jueves, enero 28, 2010

CUBA: Tres fuentes sospechosas sobre los enfermos siquiátricos fallecidos en Mazorra



Tres fuentes sospechosas


Por Don Alternán Carretero

Quizás nunca se sepa el número exacto. Tal vez la sombra se trague para siempre la verdad. Los huecos de la memoria se crean. Los gobiernos conocen cómo hacerlo. Quién sabe si la razón de la muerte no fue el frío y el deterioro de los servicios médicos y de la instalación. Es demasiado sensible para la política nacional el hecho de las muertes por hipotermia de varias decenas de pacientes en el hospital psiquiátrico de La Habana como para que el gobierno no lo convirtiera también en “un secreto de estado” o en los orates que nunca murieron.

Las fuentes sobre el caso resultan muy veleidosas. Todas de una forma u otras arrastran la rémora de una historia reciente que si no las invalida, por lo menos, las torna sospechosas.

Elizardo Sánchez Santacruz, quien fuera una figura emblemática de la disidencia cubana y fue reconocido como el agente “Juana” de la policía política por las autoridades cubanas, luego de los sucesos de la primavera de 2003 que llevó a la cárcel a 75 opositores y periodistas independientes, aseguró que los muertos eran entre 20 y 24.

El Ministerio de Salud Pública, entidad que está permanentemente bajo el escrutinio de la Dirección General de Inteligencia, se rige por los estatutos del Partido Comunista de Cuba y responde directamente a las esferas más altas del gobierno, entregó a los medios locales una nota en la que afirmó que se trataba de 26, reconociendo inmediatamente la información brindada por Sánchez Santacruz, en un hecho poco usual.

( Manuel David Orrio, el agente “Miguel” )

Manuel David Orrio, quien también fuera reconocido por el Ministerio del Interior cubano como el agente “Miguel” infiltrado en las filas del periodismo independiente y quien fuera el principal testigo en los juicios sumarísimos llevado a cabo contra esos comunicadores en abril de 2003, ni corto ni perezoso, señala en un texto aparecido en Kaosenlared que un psiquiatra dijo en una reunión de colegas que eran 33, mientras otro puntualizaba que eran 34.

Tantas cifras dispares harían dudar al más crédulo. Sobre todo cuando provienen de fuentes que acostumbran a la duplicidad de servicios. Y es entonces que comienzan a surgir preguntas más inquietantes y hasta algo sórdidas, ¿por qué no?

¿Cuál será la cifra exacta? ¿Qué objetivo persiguen? ¿Qué desean ocultar tras este cacareo que puede devenir cortina de humo de un escándalo mayor? ¿Morirían realmente de hipotermia? ¿Se realizarán autopsias que así lo demuestren? ¿Serían realmente enfermos mentales los que murieron? ¿No serían conejillos de india del Instituto de Biotecnología? ¿Quizás amotinados en una cárcel luego implantados en Mazorra? ¿Tal vez funcionarios reformistas peligrosos de los que había que deshacerse con discreción? ¿Accedieron y accederán Orrio o Sánchez Santacruz a la verdad con su inteligencia propia o estarán accediendo a parte de la verdad por medio de la manipulación de la Inteligencia Cubana? ¿Se conocerán alguna vez los nombres y apellidos de los muertos? Yo lo dudo, y creo tener razones. Conozco al pájaro por el trino. Lo he oído cantar muchas veces durante cincuenta años. Una prensa militante muy entrenada en la defensa de las verdades oficiales, falta de credibilidad y absolutamente privada de trasparencia produce esos raros fenómenos de la comunicación.