sábado, mayo 15, 2010

El Salvador: los costos de la impunidad de los crímenes llevados a cabo durante la guerra

Nota del Bloguista

Sobre el asesinato de Roque Dalton se puede conocer mucho más en:
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Tomado de http://www.cubaencuentro.com

El Salvador: los costos de la impunidad

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Treinta y cinco años después del asesinato del poeta Roque Dalton, su familia denuncia el nombramiento para un alto cargo público de uno de sus asesinos en el gobierno de Mauricio Funes
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Por Haroldo Dilla
Santo Domingo
| 14/05/2010

El poeta Roque Dalton.

Roque Dalton, el poeta que nos ha acompañado tanto en nuestras desventuras amorosas como en nuestros sueños por un mundo mejor, vuelve al escenario. Ahora se trata de una justa reclamación de su familia sobre el nombramiento en un alto cargo público en El Salvador de uno de sus asesinos: Jorge Meléndez, conocido como el comandante Jonás, un jefe guerrillero implacable que carga en sus espaldas más de un ejecutado, tras juicios sumarios en los que la suerte ya estaba decidida.

( Roque Dalton )

El inolvidable Roque Dalton llegó a El Salvador a mediados de los 70s para incorporarse a una organización guerrillera denominada Ejército Revolucionario del Pueblo, integrante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Había llegado de Cuba, donde dejó una profunda huella afectiva y literaria, así como su familia con la que nunca más se reuniría. Poco tiempo después de su llegada, Dalton fue asesinado acusado de agente de la CIA, tras un patético juicio sumario. Los ejecutores de Dalton, hasta el momento, solo han tenido que asumir el peso moral de sus crímenes. Uno de ellos Rivas Mira desertó del grupo guerrillero junto con un botín obtenido como rescate de un empresario secuestrado que previamente había sido asesinado. Otro, Joaquín Villalobos, se codea con el jet set de los consultores internacionales, asesorando aquí y allá sobre cómo prevenir conflictos en la era de la globalización. Y ahora Meléndez nombrado cuasi ministro en un gobierno que muchos hemos querido ver como un renacimiento de la dignidad salvadoreña.

Ello es un reflejo de un mal que la sociedad salvadoreña debe resolver: la impunidad.

Toda guerra es un rosario de violencias y víctimas que pudieran haberse evitado si hubieran existido canales alternativos a la violencia, creíbles y efectivos. Y El Salvador tuvo una larga guerra de más de una década. Pero en las guerras también se producen actos criminales que exceden a la violencia entre las partes contendientes y se ceban en la población civil o en personas indefensas de manera intencional y esos actos criminales no pueden ser perdonados. Por eso, apenas concluidos los acuerdos de paz de Chapultepec que cerraron el conflicto armado en El Salvador, fue nombrada una Comisión de la Verdad encabezada por el expresidente colombiano Belisario Betancourt. En la primavera de 1993 esta comisión dio su informe de los miles de casos de actos criminales, donde ambas fuerzas contendientes se vieron involucradas, aunque la mayor parte, y la parte más atroz, correspondió al gobierno, su ejército y sus escuadrones de la muerte. Baste recordar, por ejemplo, la masacre de más de un millar de habitantes del poblado de El Mozote, incluyendo muchos niños, o la matanza de centenares de personas que intentaba huir a Honduras en la zona del Río Sumpul. O, de manera más selectiva, el asesinato de Monseñor Romero en 1980 —una de las figuras más preclaras de la historia salvadoreña— o de los sacerdotes jesuitas y sus colaboradores masacrados en 1989 en la UCA.

( Jorge Meléndez, conocido como el comandante Jonás )

Unos pocos días después de la entrega del informe, el parlamento salvadoreño dictó una ley de amnistía que perdonaba todos los crímenes cometidos durante la guerra. Desde entonces los gobiernos salvadoreños han estado saturados de criminales de toda laya que la ley perdona, pero no así la decencia.

El caso ahora de Meléndez, un hombre que ha exaltado públicamente el estigma de haber participado en la muerte de Dalton, vuelve a colocar sobre la mesa el gravoso precio de la impunidad. El justo y sentido reclamo de la familia de Roque Dalton, el poeta de los mejores momentos de nuestras existencias, podría ser un reclamo de todos y todas, y un primer paso para que la justicia hurgue en los cotos protegidos por la nueva trama de poder tejida en Chapultepec.

Creo que Roque Dalton no lo hubiera hecho de otra manera, quizás cumpliendo aquel íntimo deseo: “…y que mis venas no terminen en mi/sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida…”

© cubaencuentro.com
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Marulanda no puede contestar a Fidel

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Nunca aceptó Marulanda acudir a La Habana para que Fidel le dijera lo que tenía que hacer en Colombia
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Por José Manuel Martin Medem
2/12/2008


En su reciente libro sobre Colombia, Fidel se preguntaba si fue objetivo y justo en su análisis sobre Marulanda publicado en el Granma el 5 de julio. ¿Por qué no se hace la misma pregunta sobre sus 'reflexiones' del 3 de julio, también en el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, cuando consideraba que, en contra del criterio de las FARC, ahora es posible una negociación en Colombia?

Asegura Fidel en su libro que Cuba recomienda "desde hace más de veinte años" que los insurgentes latinoamericanos se orienten hacia as negociaciones. En 1993, en la clausura del V Encuentro del Foro de Sao Paulo, el Comandante dijo que "vemos con claridad que ahora, en este momento, en estas circunstancias, la lucha armada no es el camino más prometedor". En todas las ocasiones el que habla es el Secretario General del Partido Comunista de Cuba.

¿En qué resolución de qué congreso del PCC se ha declarado agotada la vía de la lucha armada que la Revolución Cubana consideraba la única posible para alcanzar y mantener el poder en América Latina? ¿En qué resolución de qué Congreso del PCC o discurso público de Fidel se ha rectificado la lectura que la Revolución hacía de la vía chilena al socialismo?

Escribió Fidel el 5 de julio en el Granma sobre Marulanda: "Concebía una larga y prolongada lucha, un punto de vista que yo no compartía. Nunca tuve posibilidad de intercambiar con él". Dicho de otra manera menos sutil: nunca aceptó Marulanda acudir a La Habana para que Fidel le dijera lo que tenía que hacer en Colombia.

La misma actitud que mantenía Salvador Cayetano Carpio (el comandante Marcial) en El Salvador cuando las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) sostenían la 'guerra popular prolongada', en contra de la guerra para la negociación impulsada por Joaquín Villalobos con el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), dos de los grupos que componían el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Fidel apadrinó a Villalobos y lo recuerda en su libro sobre Colombia, aunque sin dar su nombre: "Dediqué, personalmente, decenas de horas en transmitirle experiencias, ideas, tácticas y principios de la guerra. No dudó en aplicarlas". ¿Por qué habla Fidel sobre Villalobos en un libro dedicado a Colombia? Literalmente, para quitarse un muerto de encima. Desde Cuba enviaron al ERP al poeta salvadoreño Roque Dalton, y Villalobos fue (él lo ha reconocido) uno de los responsables de que lo liquidaran (hay versiones que incluso ponen el arma en su mano), acusándolo simultáneamente de ser ¡agente de la CIA y de los servicios secretos cubanos!

A pesar del asesinato de Dalton, Fidel eligió a Villalobos como cabeza del FMLN. Con él caminaron hacia la negociación con el argumento cubano (de Fidel) de que había que parar la guerra en El Salvador para proteger a Cuba y Nicaragua frente a los ataques de Estados Unidos. Pero no sólo participó en aquel crimen sino que, después de la negociación, Villalobos traicionó al FMLN, pactó con la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), el partido de los 'escuadrones de la muerte', y se ha convertido en un consultor internacional sobre conflictos que ¡asesora al presidente Uribe contra las FARC!

No me extraña que ahora Fidel quiera establecer distancias y llegue incluso a escribir lo siguiente sobre la implicación de Villalobos en el asesinato de Roque Dalton: "Había conocido al personaje cuando era militante y jefe del ERP. Realmente desconocía el bochornoso hecho que se le imputa". Miente Fidel. Y miente indignamente. ¿Sería capaz de mantener ante los hijos de Roque Dalton, que vivían en La Habana cuando mataron al poeta, que no sabía hasta ahora que Villalobos (su querido Villalobos) participó en el crimen? ¿Sería capaz de mantenerlo en un debate público? En realidad nunca ha aceptado un debate en condiciones de igualdad. Por eso escribe ahora contra Marulanda. Porque el comandante de las FARC está muerto y no le puede contestar.

Codo a Codo. Kaos en la Red

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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "El Salvador: los costos de la impunidad de los crí...":

La familia de Roque Dalton acusa a un tal Meléndez de ser el asesino del poeta comunista.

A la denuncia familiar se le sumó primero Eliseo ‘Lichi’ Diego, un chico tan sentimental que delató hasta a su propio padre; y ahora se le engancha Haroldo Dilla, así como por casualidad. ¿Creeis vosotros en las casualidades? Yo, no mucho.

Haroldo, que se identifica como marxista a ritmo de merengue, debiera no olvidar aquello de no separar la esencia del fenómeno. Así que yo le sugeriría que acuse directamente a los Castro, que son los verdaderos causantes de la violencia espantosa que sacudió a El Salvador hasta fines de los 80, cuando los rusos dejaron de interesarse por ese pequeño país.

Está bien que la familia se interese por que se le haga justicia a Roque, y los cubanos la apoyen. Uno tiende a simpatizar con su hijo, criado en Cuba y actualmente muy crítico del castrismo. De modo que cabe condenar el asesinato, pero no llegar al punto de idealizar a un poeta comunista, entrenado en Cuba para ejercer en su país la violencia sistemática orientada por los Castro.

Roque Dalton llegó a escribir cursilerías tan abominables como ésta: "el socialismo es una aspirina del tamaño del sol". Que sea el poeta de cabecera de Haroldo Dilla me hace compadecerlo mucho. Hay que ser realmente daltónico para terminar un artículo con la cita de estos versos infelices: "y que mis venas no terminen en mi/sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida".

Haroldo podrá derretirse de emoción con esa trova revolú-guerrillera, pero a mí me deja haciéndome cruces. Una, porque eso no es poesía ni en mi pueblo ni en el suyo: es teque; 2) porque me repugna el discurso sanguinario de las venas abiertas y ‘la sangre unánime’ (imagen que por cierto le roba descaradamente a Nicolás Guillén, así que no es ni siquiera original) como anticipo de una carnicería cantada desde La habana y de la cual el poeta terminó siendo su víctima más famosa; y (3) porque lo que dice es absolutamente falso. Roque no luchaba por la vida, sino por la muerte, es decir, luchaba por la esclavitud comunista mediante la violencia guerrillera. Aun cuando se pueda admitir que no se daba cuenta de lo que hacía en 1975, eso no hace menos criminal al poeta castrista asesinado por otros castristas en sus luchas intestinas… o intestinales. Treinta y cinco años después sigue siendo tan culpable como su asesino.

Lo mismo que 35 años después hay que ser muy daltónico para afirmar que esa poesía patosa "nos ha acompañado tanto en nuestras desventuras amorosas como en nuestros sueños por un mundo mejor".

Además de ñangarón residual, Haroldo es un nostálgico de los ‘años heroicos’, un miliciano travestido de sociólogo, un cursi de ida y vuelta. Perdónalo, Señor, porque no sabe lo que dice.

FRAY FRANELO con su trova sabatina
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Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "El Salvador: los costos de la impunidad de los crí...":

Muy buen comentario el suyo, Fray Franelo, ya se le extrañaba por estos lares. Haroldo Dilla arrolla en la misma comparsa que López-Calleja-Levy, por eso es que escriben casi a dos manos en cubaencuentro.com, lugar donde al parecer estoy vetado de poner los puntos sobre las íes de estos susodichos...

Saludos,

chicho el cojo

2 Comments:

At 6:42 p. m., Anonymous Anónimo said...

La familia de Roque Dalton acusa a un tal Meléndez de ser el asesino del poeta comunista.

A la denuncia familiar se le sumó primero Eliseo ‘Lichi’ Diego, un chico tan sentimental que delató hasta a su propio padre; y ahora se le engancha Haroldo Dilla, así como por casualidad. ¿Creeis vosotros en las casualidades? Yo, no mucho.

Haroldo, que se identifica como marxista a ritmo de merengue, debiera no olvidar aquello de no separar la esencia del fenómeno. Así que yo le sugeriría que acuse directamente a los Castro, que son los verdaderos causantes de la violencia espantosa que sacudió a El Salvador hasta fines de los 80, cuando los rusos dejaron de interesarse por ese pequeño país.

Está bien que la familia se interese por que se le haga justicia a Roque, y los cubanos la apoyen. Uno tiende a simpatizar con su hijo, criado en Cuba y actualmente muy crítico del castrismo. De modo que cabe condenar el asesinato, pero no llegar al punto de idealizar a un poeta comunista, entrenado en Cuba para ejercer en su país la violencia sistemática orientada por los Castro.

Roque Dalton llegó a escribir cursilerías tan abominables como ésta: "el socialismo es una aspirina del tamaño del sol". Que sea el poeta de cabecera de Haroldo Dilla me hace compadecerlo mucho. Hay que ser realmente daltónico para terminar un artículo con la cita de estos versos infelices: "y que mis venas no terminen en mi/sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida".

Haroldo podrá derretirse de emoción con esa trova revolú-guerrillera, pero a mí me deja haciéndome cruces. Una, porque eso no es poesía ni en mi pueblo ni en el suyo: es teque; 2) porque me repugna el discurso sanguinario de las venas abiertas y ‘la sangre unánime’ (imagen que por cierto le roba descaradamente a Nicolás Guillén, así que no es ni siquiera original) como anticipo de una carnicería cantada desde La habana y de la cual el poeta terminó siendo su víctima más famosa; y (3) porque lo que dice es absolutamente falso. Roque no luchaba por la vida, sino por la muerte, es decir, luchaba por la esclavitud comunista mediante la violencia guerrillera. Aun cuando se pueda admitir que no se daba cuenta de lo que hacía en 1975, eso no hace menos criminal al poeta castrista asesinado por otros castristas en sus luchas intestinas… o intestinales. Treinta y cinco años después sigue siendo tan culpable como su asesino.

Lo mismo que 35 años después hay que ser muy daltónico para afirmar que esa poesía patosa "nos ha acompañado tanto en nuestras desventuras amorosas como en nuestros sueños por un mundo mejor".

Además de ñangarón residual, Haroldo es un nostálgico de los ‘años heroicos’, un miliciano travestido de sociólogo, un cursi de ida y vuelta. Perdónalo, Señor, porque no sabe lo que dice.

FRAY FRANELO con su trova sabatina

 
At 1:56 a. m., Anonymous Anónimo said...

Muy buen comentario el suyo, Fray Franelo, ya se le extrañaba por estos lares. Haroldo Dilla arrolla en la misma comparsa que López-Calleja-Levy, por eso es que escriben casi a dos manos en cubaencuentro.com, lugar donde al parecer estoy vetado de poner los puntos sobre las íes de estos susodichos...

Saludos,

chicho el cojo

 

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