miércoles, junio 23, 2010

LAS CUENTAS CLARAS ( REFERIDO AL CLIMA EXISTENTE DESPUES DE LAS CARTAS APOYANDO O RECHAZANDO EL PROYECTO DE LEY H.R.4645 DEL CONGRESO NORTEAMERICANO)

Nota del Bloguista

He encontrado a uno tan ¨baracutey¨como yo !! :-)


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Tomado de http://cubanet.org

Las cuentas clarasJustify Full

Por Luis Cino (PD)

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - A propósito del artículo De cartas y de firmas, se me han acercado varias personas asombradas (o enviadas) para preguntar qué se ha hecho de mi moderación y sentido de lo políticamente correcto. Supongo que ambas virtudes sigan exactamente en el mismo lugar que estaban. O sea, bien al centro del pecho y con una ligerísima, casi imperceptible inclinación al lado izquierdo. Creo que por ahí, si los golpes y las decepciones no lo mudaron, debe andar el corazón.

Si acaso, lo que me preocupa un poco es mi capacidad para hacerme entender últimamente por algunos. Con lo mal que huele para mi olfato el mejunje de gato por liebre que cocinan por ahí, miren que trato de evitar los circunloquios. Pero ni modo. Para algunos, es como si hablara en swahili.

Hablemos claro. No tengo absolutamente nada contra el derecho de los norteamericanos a viajar a Cuba. Tampoco creo que la avalancha de turistas de Estados Unidos vaya a provocar, ni aunque traigan las trompetas de Jericó, la caída del régimen. Pero me malinterpretan los que piensan que francotiroteo a mansalva contra la carta de los 74. A nadie se le ocurra ponerme en la lista de los 300 ni en ninguna otra. De un tiempo a esta parte hago alergia a los listados. Repito. Sólo quiero estar en la lista de los que exigen la libertad de los presos políticos y de conciencia.

Para firmar algún documento que aparezca por mi ruta, tengo primero que tocar madera, mirar si no hay algún gato negro por los alrededores y tomar el lápiz con la mano izquierda, después de orinar.

Con tantas trampas, oportunistas y chivatos de toda laya, me pongo paranoico hasta niveles victroleros y desconfío -¡ay los bolerones, yo que me creía rockero!- hasta “de los amigos que dicen ser amigos, de las mujeres que mienten al besar”.

Con el malware del camarada Ramirovich y los ciber-nenes de la Universidad de Ciencias Informáticas, ya ni en el teclado de la PC se puede confiar. Figúrense que quedará para los protagonistas que se quedaron sin casting, los monaguillos con salterio y cencerro, los ingenuos de carroza, las esposas desesperadas y los que truecan firmas por tarjetas blancas. De veras que no quiero estar en esa película. Ni siquiera pasar por el cine.

Que no me vengan con chismes ni con intrigas. No me interesa saber quiénes son los agentes. Que hagan su trabajo, y no molesten al prójimo. ¡Qué me libre Mao de tanta sombra chinesca! Allá mis “amistades peligrosas” si no soportan las cuentas claras…

luicino2004@yahoo.com
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CUIDADO CON LO QUE FIRMAS


Por Luis Cino

Periodista independiente.
luicino2004@yahoo.com

Arroyo Naranjo, La Habana, 17 de junio de 2010 (PD) Estoy seguro que si mi amigo Adrián Leyva aún estuviera entre nosotros, habría firmado un reciente documento de 74 opositores cubanos que pide el levantamiento de las prohibiciones para viajar a Cuba de los ciudadanos norteamericanos. Pero es sólo una suposición. Adrián murió en el mar hace poco más de dos meses en el intento de regresar a Cuba. Lo dejaron sin otra opción los que se arrogan a mano armada, con llave, candado y ganzúa, desde hace medio siglo, el monopolio de la patria. Por supuesto, Adrián dedicó sus últimos años, tanto en Cuba como en el exterior, a luchar contra las aberrantes leyes migratorias de la dictadura que impiden que los ciudadanos cubanos puedan entrar y salir libremente de su país.

De eso se trata. Está muy bien abogar por la libertad de viajar de todas las personas en el mundo, también de los norteamericanos. De hecho, no firmé el documento porque nadie solicitó mi firma. No hubiera tenido inconveniente, pero me pregunto si no sería mucho más importante y urgente reclamar, con la misma energía, el fin de las prohibiciones de viajar para los cubanos.

¿Qué hay con los ciudadanos cubanos que no pueden salir si no es con una humillante tarjeta blanca del MININT en la mano y los que no pueden regresar sin el permiso de los chantajistas sabuesos mordedores de las embajadas del régimen en el exterior? ¿Acaso importan más los dólares de los turistas “yumas”? ¿Ya se comprobó fehacientemente que los verdes billetes de los viajeros son el “ábrete sésamo” a la democracia?

En los tiempos confusos y procelosos del pre-post-castrismo que dice Alfredo Guevara (confieso que me empieza a gustar el término), hay que tener mucho cuidado con lo que se firma. Lo mismo si es un documento traído (de la mano o por los pelos) por opositores (de verdura o de mentiritas) que un acta de advertencia de la PNR.

Por estos días, hay demasiadas trampas caza-bobos. Y lo que es peor, demasiados oportunistas, despistados, protagonistas que se quedaron fuera de casting, ingenuos de carroza (fúnebre) y disfrazados de muerto, monaguillos con salterio y cencerro, sotaneros y ensotanados, jugadores de la novena manigüera de los guiñitos al régimen, esposas desesperadas y chivatos. Los de siempre y los de nuevo cuño. Tantos que no sabe uno ya a qué atenerse. Con el malware, ese que anda, achinado y de la mano de Don Ramiro y los ciber-babies de la UCI, ya ni en el teclado de la PC se puede confiar enteramente. Menos en las tantas boberías que lees en la pantalla del ordenador, vengan de donde vengan.

Y miren que es malo ponerse paranoicos y no tener en quien creer. Porque el colmo es que tan jodidos como estamos, uno tenga que desconfiar cada día un poquito más (ay, los bolerones) hasta “de los amigos que dicen ser amigos, de las mujeres que mienten al besar”. Qué digo entonces del primer papelón que aparezca. Y peor: de los que piden otro voto de confianza para los que siempre nos engañaron.

Pero sin exagerar. Sólo hablo de tomar precauciones. No de derribar paredes por si tienen oídos (o micrófonos), degollar a ciertos mensajeros o sumarse al mitin de repudio contra el conciliábulo y los conciliadores. Detesto las intolerancias y los arranca-pescuezos. De todo diálogo, si no es entre sordos, algo positivo puede salir. Por mínimo que sea, es algo donde no hay absolutamente nada. Sólo recomiendo tener los ojos bien abiertos y el bolígrafo o el lápiz (o la pluma de tiñosa, por si acaso y para que no haya casualidades) en el bolsillo. Hasta que realmente valga la pena sacarlo.