COLOM Y EL TIGRE DE LA MALASIA
Colom y el Tigre de la Malasia
Por Adolfo Rivero Caro
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Desde hace algún tiempo, en América Latina estamos viendo una emulación en la infamia. Gobiernos democráticos (Chile, Argentina, Ecuador y Panamá) haciendo verdaderas peregrinaciones a una ruinosa Habana, convertida en una especie de nueva Meca. Es doloroso pero nos ayuda a comprender por qué este continente sigue anclado en el subdesarrollo. ¿Qué progreso pueden impulsar gobiernos que simpatizan con una dictadura sangrienta que ha hundido a Cuba en la mayor de las miserias? El último ejemplo lo ha dado Alvaro Colom, el lamentable presidente de Guatemala.
En ese bello y querido país, más del 50 por ciento de la población vive por debajo del nivel de la pobreza, que se define como un ingreso insuficiente para comprar un paquete básico de bienes y servicios. Casi 58 por ciento tiene ingresos por debajo de la extrema
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El pobre Colom. Castro estaba leyendo El tigre de la Malasia, de Emilio Salgari, uno de los libros favoritos de su adolescencia, y no hubo forma de convencerlo para que interrumpiera su lectura para aceptar personalmente la Orden del Quetzal. No le podían importar menos Colom, la orden y Guatemala. Por favor, ¿qué importancia podían tener esa gente? Habían perdido la guerra. Ya se había molestado bastante en acceder a la foto con la Bachelet. El presidente Colom, sin embargo, totalmente insensible al ridículo, no percibió el desaire. Todo lo contrario. Llegó a la conclusión de que se había quedado corto, y procedió a declarar: ''Quiero pedirle disculpas a Cuba por haber prestado nuestro territorio para haber preparado la invasión a Cuba. No fuimos nosotros, pero fue nuestro territorio''. Todo fue inútil. Castro no lo recibió.
En Guatemala, el líder oposicionista Otto Pérez se preguntaba por qué Colom no le había exigido a Cuba que se excusara por haber entrenado y mantenido la guerrilla guatemalteca. Todo el mundo sabe que los movimientos guerrilleros que surgieron en América Latina en los años 60 no sólo estuvieron inspirados en la revolución cubana, sino que fueron propiciados y mantenidos por Fidel Castro, que aspiraba a ser líder de una revolución continental. ¿No se decía por aquel entonces que había que convertir los Andes en una gran Sierra Maestra? Por aquel entonces se pensaba que la causa del subdesarrollo latinoamericano estaba en las inversiones americanas. Lenin lo había explicado muy bien en El imperialismo, fase superior del capitalismo, escrito en 1916. Por favor. Es increíble que ese librito, tan seductor como inepto, haya sido y siga siendo la brújula intelectual de la intelectualidad latinoamericana. Seguiremos muy mal mientras eso no cambie. Hasta la primitiva Malasia de Emilio Salgari se ha convertido en un ejemplo de desarrollo.
En Miami, Félix Ismael Rodríguez, combatiente de Bahía de Cochinos y ex presidente de la Asociación de Veteranos Brigada 2506, dijo que era vergonzoso que Colom se disculpara porque su país hubiera colaborado con un intento por devolverle la libertad al pueblo cubano, todavía bajo el yugo de una dictadura sangrienta y empobrecedora, que ya dura 50 años. Totalmente cierto. Hay algo, sin embargo, en que todos los cubanoamericanos estamos de acuerdo: Colom no representa la opinión del pueblo guatemalteco.
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