viernes, mayo 15, 2009

ESPÍAS QUE DAN PENA

Espías que dan pena



Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - La verdadera fecha del nacimiento del espionaje castrista se desconoce. Dicen que se remonta a diciembre de 1956, cuando el Movimiento 26 de Julio, dirigido por Fidel Castro, se transformó en guerrilla de hostigamiento y emboscadas para combatir al ejército de Fulgencio Batista en la Sierra Maestra. También el 20 de abril de 1958 se tiene como fecha inicial, cuando en un informe de Raúl Castro, enviado a su hermano Fidel, le comunica que ha formado a un grupo de oficiales para el servicio de inteligencia.

Sin embargo, también se habla del 22 de agosto de 1958 como la verdadera fecha del nacimiento de los servicios de inteligencia. Ese día Raúl Castro, en el Segundo Frente Oriental, firmó un decreto ordenando la creación del Servicio Secreto del Estado Mayor del Ejército Revolucionario 26 de Julio, y nombró al capitán Augusto Martínez Sánchez, jefe del mismo. Sánchez, el 8 de diciembre de 1964, siendo ministro del Trabajo, intentó suicidarse disparándose en el pecho.

Estas no son las únicas fechas que aparecen en la historia de la Seguridad del Estado; hay más. Son muchas las fechas vinculadas al desarrollo de esa tenebrosa institución que siempre estuvo bajo las órdenes del Comandante en Jefe, quien decidió fusionar todos los órganos represivos en uno, bajo el nombre de Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde -DIER-, el 26 de marzo de 1959.

A finales de marzo, cuando se conmemoraron cinco décadas del mencionado aparato represivo, oficialmente, el periódico Trabajadores entrevistó a uno de los espías del régimen castrista que tuvo la tarea de vigilar a varios miembros del Movimiento de Derechos Humanos que, pese a las campañas difamatorias, represión, cárcel y exilio, no ha dejado de existir como fuerza opositora a la dictadura.

El agente Noel Ascanio Montero visitaba mi casa y apenas hablaba, tal vez por timidez o porque le faltaban algunos dientes. Él y su esposa daban pena. Me miraban asustados hasta que se les pasaba el nerviosismo después de permanecer un rato sentados en un butacón de la sala.

Él dijo que era ingeniero agrónomo, pero nunca le hubiera creído que venía a espiarnos, cuando todo lo que se escribía y se escribe a favor de los derechos humanos en Cuba siempre ha sido del conocimiento público.

Celebrar el aniversario 50 de los organismos de espionaje cubanos entrevistando a esta clase de espías, es como para morirse de risa. Mucho más si descubrimos por sus propias palabras que se convirtió en “agente secreto” un poco después que Yamila, su esposa. Sólo trabajaron dos meses, antes de ser “destapados” .

La entrevista termina hablando de un mensaje de Antonio Guerrero Rodríguez, uno de los llamados cinco héroes prisioneros del Imperio. Compararlos sería absurdo. Guerrero sí trabajó como espía; Noel, el güinero, sólo sirvió para divulgar una propaganda que muy pocos se creen.