domingo, julio 19, 2009

A RAIZ DEL FALLECIMIENTO DE MANOLO CAPÓ: PIONEROS DEL FUTURO

Pioneros del futuro

Por Dr. Eduardo J. Padrón


Las naciones tienen padres fundadores que suelen cargar sobre sus hombros con la enorme responsabilidad histórica del afianzamiento de la nacionalidad y la libertad. Son figuras veneradas en las escuelas desde que tenemos uso de razón. A veces, incluso, en este fervor de gloria del pasado, perdemos de vista que fueron seres humanos extraordinarios pero, al fin y al cabo, personas que erraron y dudaron como las demás.

Hay, sin embargo, una saga que no suele aparecer en los textos escolares y es la de determinados individuos capaces de marcar pautas en el micromundo de sus comunidades por haber cosechado éxitos personales de gran beneficio para el resto de sus congéneres.

Esta circunstancia cobra un gran significado entre las etnias que han debido desplazarse de sus respectivos países por razones ajenas a sus voluntades. Se crean entonces como pequeñas naciones en el exilio donde se reproduce, con nostalgia, lo mejor de las sociedades abandonadas a su suerte.

El ejemplo paradigmático es, sin duda, el de los judíos que sufrieron éxodos desde los tiempos bíblicos y han dispensado a la humanidad el patrón supremo de la supervivencia y la prosperidad en la peor de las circunstancias.

En escala menor, pero no menos dramática, el pueblo cubano debió afrontar la cisura de su país entrañable por la imposición de una filosofía ajena a su herencia cultural y desde que la mayor parte del exilio, derivado de esa infausta experiencia, se estableció mayoritariamente en el sur de la Florida ya es del mundo conocido el éxito de tan insólito experimento.

Estos pensamientos me rondan a propósito del lamenta fallecimiento de Manuel Capó, epítome de lo que es capaz de forjar un refugiado con toda su vocación empresarial afinada en un mundo nuevo y desconocido, mientras los latidos de su corazón resuenan en aquel humilde Pinar del Río dejado atrás.

( MANOLO CAPO, el legendario empresario cubano recién desaparecido, fue de los que hizo revertir sus triunfos particulares en beneficio para su comunidad.C.M. GUERRERO / El Nuevo Herald )

La estirpe de los Capó desbrozó el camino para disfrutar del esplendor de una megalópolis que, no obstante sus tropiezos y defectos, determina en buena medida el futuro de esta gran nación de emigrantes. Fue esa generación, donde también figuran miles de héroes anónimos entre padres y madres, la que afrontó la incertidumbre del mañana con un espíritu de sacrificio épico.

No por repetida resulta inusual volver a referir la historia de estos hombres y mujeres que llegaron con sus pertenencias personales solamente al rústico sur de los Estados Unidos, abundante en prejuicios de todo tipo, para hacerse de una nueva vida y no cejaron en abnegaciones y esfuerzos.

Es verdad que desempeñaron oficios ajenos totalmente a sus verdaderas profesiones y prescindieron de todos los privilegios y de muchas bondades de la vida para encaminar a sus descendientes. Pero es cierto también que no se amilanaron ni por el dolor, ni el rencor y supieron aprovechar los dispositivos de la democracia para desarrollar sus talentos.

Los patriarcas del exilio cubano como Capó, Luis Botifoll y Agustín Tamargo, por sólo citar tres de nuestras lumbreras desaparecidas en los últimos tiempos, dejan para la posteridad el rastro brillante del cometa. Un legado de trabajo y éxito sin el cual no existiría esta urbe que a todos fascina donde Estados Unidos disputa un futuro de integración y armonía entre sus componentes sociales.

Cada vez que se apaga la existencia de un pionero del exilio cubano cientos de otros sucesores se han encendido en el firmamento de una ciudad que les debe toda su grandeza.

Pdte., Miami Dade College.
El Nuevo Herald