CUBA: RACISMO
RACISMO
Por José Antonio Fornaris
Periodista independiente.
fornarisjo@yahoo.com
Managua, La Habana, 28 de enero de 2010, (PD) Bajo el título “Una batalla cubana contra el racismo”, el programa Mesa Redonda de la televisión nacional (estatal) abordó el jueves 21 del mes actual esa problemática en Cuba.
Es tan inusual que ese tema sea sacado a la luz pública de forma oficial o semioficial , que uno de los seis participantes en el panel, casi todos intelectuales negros, dijo que cuando le invitaron a tomar parte, le pareció mentira que se fuera hablar de esa situación en la Mesa Redonda.
En los primeros años de la década del 60 del pasado siglo, el régimen decretó la terminación del racismo en Cuba, pero la realidad ha sido otra bien distinta.
Los participantes, todos de una u otra forma oficialistas, coincidieron, en mayor o menor medida, en que la situación obedece a cuestiones históricas y culturales. Pero eso es sólo un pedacito del oscuro témpano.
No obstante, hubo coincidencia en que hay racismo. Y es conocido que para cualquier problema hay tantas justificaciones como la mente humana sea capaz de hilvanar, pero el problema existe.
La salomónica solución aportada fue explicarles bien a los niños y jóvenes en los centros de estudios todo lo relacionado con la cuestión racial, incluyendo sus aristas, en la nación.
Nada dijeron sobre lo necesario de la calidad de vida, la moral, la preocupación cívica y la libertad individual en todas sus manifestaciones para combatir y derrotar el racismo y cualquier tipo de segregación.
En los primeros años de la fundación de la República, entre el pequeño grupo de integrantes de la Cámara Alta estaban Juan Gualberto Gómez y Morua Delgado, eran negros. Pero no estaban allí por el color de su piel, sino porque eran parte de un conjunto de brillantes cubanos y porque la realidad del país lo permitía. Además, todos habían salido de un huerto en el que estaban bien delineadas las raíces morales.
Según cifras oficiales, el 70% de los cubanos actuales nacieron después de la imposición del sistema comunista. Tiranía de izquierda al fin y al cabo, terminó, o vetó, el patrimonio de ideas que tenía la nación, y la riqueza moral, distribuida o condensada -incluida la enseñanza cristiana- con la que contábamos los cubanos.
A todo eso agreguemos que existe un grupo que posee un desenfrenado apego al poder, que ha convertido la política nacional en un marcado interés de casta, donde nadie que no sea afín a esa élite medieval tendrá la posibilidad de poner todas sus potencialidades a favor de la nación y del suyo propio.
Veremos que así el racismo continuará, porque al final, todos estamos sometidos a una humillante segregación.
fornarisjo@yahoo.com
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