CUBA. EL TIEMPO DIRÁ SI BACHELET ASUME EL DOLOR AJENO
Tomado de http://www.cubaencuentro.com
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Melba Santana, esposa del preso político Alfredo Domínguez, habla sobre la violación de los derechos humanos en la Isla en el nuevo contexto internacional.
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Por Alberto Méndez Castelló
Las Tunas | 13/02/2009
Caminata de las Damas de Blanco por las calles de La Habana, el 10 de diciembre de 2008. (REUTERS)
Llueve este lunes 9 de febrero, y por el ahuecado techo de metal laminado de la casa de Melba Santana Arís, la lluvia remeda lágrimas; pero la mujer de piel color café, dulce y enérgica, sin lugar para llantos, dispone recipientes bajo las goteras y hace del diluvio su aliado: al fin, ¡agua potable!
( Melba Santana Arís, esposa del Preso de Conciencia Alfredo Domínguez Batista )
En la mañana gris, con la lluvia amenazando inundarla, la casa parece triste, si uno no repara en las repisas, donde un piano en miniatura, un jeep, un velero y un molino de viento, tallados por quien ha volcado en la madera años de encierro, no mostraran al visitante la esperanza y la fe existentes en esta humilde vivienda, donde la falta de libertad de uno de sus moradores, lejos de amilanar a sus familiares, no ha hecho sino multiplicar en ellos el credo que llevó a la cárcel a uno de los suyos.
Melba Santana es la esposa de Alfredo Domínguez Batista, condenado a 14 años de prisión en la Primavera Negra de 2003, cuando 75 personas fueron encarceladas por ejercer sus derechos civiles y políticos, acusadas por el gobierno de atentar contra la seguridad del Estado, pero, paradójicamente, consideradas por Amnistía Internacional (AI) presos de conciencia. Ahora Melba, una muy activa Dama de Blanco, tiene la amabilidad de recibir a CUBAENCUENTRO.com en su casa.
( Alfredo Domínguez Batista )
AI sólo considera prisioneros de conciencia a las personas encarceladas por sus convicciones políticas, religiosas… Si Cuba, firmante de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es signataria de los Pactos Internacionales, ¿cómo se explica la existencia de decenas de presos de conciencia, incluido su esposo?
Mire, quizá la respuesta a su pregunta la dio el propio general Raúl Castro, cuando dijo que son las propias leyes las que propician una considerable, yo diría alarmante, suma de ilegalidades en Cuba. Pero claro, el general se refería a las leyes que prohíben a los cubanos comprarse un automóvil o vender un limón, y no las que les han permitido a su hermano y a él permanecer medio siglo en el poder. Y mientras en Cuba investigar y recibir informaciones y opiniones, y difundirlas, sin limitación de fronteras, sea considerado un delito de propaganda enemiga, como es denunciar las violaciones de los derechos humanos, continuarán existiendo presos de conciencia.
¿Bajo qué cargos encarcelaron a su esposo?
Él es un activista del Proyecto Varela, y precisamente es parte de los más de 11.000 ciudadanos que con su firma avalaron ante la Asamblea Nacional del Poder Popular el propósito de realizar un referéndum, para, según prevé la Constitución de la República, por iniciativa del pueblo promulgar leyes que posibiliten a los cubanos el derecho a la libre expresión y asociación, a formar empresas, a contar con una ley electoral que permita por voto secreto y directo elegir a los dirigentes desde el municipio hasta la nación, y liberar a los presos políticos.
Óigame… eso prueba que no existen cargos ni medianamente legítimos no para encarcelar a mi esposo, sino a ninguna persona que tenga en mente objetivos tan nobles, ni del grupo de los 75, ni antes ni después de ellos.
No por decreto, sino por derecho consuetudinario a lo largo de casi seis años, las Damas de Blanco se han convertido en una institución en defensa de los derechos humanos. ¿Qué mensaje enviaría Melba Santana al señor Manfred Nowak, relator especial sobre la Tortura, si visita Cuba?
Que cumpla ese encargo como sólo es posible hacerlo: con justicia.
¿Usted cree que tendrá esa oportunidad?
La posibilidad existe, si él viene a Cuba dispuesto a llegar hasta el fondo de la verdad. Para eso tendrá que visitar no sólo las cárceles que el gobierno ya está remodelando para recibirlo, sino también entrevistarse con los relatores de los derechos humanos a lo largo y ancho de la Isla, que le mostrarán lugares con poco aprecio por la humanidad.
También los presos políticos estarán encantados de recibirlo, al poder relatarle como transcurren sus vidas tras las rejas, encarcelados por cargos que no son constitutivos de delitos en ningún país donde se respeten los derechos humanos. En mi caso, le agradezco la pregunta. Imagínese… invitar a este señor para que visite a Alfredo en la cárcel, es el mejor regalo que le puedo hacer a mi esposo en el Día del Amor.
A propósito, si conjugamos el amor con la poesía y la fraternidad, no lejos de su casa nació y vivió un poeta cubano, Pablo Armando Fernández, Premio Nacional de Literatura, coterráneo suyo y de su esposo y…
¿Sabe? También este es un pueblo de mártires. Alfredo es sobrino de Guillermo Domínguez, un mártir asesinado durante la Revolución. Precisamente el hospital municipal lleva el nombre del tío de mi esposo.
Como usted conoce, Chile es el invitado de honor este año de la Feria Internacional del Libro de La Habana, y escritores y editores de ese país están en la Isla. ¿Qué tiene que decir a los intelectuales chilenos que nos visitan?
Recordarles que sufrieron en carne propia los horrores de la dictadura, y cuando estén festejando en esta feria con los escritores cubanos que no se buscan problemas, porque acatan lo que ellos no toleraron en Chile, que no olviden que en Cuba hay otros escritores y periodistas censurados, o en las cárceles, junto a decenas de hombres que están en prisión por el solo hecho de querer pluralidad política, democracia, respeto a los derechos humanos. Sólo eso, recordarles que Cuba no es solamente la vitrina de feria que a ellos les han dedicado.
Luego, si contara con la oportunidad de encontrarse con Michelle Bachelet, presidenta de Chile, ¿qué le diría en nombre de los prisioneros de conciencia recluidos en las cárceles?
A quien perdió seres queridos, y ella misma guardó prisión a manos de una dictadura, no hay que recordarle el dolor de las madres, los hijos y las esposas de los que guardan prisión, murieron ante el pelotón de fusilamiento o en circunstancias sospechosas, o simplemente desaparecieron en el Estrecho de la Florida huyendo de Cuba.
A la presidenta Bachelet no hay que decirle lo que es un preso de conciencia, porque ella misma lo fue. Ese dolor no hay que recordárselo, se lleva en el corazón, y quienes lo sienten con honestidad actúan conforme a él, sin importar si se es de Santiago de Chile o de Santiago de Cuba. Los derechos humanos son por igual para todos, ¿no?...
Habrá entonces que esperar para saber si también ella es de los que creen que hay dictadores buenos y dictadores malos. El tiempo dirá si es capaz de ponerse en lugar de sus semejantes y asumir como propio el dolor ajeno
© cubaencuentro
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