miércoles, septiembre 02, 2009

CUBA: ORDEN DE ARRIBA

Orden de arriba



Por Jorge Olivera Castillo
Sindical Press


LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El “alto mando” dice la última palabra. ¿Será un engendro de tres cabezas? ¿Un equipo de verdugos de hablar pausado y caras inocentes?

Es posible que reúnan un poco de esas características. Lo real es que desde su cuartel esa cosa indefinible y omnipresente decide el destino de los cubanos que residen dentro de la Isla e incluso también de muchos de los que habitan fuera del país.

De esa entelequia bajan las decisiones con un sello de protección. En los fallos no hay términos medios. O sí, o no. Nada de explicaciones al margen, ni nada en común con la cordialidad de los más apreciados frutos de las relaciones humanas.

Basta la ruda notificación que los amanuenses entregan con la mayor diligencia, para entrar en los pasadizos de las aflicciones. Un campo donde se observan esas consecuencias, edificadas sobre los fundamentos de la arbitrariedad y la falta de escrúpulos, es la política migratoria.

Por ejemplo, sobre Juan Almeida ha caído el mazo del “alto mando”. Sus esperanzas de salir del país yacen rotas en uno de los surcos de la incertidumbre. Él se atrevió a adulterar el guión que alguna vez le pusieron en las manos y hoy es parte de los cientos de rehenes que no pueden hacer uso del derecho de entrar o salir del país.

A los paladines de la impiedad y el extremismo no les importa que el atribulado sea hijo de Juan Almeida Bosque, uno de los comandantes de la Revolución. Han determinado que no es elegible para disfrutar de un derecho universalmente reconocido. Las causas de la retención quedan a merced de las suposiciones, pues nadie hasta el momento se ha tomado el trabajo de darle tan siquiera una pista para conocer el motivo de la prohibición.

( Juan Juan Almeida )

Reunificación familiar y recibir atención médica especializada son los soportes que avalan la solicitud de Almeida de obtener el permiso de salida.

Su hija de 25 años vive en los Estados Unidos y él había gestionado a través de la Cruz Roja Internacional el tratamiento de su enfermedad reumatológica degenerativa en un hospital de Los Ángeles, California.

Impulsado por acabar con ese ciclo de maldad, hace unos días Almeida realizó una protesta pacífica en la Plaza de la Revolución, precisamente donde el cantante y compositor colombiano Juanes piensa ofrecer un concierto por la paz, el próximo 20 de septiembre.

Esta actitud se originó tras padecer las inclemencias de una de las modalidades de tortura psicológica que el “alto mando” suele usar de manera indiscriminada.

Primero, un oficial de la policía política le dijo que ya estaba autorizado a viajar. Al día siguiente le instaron a firmar un documento que especificaba la anulación del permiso concedido.

Ojalá que Almeida, a corto plazo, obtenga la aprobación del “alto mando”. De lo contrario, no le quedará más remedio que repetir su protesta en la Plaza de la Revolución o intentar otra salida ilegal.

Con el lanzamiento el 1 de septiembre, en España, de su libro testimonial Memorias de un guerrillero cubano desconocido, se reducen las posibilidades de que los verdugos tengan un destello de benevolencia.

Tal vez directamente no le hagan daño. Es decir, nada de prisión, actos de repudio o empleo de otro de los más ordinarios instrumentos del arsenal represivo.

Estresarlo al máximo para que su enfermedad progrese, o compulsarlo a que la desesperación lo conduzca a cruzar el mar en una frágil embarcación. Todo milimétricamente ajustado para castigar a las ovejas descarriadas. Almeida saltó las cercas del redil. Esperemos que su suerte no termine en las fauces de un tiburón o en una morgue de La Habana, tras un infarto fulminante. Él es un objetivo del “alto mando”.

Suficiente para pensar en los peores escenarios. Justify Full
Oliverajorge75@yahoo.com