lunes, agosto 24, 2009

EMANACIONES DE JUAN ABREU SOBRE CONCIERTO DE JUANES

Nota del Blogguista

Cuando Serrat actuó por primera vez en Cuba, cientos de jóvenes tratamos de comprar entradas para el concierto en el teatro Amadeo Roldán, antiguo Auditorium, pero no pudimos comprarlas, ya que fue por invitación si mal no recuerdo; por la noche hubo un fuerte despliegue policial alrededor de todo el teatro y nos quedamos con las ganas de entrar.
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Tomado de http://www.emanaciones.com


Por Juan Abreu


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La alharaca del concierto por LA PAZ del payaso Juanes en La Habana, me ha recordado una noche de verano allá en los pavorosos setenta. Serrat estaba en la isla e iba a cantar en el Parque Lenin. Sí, el mismo Parque Lenin donde estuvo escondido Reinaldo y donde fue cazado como un animal.

Allá fuimos. Sabíamos que la entrada sería para revolucionarios. Pero no estábamos dispuestos a perdernos a nuestro admirado Serrat. Efectivamente, el lugar estaba cercado, la policía controlaba la carretera de acceso al parque. Toda la juventud no domesticada de la ciudad estaba allí. Quiero decir en los montes, intentando burlar el cerco. Encontré a muchos conocidos mientras me arrastraba entre los matorrales. Los furgones policiales marchaban repletos y al instante eran reemplazados. En la isla, como toda persona decente sabe, lo único que funciona es la represión.

Cuando por fin llegué a las cercanías del escenario, algo magullado pero feliz, ya había comenzado el espectáculo. Allí estaba Serrat, con las melenas a media espalda, cantando nuestras queridas canciones. Nos quitamos las gorras y desplegamos nuestros pelos. Faltaría más. Agentes uniformados y de civil trataban de controlar la situación. Nosotros cantábamos. Me sabía en aquella época, y todavía me sé, todas las canciones de Serrat. Bueno, sus tres primeros magníficos discos.

¿Se atreverían los esbirros a apalearnos delante de Serrat? Se atrevieron. Serrat cantaba y los policías de civil intentaban neutralizar con el menor escándalo posible a los jóvenes indomesticados. Algunos ofrecieron resistencia. Aquí y allá se armaba un tumulto, los esbirros blandían porras, un melenudo soltaba un puñetazo.

En plena barahúnda, yo, pendiente del escenario. A ver qué haría Serrat. Estaba seguro (qué ingenua es la juventud) de que nos defendería. Nosotros éramos su gente, no los silvio rodríguez y los pablos milaneses de este mundo.

El gran Serrat, nuestro admirado Serrat diría algo, ¡claro que sí! no podía quedarse callado nuestro Serrat, el antifranquista, el trovador de los versos libertarios de Miguel Hernández y Machado. ¡Ahora Serrat ahora, que nos aplastan! ¿A qué espera? Pero nada. Aquí estaba la policía dándonos palos…. aquí los muchachos arrastrados por las melenas, aquí los garrotazos, aquí las patadas, aquí los furgones repletos y Serrat… Serrat seguía con sus cebollas, sus penélopes y sus para la libertad…. ¿la libertad de quién?

( Juanes y uno de sus patrocinadores, la Havana Club )

Ah, entonces lo comprendí…libertad sólo para castristas gordos burgueses españoles adoradores del Che.Qué desilusión. Nuestro idolatrado Serrat resultaba ser otro impostor culogordo de melenas perfumadas. Daban ganas de llorar. Lo hicimos, tal vez.

Aquella noche quedé vacunado contra los payasos rebeldes con guitarra. Tipo Serrat, Sabina, Raimon, tipo Juanes.

Más de treinta años después leo que varios señores y señoras compran unos discos y una camiseta y las queman en Miami en señal de protesta por la miserable actitud del payaso Juanes. Me parece muy bien. Tienen todo el derecho del mundo a hacerlo. ¿Compraron los discos y la camiseta con su dinero? ¿Sí? Pues pueden quemar todos los discos y camisetas que les venga en ganas. Pura libertad de expresión.

¡Fascismo! Clama como de costumbre la izquierda barrigona y culoabierta (no olvidar que los negros cubanos son famosos por la envergadura de sus vergas). ¡Discúlpense! Vociferan. Calma, cordura muchachas que se les corre el rimel. ¿Disculparnos? No antes de que lo hagan ustedes por medio siglo de descarada colaboración con la dictadura.

Los fascistas siempre han sido ustedes. Bajen la cabeza, payasos, ante los miles de ametrallados y ahogados en el Estrecho de la Florida. Después, quizás, reprimamos nuestro asco y los perdonemos.

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304

No hay nada que argumentar. Lo mismo que un judío no tiene que argumentar nada lo mismo que un chileno no tiene que argumentar nada. Si en medio siglo no han podido enterarse de lo que pasa en la isla, no es asunto nuestro. Llevan con su silencio cincuenta años cagándose en el dolor de millones de personas. ¿Y ahora quieren sermonearnos?

¿Qué pasa? Pues que un payaso que canta y vende sus bodrios a los exiliados de Miami quiere ir a la misma Plaza donde se ha pedido el fusilamiento de muchos de los familiares de los que compran sus discos y cantarle a la dictadura que los fusiló, los encarcelo o los expulsó. Eso es lo que pasa. En Cuba no se le canta a nadie más que a la dictadura. Esbirros organizan el concierto. ¿Y qué quieren? ¿Que las víctimas los aplaudan? Serán canallas. Las víctimas lo que deben hacer es organizar un boicot contra todos los payasos que participen en el concierto en La Habana. Pero un boicot de verdad. Que el programador de una emisora de Miami que ponga un disco de alguno de los payasos cantantes tenga al instante una manifestación a las puertas de la estación. Lo mismo para quien venda sus discos.

¡Háganse respetar y dejen por una vez de ser tan sumisos!

¿Paz? ¿Qué coño es eso? De nosotros lo único que deben esperar es la guerra. Es una pena que los cubanos de Miami después de cincuenta años de burlas y humillaciones a manos de estos payasos cantantes y diversos payasos intelectuales y de ralea semejante, no hayan aprendido a hacerles la guerra más implacable. Como hacen los judíos. Es el único idioma que entiende esta gentuza. El del dinero. Que empiecen a bajar las ventas de discos y verán como enseguida ven los fusilados, los ahogados, ven a las víctimas.

Con estos payasos no hay nada que argumentar. Hay que decirles ve y canta donde te venga en ganas pero que sepas que vas a pagar un precio. El mismo que hemos pagado los escritores, artistas, músicos y cantantes cubanos exiliados enemigos de la dictadura. El precio que nos ha hecho pagar la izquierda culona norteamericana y europea por el simple hecho de denunciar la dictadura. Esto es una guerra. Que se enteren. Es hora de que dejemos de ser nosotros, exclusivamente, los que ponemos las víctimas.

¿Hablar? Nada que hablar.
Que hablen con los miles de muertos en el Estrecho de la Florida, que hablen con los fusilados, que hablen con medio país que ha pasado por las cárceles, que ha tenido que huir, que hablen con las generaciones de niñas prostituidas, con las generaciones de niños embrutecidos y envilecidos en nombre de una idea imbécil y de un caudillo siniestro.
Conmigo al menos, no hay nada que hablar.

Qué pasa. ¿Que El País jamás nos mencionará? ¿Que algún nazionalista que algún nazizquierdista no nos publicará los libros?
Que se lo metan por el culo.

Yo he salido al mar a buscar balseros y he visto las balsas vacías. Yo he visto los restos de los naufragios en las costas. Yo he mirado a los ojos a Mario Chánez de Armas que pasó treinta años en un infecto agujero, más que Mandela por cierto, cabrones. Yo he estado en el ejército y nos han dado órdenes de disparar a los que escapan. Me honra haber incumplido esa orden. Yo he visto a mi madre llorar porque no tenía qué dar de comer a sus hijos y después a sus nietos. Hablen guitarreros, intelectuales a la venta por un premio, un viaje o una feria de libros, hablen culosgordos chupasubvenciones en fin zopencos vendidos hablen con los hijos con las madres con los hermanos con los padres de los ahogados de los ametrallados tratando de escapar. Hablen con los miles de torturados, hablen con los presos políticos. Hablen con los millones de vidas aniquiladas.

¿Conmigo? Conmigo no hay nada que hablar.

Yo sólo aspiro a insultarlos, a burlarme de ustedes. Conmigo no tienen nada que hablar. Yo sólo pido al Gran Dios de las Palabras que mantenga mi furia intacta y vívida hasta el final.}

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303

Víctor Manuel nos ha llamado “gusanera”. Estoy desolado. A mí que me encanta Víctor Manuel. No por su voz de loca con flequillo, ni por sus canciones que oscilan entre la tonada de timbiriche y el bodrio cataclismático, no.

De Víctor Manuel, su culo.

Tuvo un gran momento Víctor como compositor e intérprete, eso es innegable; me refiero a su canción dedicada a Franco. Pero después de la oda al caudillo todo ha ido cuesta abajo. Salvo las posaderas del trovador, que han ido cuesta arriba.
De Víctor Manuel, su culo.

Aunque reconozco que tal vez mi entusiasmo hunda sus raíces en la compasión. Ay, pobre Víctor, tiene una mujer que carece de culo. Una mujer desculada, dicho en lenguaje del pueblo. Qué tragedia.

He consultado a respetables facultativos y todos coinciden en que una mujer desculada provoca en su pareja un sinfín de traumas y complejos de diversa índole. Los de Víctor están a la vista. ¡Es castrista!

Gusanera, ha llamado Víctor Manuel a los cubanos exiliados. Yo entre ellos. Yo, que rezo todas las noches para que a la Belén le crezca culo.

Víctor.

Estoy desolado.