viernes, febrero 13, 2009

CUBA: RÉDITOS DE AYER Y HOY

Tomado de http://www.elnuevoherald.com


Réditos de ayer y hoy


Por Jorge Ferrer

En diciembre de 1964 y enero de 1965, Ernesto Guevara, tercer hombre de la jerarquía de poder de la Cuba revolucionaria, realizó un largo periplo por Africa, que comenzó en Argel, ciudad en la que pronunció su célebre intervención conocida precisamente como ``el discurso de Argel''.

Una de las etapas de ese viaje fue el Congo Brazzaville donde Guevara se entrevistó con Agostinho Neto, entonces dirigente del MPLA en el exilio y recibió la solicitud expresa de que Cuba se involucrara de manera activa en la liberación de Angola --a saber, que enviara instructores además de armas. Unos meses más tarde Jorge Serguera, embajador de Cuba en Argel, reunió en la casona de la embajada de Cuba al presidente de Argelia, el carismático Ahmed Ben Bella, y a varios líderes de los llamados movimientos de liberación y quedó sellado un acuerdo de triangulación que constituyó uno de los momentos fundamentales de la fase expansiva de la revolución cubana en Africa. El derrocamiento de Ben Bella en el que, por cierto, tomó parte el mismo Abdelaziz Bouteflika que recibió la semana pasada a Raúl Castro, daría al traste con aquella estrategia de multiplicación de conflictos. No obstante, la presencia de Cuba en Africa ha sido constante a lo largo de todos estos años y ha incluido, muy significativamente, la participación en la guerra civil de Angola en la que perdieron la vida más de 2,000 cubanos, según lo admitido por el gobierno de La Habana. Una guerra librada con armamento soviético; unos soldados, cuya avanzadilla voló a Luanda en aparatos de Aeroflot.

Las etapas del viaje que Raúl Castro ha realizado a Moscú, Luanda y Argel han repasado aquel eje de la geoestrategia de la Cuba de los primeros años de revolución y han sido vistas por algunos, ayudados por la superficie de la retórica de La Habana, como una mera reedición de alianzas políticas de antaño.

Pero si también en el pasado las alianzas de Cuba buscaban ventajas, ahora, con la clase castrense-empresarial al mando, las ecuaciones que han guiado este viaje pertenecen a una dinámica mucho más pragmática, porque buscan convertir la solidaridad en rédito. Réditos contables en dólares --en muchos millones de dólares--, aprovechando el tráfico de afectos. Es el futuro de la economía cubana lo que está en juego, el porvenir del ''modelo cubano'', tal vez un híbrido del ruso, el chino y el angolano. Raúl Castro ha viajado al futuro, al que avizora y ansía: el futuro de una Cuba que comercie ventajosamente con las democracias de baja intensidad que son Rusia, Angola y Argelia.

En las memorias de Jorge Serguera, recién publicadas en España, se narra una curiosa escena que transcurrió ante una playa de Porto-Novo, Benin, durante el recorrido que hizo acompañando a Ernesto Guevara por el continente negro. El argentino esbozaba sus teorías redentoras y Serguera, que llevaba un par de años pateándose la región, le aseguró: ``Che, este continente no es de nadie, pudimos habérnoslo cogido; pero tengo la impresión de que llegamos tarde...''

Remotos ya aquellos sueños expansionistas, ahora Raúl Castro no ha viajado a visitar a camaradas, ni a promover la beligerancia. Bien al contrario, ha actuado como gerente de empresa que hace visita de cortesía a dos clientes importantes de la industria de la ''colaboración'' tan mimada por el castrismo tardío. En Angola, cuya producción de petróleo ha aumentado en forma exponencial durante los últimos años, hay en marcha un programa de reconstrucción del que participan activamente empresas cubanas. Por otra parte, la ''zona económica especial'' de Viana, donde Castro se reunió con numerosos ejecutivos --algunos de nacionalidad china--, constituye un modelo exitoso de un tipo de espacio de exclusión económica que gusta a los empresarios cubanos salidos del ejército. Argelia, entretanto, se ha convertido en un magnífico cliente para el know-how cubano en materia de salud pública y producción de medicamentos, dos rubros de exportación que La Habana busca potenciar y llevar a otros países del área.

Con sus empresas de construcción y sus médicos exportables --en definitiva, con su mano de obra barata-- La Habana le está poniendo números a la llamada ''colaboración sur-sur''. Ha llegado la hora de cobrarse la aventura africana, la iniciada en el ''club tercermundista'' que fuera la embajada de Cuba en Argel a principios de los años sesenta, y de cobrársela bien. Pero es poco probable que un sistema económico tan rotundamente ineficaz como el cubano consiga aprovechar los afectos de antaño para sacar beneficios perdurables de coyuntura tan propicia. Sobre todo, cuando basa su política de precios en los salarios de miseria que paga a los trabajadores cubanos implicados en esos proyectos.

Muy lejos quedan los tiempos en que Cuba envió a Argelia el primer contingente de tropas cubanas que marchó a combatir en suelo africano. En aquel entonces, octubre de 1963, Raúl Castro firmó unas ''notas de instrucción'' dirigidas a los efectivos que participaron en la misión. El punto decimoctavo de las instrucciones, hechas públicas por The National Security Archive, programa de The George Washington University, se lee la siguiente admonición a los cubanos enviados entonces a Africa: ``En ningún momento se debe pasar a estar inventando nada fuera de lo programada (sic), y mucho menos estarse ofreciendo para tareas mayores que nuestras posibilidades''.

Cabe esperar que 45 años más tarde Raúl Castro se haya atenido a recomendación tan aconsejable.

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