Un cosquilleo interior. Consideraciones tras el tercer encuentro en la Fundación Hispano Cubana con la intervención de las Damas de Blanco
Un cosquilleo interior
Consideraciones tras el tercer encuentro en la Fundación Hispano Cubana con la intervención de las Damas de Blanco celebrado el 7 de octubre de 2010
Por Luife Galeano
No sé qué pasa en estos casos pero se llega a sentir un cosquilleo interior como de mariposas en el estómago; de ansiedad por querer hacer muchas cosas y sentir que no se dispone del tiempo para hacerlas; que hay otras actividades que solicitan nuestra atención y que, al no ser capaces de ponerlas en su sitio, no logramos mentalizarnos de que cuando el compromiso toca, es que toca.
Esa es, en líneas generales, la impresión que tuve sobre el sentimiento primero que debieron tener las Damas de Blanco. Un sentimiento ofuscante de que su compromiso les hacía rebelarse de la rendición de pleitesías diarias; de que los sentimientos cambiaban por cuestiones que, hasta entonces, no eran asiduas o se escuchaban de otras personas; de lejanías; de que eso no les iba a ocurrir a ellas. Unas
mujeres que vieron cómo se convertían en asiduos los otrora tiempos muertos. Llenas de asiduidades enfermizas y agobiantes; de vivir pendientes de la próxima visita; de estar expectantes ante un llamado que podría producirse en cualquier momento o de una cancelación que se atrevía a presentarse en la ocasión menos oportuna.
Entre unas y otras esperaban sin nada que hacer o con demasiadas cosas pendientes imposibles de hacer. Creándose compromisos para rellenar el tiempo muerto; necesitando compromisos para llenar otro tipo de vacío. En ese estado de cosas, lo que en un momento no es más que un espejismo ilusorio termina convirtiéndose en una ley inmutable que cada día se hace más necesario aceptar.
Se ven forzadas a romper con la costumbre; hacerla más esporádica; pensar más en los otros, en los que sufren el presidio que ya no son nombres que escucharon de otras personas sino propios, directos, que, de verdad, importan. Saben que fueron arrancados de sus vidas de forma injusta, por defender lo que parecía indefendible, por levantarse y señalar con el dedo lo que estaba mal, lo deficiente, lo ignominioso Y, en ese momento, se percataron de que la verdadera revelación surge de repente, de que el compromiso aparece por el ángulo menos visible y enseguida saben que eso es lo que andan buscando. Se comprometen y se convierten en la voz del que quieren enmudecer. Se levantan y marchan exigiendo libertades; no sabiendo si, en algún momento se enfrentarán al tira y afloja sin más certeza que los breves atisbos que les da la realidad cotidiana.
Tan breves, tan equivocados, quizás. Nunca sabiendo si, a ciencia cierta, ello es bueno salvo cuando el transcurso del tiempo les va dictando los resultados. Saben en su fuero interno que no quieren ese tipo de certezas pero se han convertido en las pitonisas que adivinan los pasos necesarios para leer el futuro; para tambalear los moldes caducos y portar las antorchas —gladiolos níveos— de una nueva realidad.
Saberlo es llegar a un nuevo confín de la vida donde más allá no hay nada salvo la Libertad. Gracias a ellas encontraremos la puerta que nos conduzca a esa otra dimensión carente de problemas insoslayables.
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