domingo, diciembre 13, 2009

CUBA: GLORIA AMAYA, UNA MARIANA MATANCERA

GLORIA AMAYA, UNA MARIANA MATANCERA



Gloria Amaya González, al centro, en la silla de ruedas. Gloria es la madre de los activistas de Derechos Humanos Ariel, Guido Y Miguel Sigler . Los dos primero guardan prisión y Miguel que ya se encuentra en el exilio

Entrevista a Gloria Amaya González, madre de los hermanos Juan Francisco, Miguel, Ariel y Guido Sigler


— Gloria Amaya González, de 75 años, nació en el pueblo Navajas, cercano a Pedro Betancourt. Más de 30 años vivió en ese lugar y después fue a residir al reparto Pueblo Nuevo. Luego se mudó a la calle 22 # 1910 entre 19 y 2, donde vive hace más de 40 años. Gloria dice que recibió una buena educación de sus padres, la misma que proporcionó a sus hijos. "Ellos pasaron una etapa no mala porque nacieron en un gobierno muy distinto. Yo podía en esa época darle lo que ellos querían comer y lo que ellos podían comer. Pero de ahí para acá los otros, María Victoria, Miguel y Ariel tuvieron que vivir una muy mala porque no teníamos nada con qué sostenerlos", narra la señora Amaya.
P: ¿En qué ha trabajado usted?
R: En la casa, lavaba y planchaba para la calle. Mi esposo, Liberato Sigler, se tuberculizó, y yo tuve que hacerme cargo de todos mis hijos. Estaban estudiando, ellos nunca dejaron de hacerlo y yo sola ahí manteniéndolo todo, pagando alquiler, la casa, porque esta casa el gobierno no me la regaló, como dicen ahí cuando se paran a gritar en los actos de repudio. Esta casa me la alquilaron a $13.30, cosa que me veía apretada porque tenía que lavar y planchar mucho.
P: ¿Alguna anécdota de esos años?
R: Bueno, pasé mucho trabajo en este gobierno, en específico no tenía dinero para comprar las cosas como el carbón. Tenía que cocinar con lo que encontrara, con cáscaras de caña, con tusas, para que mis hijos no se quedaran sin comer lo que yo pudiera buscarles. Me puse a trabajar recogiendo papas con todos ellos chiquitos. De allí venía con unas cuantas papas, escondidas, porque ni eso me dejaban traer para la casa. Un día cogí una insolación que por poco me muero, al sol pelado, ahí luchando y luchando. El jefe de eso era muy tacaño y no dejaba que nadie cogiera papas, registraba todos los cubitos cuando la gente se iba.
A mis hijos no los dejaba salir, les decía, ustedes en su casa, no tienen que molestar a nadie. Aquí los vecinos hablan muy bien de ellos, a nadie le pedí un plato de comida ni un trapito de vestido. Si yo podía comprarle una camisita a uno se la compraba, si podía un par de tenis a otro se lo compraba, pero nunca le pedí nada a nadie… fui muy pobre, muy pobre, lo único que tenia era lo que trabajaba.
Me levantaba a las 3 a.m. y eran las 6 de la tarde y todavía estaba parada lavando y planchando y atendiendo a mis hijos. Todos estudiaron. Juanito es licenciado en economía, Guido es técnico medio, también en economía, Miguel es técnico en construcción civil, Ariel es licenciado en cultura física y María Victoria es enfermera.
P: ¿ Cuándo se inician ellos en la oposición?
R: Ariel trabajaba en una escuela, allí le hicieron el proceso de la juventud comunista. El veía que las clases que tenía que dar no estaban en correspondencia con las edades de esos niños. Era política y adoctrinamiento por encima de los contenidos y de otras cosas que él piensa que son las que deben recibir los alumnos. El veía todo eso y decía que no. Entonces lo fueron alejando y alejando hasta que le dijeron que no podía seguir en ese trabajo. El dijo que muy bien y rompió el carné de la juventud. Con Juan Francisco y Guido pasó igual. Ellos nunca pertenecieron a este gobierno porque no les gustaba, igual que a mí. A mí desde niña nunca me gustó el comunismo, lo digo así, y me paro y lo digo así porque este comunismo es un solo partido y aquí han venido a obligarme a que vaya a votar, pero yo no quiero ir a votar porque no me da la gana, porque en ningún gobierno me han obligado a votar.

( GLORIA AMAYA GONZALEZ, UNA MARIANA GRAJALES DEL SIGLO XXI
..."Vinieron los de las Brigadas de Respuesta Rápida con palos, se metieron en la casa y rompieron todo lo que encontraron: la bandera, un retrato de Martí lo rompieron, los carteles, uno de ellos con las fotos de los niños que murieron en el remolcador 13 de Marzo. Nos dijeron que esas cosas afeaban el ornato público, gritaban desaforadamente que nos iban a aplastar, vamos a acabar con la gusanera, la gusanera tiene que irse, que se vayan que dejen la casa y que se vayan..." )

P: ¿Cómo califica UD. las elecciones del poder popular?
R: Esas votaciones no tienen validez ninguna, son votaciones postuladas por el gobierno y el gobierno es el que pone a toda la gente esa ahí. No me siento representada y nadie puede venir aquí a pedirme que vaya a votar.
P: Cuénteme sobre la represión que han sufrido sus hijos por parte de la policía política.
R: Ha sido mucha, recuerdo el 10 de diciembre del año 2000. Mis hijos fueron al parque del pueblo a ponerle flores a Martí y muy bueno que quedó aquello. Muchas personas participaron. La policía puso un altoparlante para que no se oyera lo que decían los de los derechos humanos, después fueron dispersados. Ese día no arrestaron a nadie, pero les prohibieron volver al parque y mis hijos contestaron que volverían porque Martí no es de los comunistas, Martí es de todos. Tenemos todos el derecho de ponerle flores. En 2001 los arrestaron en esa misma fecha, fuimos a la estación de policía y allí dijeron que no sabían nada. "¿Cómo no van a saber si ustedes se los llevaron?", les dije. Luego nos enteramos de que los montaron en una guagua después de quitarles todas sus cosas y los fueron dejando por separado muy lejos del pueblo; eso es criminal, eso no se hace. Después vinieron los actos de repudio, ya Ariel estaba preso y Guido también, condenados a 8 y 6 meses. Vinieron los de las Brigadas de Respuesta Rápida con palos, se metieron en la casa y rompieron todo lo que encontraron: la bandera, un retrato de Martí lo rompieron, los carteles, uno de ellos con las fotos de los niños que murieron en el remolcador 13 de Marzo. Nos dijeron que esas cosas afeaban el ornato público, gritaban desaforadamente que nos iban a aplastar, vamos a acabar con la gusanera, la gusanera tiene que irse, que se vayan que dejen la casa y que se vayan. Decirme a mí que deje la casa, esta casa que me la cobraron tan caro.
Ellos son mis hijos y los apoyo siempre porque no están haciendo nada malo. Las autoridades violan los derechos humanos. Mis hijos denuncian esas violaciones, pero el gobierno no quiere que esas cosas se sepan. Antes no se sabía nada de lo que pasaba, ahora se sabe. También golpearon a Juan Francisco y le partieron la cabeza y les dieron golpes a mis nietos Ulises y Gulliver. A mí me patearon en la espalda, yo sentía las patadas que eran fortísimas, por esta causa ahora no puedo caminar. De joven ya tenía problemas en la columna con una ligera escoliosis, pero ahora me la acabaron de desbaratar más todavía. Eso es criminal. A mi hijo Miguel le fracturaron una costilla ese día. En otros actos de repudio que nos han hecho, y no sólo a nosotros sino a la familia de Ángel Moya, ahora preso de los 75. En el año 2001 se pararon frente a la casa de Moya, aún estaba viva su madre, gritando que saliera Castillo, un opositor. Entonces todos los que estaban en la casa dijeron que si lo detenían a él los tendrían que detener a todos, cosa que pasó. Los montaron en una guagua a la que los comunistas le pusieron un cartel que decía "el transporte de la gusanera", y se los llevaron para la estación de policía.
En 2002, durante otro acto de repudio, el 28 de enero, fecha del nacimiento de Martí, se pararon los de las Brigadas de Respuesta Rápida, que estaban borrachos, frente a la casa, con latas de petróleo encendidas que después tiraron al portal; casi provocan un incendio, mi nieta echó agua mientras todos éramos presas del terror. Eso es criminal, eso no se hace.
Gracias a Dios, después del año 2002 no ha habido más actos de repudio, aunque los comunistas nos siguen reprimiendo de otras formas. Mira a mis hijos Guido y Ariel, condenados en 2003 a 20 y 25 años, y Miguel que también estuvo preso y fue liberado hace poco.
P: ¿Qué puede decirme del 18 de marzo de 2003?
R: Ese día iban a inaugurar una biblioteca independiente en el pueblecito de Navaja, lugar donde nací. Salieron para allá Guido, Ariel y la sobrina. Eran las 9 de la mañana y no habían llegado a la calle Real y dos perseguidoras se llevan a Ariel. Él preguntó por qué era detenido si no había cometido delito. Se tiró en la calle y entonces lo arrastraron y se lo llevaron. Me dijeron que gritó ¡Vivan los derechos humanos! y ¡Libertad para los presos políticos!
De todas formas la biblioteca se inauguró. Ya eran las 2 de la tarde y Ariel seguía desaparecido. Entonces mi hijo Miguel, junto a otro opositor, llamó a la periodista Fara Armenteros reportándolo como desaparecido. Entonces, cuando regresaba, vio un tumulto en la casa y pensó que yo me había muerto, esto estaba lleno de policías, de la Seguridad del Estado con cámaras, el fin del mundo. A Miguel no lo dejaron entrar y lo golpearon salvajemente. Entonces alguien me dijo que se lo habían llevado arrastrado y por los pelos. Yo no vi más nada porque hice así y me desplomé. Y dicen que me levantaron y llevaron con un infarto para terapia intensiva en el hospital de Jovellanos. Después me contaron que Guido salió conmigo en sus brazos y los policías le dijeron que me montara en el patrullero y él les respondió que prefería que me muriera antes de montarme en ese carro. Ya en el hospital no supe que se lo habían llevado preso. Yo desperté y me pregunté ¿dónde estará mi hijo? ¿Por qué no viene a verme? Entonces mi hija María Victoria me contó que se lo habían llevado esposado sin que pudiera despedirse de mí, no lo dejaron, eso fue criminal, eso no se hace.
P: Hábleme sobre las visitas que le hace a sus hijos en las prisiones.
R: Lo más triste de la vida, porque nunca vi a un hijo mío preso. Ese día me levanto a las 4 de la mañana a preparar las condiciones. Mi silla de ruedas que la tengo gracias a los hermanos del exilio y voy en un carro que también pagan ellos, que por cierto me cobran carísimo. Si no fuera por esto no podría visitarlos, me cobran de 35 a 85 dólares. Cuando llegamos a la prisión nos tienen ahí al sol. Nosotros llegamos a tiempo, puntuales. Ellos nos tienen al sol hasta que les parece, caminan para acá y caminan para allá y no nos atienden. Dicen: esperen que ya les avisaremos, no se apuren y el sol quemándonos. Entonces a las cansadas, a la hora que a ellos les da la gana, a las 11 de la mañana me llaman y la visita no llega a las dos horas que están reglamentadas. Esto sucede con las vistas a Ariel. A Guido no puedo verlo casi nunca, porque en la prisión de Agüica sólo dejan entrar a dos personas. Su hermano y su hija, mi nieta, son los que entran, yo lo saludo y tengo que salir enseguida.
Recuerdo una anécdota en la cárcel de Guamajal en Villa Clara donde está Ariel. Esa fue la primera visita desde que lo trasladaron desde Ciego de Ávila. Ese día fui con los sellos que tienen las fotos de mis hijos puestos en mi pecho, las mujeres que estaban también para visita se me acercaron y me preguntaban sobre los sellos porque primeramente pensaron que eran las fotos de los espías. Yo les respondía que ésos eran mis hijos que están presos injustamente y condenados a tantos años, 20 y 25 años. Bueno ése es el gobierno que hace lo que le da la gana, ellas me miraban y no decían nada. Después el reeducador de Ariel habló con Juanito y le dijo que si la vieja se quitaba los sellos me dejaban pasar, si no, no. Juanito viene y me lo dice y yo le respondí que si no me dejaban pasar no me importaba. Estos son mis hijos, lo único que no puedo tener en mi pecho es una foto del Che Guevara ni de esos cinco espías asesinos que ayudaron a que mataran a esos infelices de Hermanos al Rescate, que sólo salvaban vidas en el Estrecho de la Florida, pero mis hijos no me los pueden quitar porque yo duermo con esas fotos. Entonces fueron adentro para que Ariel me convenciera de que me quitara las fotos y él les dijo que respetaba mi decisión. Ese día no lo pude ver. Después no se han metido más conmigo, llevo, aunque tapados como puedo los sellos y ya cuando estoy adentro y me los ven no me dicen nada.
P: ¿Tiene un mensaje para las madres de los presos políticos cubanos?
R: Pido tanto a la opinión pública nacional como internacional que recuerden que aquí las madres tenemos a nuestros hijos presos, que todas necesitamos que pongan su granito de arena para que sean finalmente liberados, porque están presos injustamente. Nosotras las madres estamos sufriendo mucho, nuestros hijos nunca han estado encarcelados tanto tiempo. El gobierno de Fidel Castro los ha reprimido violentamente condenándolos a penas de 15, 20, 25 años, eso no es causa, ninguno de ellos ha matado a nadie. A las madres les digo que tengan mucha fe, como yo, en Dios, que el señor va a poner su mano para que sean liberados. Pido por mi hijo Guido que está muy mal en la enfermería de la cárcel de Agüica, sin medicina ni atención médica, que no lo dejen morir, que me lo entreguen vivo, que soy la madre.

Por Roberto Santana Rodríguez
Cubanet
Distribuye:
Miguel Sigler
La Nueva Cuba
Diciembre 13 2009