jueves, julio 15, 2010

SOBRE EXCARCELACIÓN Y DESTIERRO DE PRESOS POLÍTICOS CUBANOS: Trampas saduceas y victorias pírricas del gobierno socialista español

Trampas saduceas y victorias pírricas



Luife Galeano


Es por todos conocido que los saduceos no tenían inconveniente en hacer alianzas con los extranjeros y en utilizar cualquier otro medio que jugara en su propio beneficio. Dieron pruebas en este sentido al anteponer el bien de la nación al amor a Dios. Así fue cómo en aquel tiempo —nos dice la Biblia—, Caifás propuso en la asamblea que les convenía más que muriese un ciudadano —por Jesús— a que pereciese la nación. Y teniendo presente este cuadro acerca de cuál era el pensamiento saduceo, vemos que estos eran maestros en tender trampas dialécticas. Una trampa saducea es aquella de la que resulta muy difícil salir airoso, puesto que, cualquiera que sea la respuesta que se de, siempre podrán atacarle a uno. A ninguno se nos escapa la trampa del denario al César y la ingeniosa respuesta del Mesías atribuyendo a cada cual su correspondiente tributo; que no estaban imbricados sino que cada cual recibiese el diezmo que le correspondiese.

Ahora resulta que el gobierno español nos propone una pregunta similar a la oposición al plantearle nuestro rechazo a la deportación de los presos políticos liberados. Nos cuestionan nuestro proceder y nos llaman desagradecidos porque no queremos que liberen a los presos ni reconocemos las gestiones realizadas por la administración española.

Están equivocados o, más bien, pretenden hacernos caer en la contradicción. No estamos en contra de la liberación de los presos sino en la forma en que la supuesta liberación va a llevarse a cabo. En primer lugar, hablar de liberación es relativo porque estos presos jamás debieron serlo. Ni las causas que se les imputan eran constitutivas de delito ni mucho menos las exageradas penas a las que fueron sometidos. Por tanto, hablar de presos no es la expresión sino de secuestrados por un régimen totalitario.

(El Presidente del Gobierno Español José Luis Rodríguez Zapatero y el Ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos )

En segundo lugar y siguiendo el mismo razonamiento amparado por el artículo 9 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aparte de no permitirse el arresto y detención arbitrarios de ningún ciudadano, tampoco se permite el destierro de los detenidos. Ha ocurrido en el pasado con la connivencia del gobierno socialista español y ocurrirá una vez más en estas circunstancias que, para abandonar el presidio cubano, los presos habrán de aceptar su extradición. Claro que, ahora han añadido una modificación a la propuesta ya que les exigen que acepten el status de residente en el país de origen porque, de pedir el asilo político, no podrían regresar a Cuba.

Al gobierno socialista español ya le saltó esa espoleta en el pasado. Sin comerlo ni beberlo, se vieron abocados a conceder el asilo político a los últimos liberados cuando era su deseo que éstos aceptasen la residencia y así justificar, ante la opinión pública y ante la UE, que no existían presos políticos. Ahora les conminan desde un principio a aceptar dicho status como condición sine qua non a salir de la cárcel. Sin embargo, dicha coacción no deja de ser agua de borrajas puesto que, en cualquier momento, los futuros liberados podrán solicitar el asilo político en suelo español dado que la propia ley española los ampara.

Tampoco es una justificación la vuelta a Cuba y éstos regresarán a su país sin ninguna cortapisa ni limitación en cuanto el régimen opresor se derrumbe. Regresar antes significaría su entrada en prisión. No olvidemos que se les concede licencia extrapenal y no una liberación incondicional como siempre se ha solicitado por parte de la oposición.

En tercer lugar, la liberación de los presos políticos, por definición, no supone un gesto de transición a la democracia como exige la Posición Común. Por tanto, levantar dicha posición sería hacerlo por las razones equivocadas. La única forma en que se pueden levantar las sanciones sería si se realiza una transición a la democracia y se planifica teniendo como actores a todos los estamentos de la sociedad cubana y ello incluye a la oposición de la isla.

Mientras tanto, el gobierno socialista español intentará vender una imagen de gestos democráticos al tiempo que es vigilado por el gobierno cubano que es quien controla esta iniciativa por mucho que se le llenen los mofletes al Sr. Moratinos pregonando lo contrario. Conociendo al Asere Supremo no existe posibilidad alguna de que los setenta y cinco presos que piensan liberar lo sean de una tacada. Este los hará salir del presidio en función a cómo la UE vaya relajando la Posición Común. Es decir, va a manejar los tiempos y no hará efectiva la liberación si no se deponen las sanciones. El espacio temporal de tres o cuatro meses que están manejando los funcionarios españoles es relativo y carente de base racional; un desideratum. No podemos olvidar que en Cuba los minutos duran ciento veinte segundos y que todo ocurre al albur de los atemporales vientos castristas.

Por lo tanto, si el Sr. Moratinos está intentando vender aires de victoria, que ni se engañe ni intente hacerlo con la oposición cubana. Tal vez consiga una victoria pírrica; esa que se consigue con muchas pérdidas en el bando que, en apariencia, figura como vencedor, de modo que aun tal victoria puede terminar siendo desfavorable para éste. Que no le resulte que, como a Pirro, rey de Epiro, logre una victoria con el costo de miles de sus hombres. Se cuenta que dicho rey, al contemplar el resultado de la batalla dijo: "Otra victoria como ésta y volveré solo a casa" (Ἂν ἔτι μίαν μάχην νικήσωμεν, ἀπολώλαμεν.). Puede que en septiembre —presos aparte y sin la unanimidad requerida de los gobiernos europeos— no se levanten las sanciones manifestadas en la Posición Común y nuestro ínclito personaje regrese a sus establos con el rabo entre las piernas enarbolando banderas de derrotas. Yo, para entonces, lo celebraré en presencia de un delicioso arroz cantonés.