viernes, octubre 23, 2009

CUBA Y ESPAÑA: Caramelo para el oso

Caramelo para el oso




Por José Hugo Fernández
Justify Full
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Lo raro no es que en su reciente visita de compadrazgo a la dictadura cubana, el canciller de España, Miguel Ángel Moratinos, nos haya restregado su impasibilidad ante el sufrimiento del pueblo. Tampoco es raro que dejara en claro la falta de clase y de repulgos que lo tipifican como hombre público.

Lo que en verdad desconcierta, por el exceso de ineptitud y de candidez que denota, es que la mayoría de los opositores de la Isla insistan en abrigar esperanzas en torno a este y a tantos otros pícaros de allá lejos, océano de por medio.

Y desconcierta todavía más que lo hagan antes de haber logrado el nivel de influencia mínimo indispensable para aspirar a que se les tenga en cuenta en un ámbito como el de la política, dentro del cual sólo por el caramelo baila el oso.

En general, nuestra oposición interna merece la más alta consideración, ante todo por las condiciones adversas en las que ha debido no ya desarrollar su labor, sino sobrevivir, a merced de un sistema omnipotente y perverso que, para colmo, cuenta con la complicidad más y menos explícita de casi todo el mundo.

Pero en buena ley hay que decir que actitudes como esta de andar buscando la aprobación o el reconocimiento y la ayuda de entidades foráneas, sin haber empezado por ofrecerles alguna garantía de ganancia, sea presente o futura, pero que sea concreta, trasluce falta de competencia, y equivale a ese despropósito que el refranero describe como “arrear la carreta delante de los bueyes”.

En política no hay espacio para amigos francos ni para aliados incondicionales. Quien no se acoja a esta norma cínica, no prospera, por muy honorable que sea.

Ojalá que el último disgusto sufrido con la visita de Moratinos, más que a quejas inútiles y a reproches sin causa, nos conduzca al mero análisis de lo que puede ganar el gobierno español ninguneándonos y lo que perdería si nos apoya contrariando a un régimen que aplica la máxima divina de “conmigo o contra mí”.

Si en rigor –no obstante todas las justas salvedades que podamos hacer- el movimiento de oposición pacífica dentro de la Isla no ha conseguido ofrecerle a nuestra propia gente algo más que el ejemplo de su valentía, junto a algún que otro premio a la distinción individual y un holgado manojo de sacrificios que no acaban de traducirse en resultados contantes y sonantes, mucho menos podrá ofrecer de cara al ámbito internacional. Y es lo dicho: en ese circo, si no hay caramelo, no habrá baile que valga para nadie.

De cualquier forma, no en todos sus aspectos debe ser mirado como pérdida el nuevo batacazo de Moratinos. Ni siquiera es difícil que repercuta en beneficio neto. Bastará con que sirva para que nuestros opositores interioricen de una vez las reglas del juego y corrijan el tiro, mediante una coordinación de acciones no menos pacifistas, aunque sí mucho menos conservadoras, y más temerarias y desprejuiciadas para luchar por la democracia.

Ni en las casas de lenocinio ni en el panorama político se han hecho sentir jamás los perdedores.