UN TIEMPO PARA CADA COSA
Un tiempo para cada cosa
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Racismo, escasez, diferencias regionales: Las iniciativas pro democráticas deben responder a los problemas de la gente.
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Por Yaxys Cires Dib
Madrid | 04/12/2008
Usualmente los ciudadanos se posicionan con respecto a asuntos a los que la mayoría atribuye algún nivel de particular importancia. Situaciones y temas que con frecuencia los dividen, a veces llegan a causar una fuerte polarización. A estas divisiones o fracturas, y a los factores que las originan, algunos politólogos les llaman cleavages.
El conocimiento de los cleavages en el plano económico, político, social y moral es imprescindible para quienes pretenden ejercer algún tipo de liderazgo.
En América Latina, tópicos o realidades como el indigenismo, Estados Unidos, las empresas trasnacionales y la distribución de riquezas suelen actuar como verdaderos cleavages. De hecho, han sido aprovechados por los políticos neopopulistas para manipular y conquistar a las masas. Después, estos mismos personajes, principalmente Hugo Chávez, se han transformado en elementos de división en otros países, realidad de la que tomaron buena nota Felipe Calderón en México y Alan García en Perú.
(Roqueros, en el Festival Ciudad Metal, en Santa Clara, Cuba, el 15 de noviembre de 2008. (AP) )
En Europa, temas como los nacionalismos, la inmigración y el papel de la moral en la sociedad, han sido astutamente utilizados por políticos como Silvio Berlusconi, Jean Marie Le Pen y por el propio Nicolas Sarkozy (discurso de Sarkozy del 29 de abril de 2007 en el complejo deportivo Bercy).
El caso cubano
No hay que ser un experto en demoscopia para asegurar que las principales fracturas de la sociedad cubana están patentes en la realidad socioeconómica: en primer lugar, la miseria. La escasez de alimentos, ropas y transporte.
De un lado está la inmensa mayoría de la población, incluyendo a quienes reciben una modesta remesa familiar desde el extranjero. Del otro lado de la fractura están los que tienen la vida resuelta, ya sea porque son de la nomenclatura gubernamental, están vinculados a las inversiones extranjeras o tienen cargos importantes en empresas estatales.
En Cuba no hay democracia ni libertad; esta es una de las causas de la mayoría de las dificultades económicas existentes, pero los ciudadanos no perciben el problema político como el principal. Al menos la gravedad de sus circunstancias individuales les impide ver más allá de cómo resolverlas de manera inmediata; les preocupa más, por así decirlo, mitigar el problema que indagar en sus causas.
Tampoco contamos con los recursos, principalmente medios de comunicación, para tomar conciencia de ello. Por tanto, las iniciativas, aunque sin descuidar una estrategia contra las causas más profundas, deben responder a las fracturas que la gente sí identifica, como la antes señalada.
El propio régimen, durante muchos años, ha proporcionado el lenguaje clave para hablar de los problemas sociales y conseguir que los ciudadanos entiendan. Todos entenderían, por ejemplo, si se denunciaran las desigualdades entre clases sociales. En Cuba, pocos saben qué es la tripartición de poderes, pero todos qué son las clases sociales y "la explotación del hombre por el hombre".
Hay otras fracturas que la gente identifica. Una es la racial, tema incómodo para muchos, que constata lo poco que se ha avanzado al respecto, después de medio siglo del triunfo de una revolución que prometió poner fin a la discriminación por motivo de raza.
Otra es la diferencia entre el Oriente y el Occidente del país: el Oriente pobre, al que le prometen agua para dentro de varios años, y el Occidente, pobre también, pero donde está la capital —vitrina—, cosa que por muchas razones hace que el nivel de precariedad sea menor que en el resto del país.
Etapas
En la actualidad, muchos se preguntan si la oposición podría participar en el proceso de transición a la democracia. Sin ponernos en plan de demagogos, se puede decir que sí, que podría estar, pero dependerá de su capacidad para descubrir y concentrarse en los verdaderos cleavages cubanos, y adoptar el lenguaje apropiado (lenguaje que traslucirá una estrategia específica, unos gestos o actos, potenciales o concretos, más que una ideología formulada), sin distraerse con los que pueda generar el gobierno lanzando temas al aire.
No se trata de aparcar el reclamo de derechos políticos, es hacer más efectiva la labor, priorizando asuntos que a la gente les llega y frente a los cuales es más sensible.
En una segunda etapa, la de la consolidación democrática, serán las ideologías, detestadas hoy por no pocos, las que jugarán un papel fundamental. Desde ellas los opositores de hoy responderán mañana a los cleavages de la nueva Cuba —incluso de manera dogmática—.
En la Cuba democrática existirán democristianos, liberales, socialdemócratas, conservadores y comunistas. Mucha gente —o poca— se identificará con cada uno de ellos y con sus propuestas electorales.
© cubaencuentro
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