguista

Aunque el Rey esté desnudo, muchos lo verán vestido y con sus mejores galas. En Cuba abunda la yerba y las lluvias y las vacas, tanto las que viven en la invernal Holanda como en Cuba, comen yerba y dan leche ¿ Por qué no hay leche para todos los niños ( no hablo ya para todo el pueblo ) en Cuba si antes del 1959 , según el fallecido castrista Oscar Pino Santos, más del 98%de todos los productos lácteos que se consumían en Cuba eran producidos en Cuba ? ¿ Por qué no hay apenas azúcar en la azucarera del mundo ?, etc., etc., etc..

Hasta en La Biblia en el Evagelio de San Mateo dicen que aún muchos de los que vieron a Jesús resucitado, no creyeron.
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Tomado de El Nuevo Herald.com

El pacto secreto
Por Ariel Hidalgo

Podría escribir quince razones por las cuales pienso que la política del embargo hacia Cuba es contraproducente para el logro de la libertad y útil al régimen de La Habana, pero eso ya lo publiqué años atrás. Bastaría una sola razón para demostrarlo: la dirigencia cubana no quiere que le levanten el embargo.

Esta verdad, avalada por numerosos hechos, debería ser suficiente para que los defensores de buena fe de tal política comenzaran a revisar su posición: porque si los exiliados han apoyado algo que en realidad complace a su acérrimo enemigo, algo anda mal.

El hecho más citado, el derribo de las avionetas civiles en febrero de 1996, sirvió para que el Proyecto-Ley Helms-Burton, que apretaba aún más el nudo pero con muy pocas posibilidades de aprobarse en el Congreso, pasara finalmente, de modo que algunos lo bautizaron con otro nombre: Helms-Burton-Castro. Un columnista del exilio aparentemente incapaz de entender qué había pasado realmente, escribió un artículo con este título: El mismo se mató como Chacumbele. Es decir, el derribo de las avionetas había sido un craso error político. Es posible, pero un error intencional no es un error, sino un acierto. El presidente Clinton, que había cabildeado contra la ley por ser perjudicial a los intereses norteamericanos, se vio obligado finalmente a firmarla. Luego escribió en sus memorias: ``Casi parecía que Castro trataba de obligarnos a mantener el embargo para tener una excusa por el fracaso económico de su régimen. Si no era ese el objetivo, entonces Cuba había cometido un error colosal''.

Pero el hecho es que hay una larga lista de esos ''errores colosales''. Durante la administración Ford, dialogaban en México Carlos Rafael Rodríguez y Henry Kissinger para normalizar las relaciones. La respuesta de Castro fue enviar en esos mismos días fuerzas militares a Angola. Durante la administración Carter había en marcha un proceso de normalización con la liberación de miles de presos políticos y el establecimiento de oficinas de intereses como paso previo al restablecimiento diplomático. La respuesta de La Habana fue desatar la crisis del Mariel.

Estos son los hechos más conocidos, pero otros muchos no recibieron tanta atención. En diciembre del 92, por ejemplo, tras la victoria electoral de Clinton, viajaron a La Habana el ex diplomático Wayne Smith y el ex candidato presidencial McGovern para tantear las posibilidades de esas normalizaciones a cambio de permitir a los disidentes participar en las elecciones. El mismo día Castro ordenó una brutal escalada represiva contra los principales líderes opositores. Y muchos exiliados quizás recuerden el video tomado durante el diálogo de abril del 94 en La Habana, cuando una figura conocida del exilio apareció elogiando al caudillo, lo cual desató violentas reacciones entre los exiliados y desacreditó las gestiones que realizaban varias personalidades moderadas del destierro. Nadie pudo explicar porqué un video tomado por el equipo fílmico del comandante en jefe fue a parar a un canal televisivo de Miami.

Pero nada de esto hace reflexionar a los defensores del embargo. Continuarán afirmando que es necesario mantenerlo como ''pieza de negociación'', cuando en realidad no puede ser negociado lo que no interesa a la otra parte, es más, cuando lo que quiere es lo contrario. Esta reiteración en el error, incluso de personas inteligentes, hace pensar a los más suspicaces en un posible acuerdo tácito en ambas orillas, porque defender el embargo rinde ganancia en muchos sentidos, ya que crea la ilusión de que se lucha por liberar a Cuba cuando en realidad perpetúa el inmovilismo: los políticos obtienen votos, los comentaristas radiales, audiencia, y los dirigentes anticastristas mantienen su liderato. Es, según ellos, una política no con metas en Cuba, sino con claros objetivos en los propios Estados Unidos. Y mientras tanto, los detentadores del poder en la otra orilla mantienen la coartada que les rinde tantas ventajas. De palabra seguirán atacando ''el bloqueo'' porque ese discurso los convierte en víctimas del más grande imperio debido a su rebeldía, y al mismo tiempo en héroes admirados en todo el mundo por su desafío, pero en los hechos harán todo lo posible porque ese supuesto asedio se mantenga.

Según esta versión, todos mienten en ambas orillas y las víctimas son la opinión pública internacional y la población humilde, tanto en Cuba como en el destierro. Para unos el embargo es la solución mágica que llevará la libertad a la patria de origen; para otros, ''el imperialismo'' es el verdadero culpable de todos los males. Es, según creen, un acuerdo secreto sobrentendido, algo que algunos llegan a calificar de ``pacto de familia''.

¿Qué pasaría si ese embargo cesara? En la orilla opuesta el rey quedaría desnudo ante el mundo y ante el propio pueblo cubano. ¿Y si ese pueblo finalmente se liberara? El modus vivendi de muchos emigrados poderosos se derrumbaría. En cambio, los que pensamos en Cuba por Cuba misma sabemos cuál es el camino: a las dictaduras, que se alimentan de aislamientos y conflictos, lo que hay que declararles no es la guerra, sino algo mucho más contundente: la paz.

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