viernes, diciembre 19, 2008

LA MÚSICA DEL DIÁLOGO

La música del diálogo


Por Jorge Ferrer


A principios de los años ochenta, cuando Fidel Castro gestionaba la Cuba post-Mariel ayudado por los munificentes regalos que le llegaban desde Moscú, Dimitri Medvédev era un lampiño estudiante de derecho fanático de Deep Purple, Black Sabbath y Led Zeppelin. Coleccionaba sus discos en Leningrado, algo que no era precisamente bien visto por los jerarcas del Komsomol.

En la década de los setenta, mientras Cuba implementaba a marchas forzadas el régimen totalitario que subsiste aún hoy, Barack Obama asistía a clases en la Punahou School, Hawai, donde según testimonio de sus condiscípulos todos escuchaban rock'n'roll menos él: lo suyo era el jazz. También de Hu Jintao dicen sus biógrafos que destacaba en el canto y la danza, en los mismos años dedicados en Cuba al deporte de la ''parametración'' --suerte de conversión de los músicos en obreros. Todo indica, pues, que el adusto Hu es dueño de un magnífico oído musical.

Precisamente en un acto celebrado en ocasión de la reciente visita del presidente chino a La Habana, Raúl Castro improvisó de pronto una cancioncilla de inspiración maoísta que recordaba de antaño. Una mera payasada, sí, pero que muestra los límites del ''oído musical'' de la claque gobernante en Cuba. Recuérdese que al ser preguntado hace años sobre sus preferencias musicales, Fidel Castro admitió que apenas disfrutaba con las marchas militares.

Poco importan, ciertamente, las melodías que escuchen los hermanos Castro en la oficina o el sanatorio. Pero cuando tararean letra leída en dazibao o admiten su predilección por las marchas militares ponen en evidencia la abismal diferencia generacional que los separa de los Medvédev, Hu y Obama. También, y sobre todo, la diferencia de mentalidad entre ellos, reos de la Guerra Fría y el país cerrado a cal y canto, y los nuevos actores de la política internacional. Porque no era ''Solidaridad'' el nombre del buque que llevó a Medvédev o Hu a La Habana. Se llamaba ''Poscomunismo'', un alias del mercado.

Las relaciones exteriores de Cuba viven hoy una segunda juventud. Es en clave molto vivace que se pasean los funcionarios por los pasillos de la Cancillería. Entre el espaldarazo de la Unión Europea al régimen de La Habana que implicó la reanudación del ''diálogo'' y la tournée de Raúl Castro por Venezuela y Brasil, su primer viaje oficial al extranjero en casi un año de gobierno, Cuba ha recibido con toda pompa a los presidentes de Brasil, Rusia y China. Más visitantes, entre ellos un dignatario de la Iglesia Ortodoxa rusa o los gobernantes de la Cuenca del Caribe que asistieron a la cumbre celebrada hace pocos días, así como los anunciados viajes de Calderón y Bachelet, entre otros, conforman un paisaje que denota a las claras el interés que despierta la isla y la capacidad del gobierno de La Habana para ofrecer espacios de interés económico y político a potencias de la talla de China, Rusia, Brasil o México.

La guinda a ese pastel de palabras y acuerdos, sin embargo, aún está por llegar. Porque es con Barack Obama, con el gobierno de EEUU, con quien entablar un diálogo podría situar a la política cubana en una perspectiva de veras novedosa. Y es la ''música'' de ese diálogo por venir la que deberían componer a toda prisa en La Habana recurriendo a tonos distantes de la elegía a un asesino, Mao, o los compases que ensaya la banda del MINFAR.

Felipe Pérez Roque ha demostrado que sabe bailar en Bruselas, Madrid o Ciudad de México y ha dado pruebas de su eficacia en la administración de los afectos hacia el régimen cubano y el convencimiento de que nada hará variar el guión que La Habana proponga. ¿Servirá esa música a los hermanos que celebran el cincuentenario de su llegada al poder para bailar con (el enemigo) Barack Obama?

Cabe esperar que antes de mostrarse dispuesta a rebajar la tensión hacia los Castro, la Casa Blanca, ella sí, ensaye una musique d'ameublement, a la manera de Erik Satie, que fuerce a Raúl Castro a buscar una melodía a tono con la sinfonía democrática. Esa que no es capaz de entonar por razón tan sencilla como que carece de oído para ella. Cualquier otro acercamiento no traerá música, sino un ruido que herirá los oídos, y lacerará la memoria, de tantos cubanos que han buscado la libertad durante el último medio siglo.

www.eltonodelavoz.com