PEREGRINAR A MIAMI
Peregrinar a Miami
Por Alejandro Rios
Hubo un momento durante la administración Clinton que Miami devino la tierra de peregrinación para muchos representantes de la cultura cubana residentes en la isla. Unos de visita familiar, otros de tránsito para eventos en sitios diversos de los Estados Unidos.
Cada cual venía con sus argumentos, curiosidades y justificaciones. Un escritor me dijo que prefería ver el final de la ordalía nacional desde una buena luneta en Cuba y luego, tal vez, decidía abandonar el país, donde fuera perseguido por gay y por escribir textos inapropiados. Además, aprovechó la oportunidad para recordarme que era un autor de tantos libros, me dio una cifra que ya no recuerdo, por lo cual sólo aceptaría trabajos en asuntos referidos a la escritura literaria.
Otro, que después también terminaría siendo Premio Nacional de literatura, seguía ironizando como siempre con su verbo cortante. No lo habían hecho callar antes con todos los atropellos que sufrió y ahora mucho menos se acogería al silencio.
Hubo una poeta que no sabía si quedarse o no, difícil dilema. Su rostro era la estampa del stress que convocan las grandes decisiones. Al final regresó y luego supe de su activa participación en los asuntos oficiales de la cultura, como si fuera revolucionaria.
Luego casi todos resultaron atrapados en el vendaval del Caso Elián y de un vergonzoso incidente que debieron suscribir: el fusilamiento sumarísimo de tres jóvenes negros que intentaron secuestrar una lancha del puerto de La Habana para escapar a los Estados Unidos.
Los representantes de la cultura cubana tienen una vida azarosa. Los cineastas, por ejemplo, pueden demorar años entre la producción de un filme y otro. Los escritores ni se diga, pues forman parte de algo llamado ''colchón editorial'' donde sus originales duermen el sueño eterno mientras se priorizan libros de poemas o biográficos de los cinco espías que cumplen condenas en prisiones estadounidenses o se determina si el contenido de sus textos es susceptible de ser publicado.
Sin embargo, no pocos cultivadores del arte y la cultura en Cuba han encontrado fórmulas de supervivencia en el entramado de la picaresca nacional.
Directores de cine que hacen publicidad o documentales turísticos; escritores que perpetran guiones para coproducciones cinematográficas con otros países, deplorables en el abuso de estereotipos requeridos por los patrocinadores o, incluso, libros sórdidos sobre el bajo mundo habanero. Hay creadores de las artes plásticas que pintan paisajes bucólicos o rumberas carnavaleando para vender en las plazas a visitantes extranjeros.
Esta labor se combina con la búsqueda desesperada de invitaciones a otros países donde se puede tomar un aire así como renovar enseres personales y satisfacer necesidades domésticas.
Recuerdo a uno que se llevaba un cargamento de sábanas y toallas para un Bread & Breakfast que había abierto en una parte de su casa durante una breve etapa de permisibilidad del gobierno cubano para esos menesteres.
Las incursiones al otro mundo requieren de aprobaciones que se extienden solamente a quienes mantienen un comportamiento discreto con los asuntos de la revolución. Si luego en la prensa de los países que visitan se ven conminados a criticar, aunque sea de modo subliminal, el vetusto proceso socialista donde han malvivido durante años, a continuación tienen que denostar sobre alguna circunstancia de ese llamado despreciable nido de mafiosos que es Miami, incluso aunque no hayan sido emplazados al respecto.
Ahora con la nueva administración norteamericana se vuelven a abrir ''las grandes alamedas'' para las incursiones culturales y artísticas a la capital del exilio cubano. La avanzada resultó funesta con timberos de ciudadanía italiana reclamando algo tan ajeno al desempeño de sus profesiones en Cuba como la libertad de expresión. Luego estuvo la más grande de las vedettes, acosada en visitas anteriores y ahora invitada a programas estelares de la televisión local.
Esto es sólo el avance de próximos estrenos. En lo que piden exilio tres directores de cine y dos actrices de las más nuevas generaciones, con ideas muy distantes de los avatares del convaleciente dictador cubano, otros creadores desembarcan discretamente por cierto tiempo en Miami y comparten sus frustraciones con amigos y familiares. Ya a nadie se le ocurre defender lo indefendible. Las conversaciones parecen fechadas en una Cuba del futuro, cuando todos seamos parte de un mismo proceso nacional.
1 Comments:
Buen trabajo. Lo publiqué en mi página facebook.
napoleon03.wordpress.com
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