EL LUGARTENIENTE GENERAL ANTONIO DE LA C. MACEO Y GRAJALES CABALGA DE NUEVO
Tomado de http://www.lanuevanacion.com
Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
El próximo martes 7 de diciembre se conmemora el 114 aniversario de la caída en combate del General Antonio Maceo en el potrero de San Pedro, cerca de la ciudad de Santiago de las Vegas, en la Provincia de la Habana. Maceo escribió una de las páginas más brillantes de la historia militar del mundo con su invasión de las provincias occidentales de Cuba.
La llamada Invasión de Occidente comenzó el 22 de octubre de 1895 en Baragua, lugar de su histórica protesta contra el Pacto del Zanjón, y llegó a Mantua, el pueblo más occidental de Cuba, el 22 de enero de 1896. En solo 90 días, Maceo y una abigarrada tropa de 1,400 hombres, muchos de ellos descalzos y mal armados, recorrieron 2,056 kilómetros en setenta y ocho jornadas, sostuvieron 27 combates, ocuparon 22 pueblos y despojaron al enemigo de 2,000 fusiles y 80,000 cartuchos.
Los 200,000 efectivos con que contaba en la Isla en ese momento el Ejército Español no fueron capaces de detener el coraje y el patriotismo de Maceo y su legión de predestinados. En los escasos noventa días que duró la invasión, Maceo libró más batallas y se enfrentó a más soldados que los enfrentados por héroes militares de la estatura de Simón Bolívar y José de San Martín en ese mismo espacio de tiempo.
Para una breve reseña sobre la vida del General Maceo puede visitar
http://www.lanuevanacion.com/articles.aspx?art=452
Pero tan importante como sus hazañas militares ha sido su legado de patriotismo y coraje a las nuevas generaciones de cubanos. Es cierto que los historiadores afirman que Maceo cayó abatido a balazos en el potrero de San Pedro, que los españoles celebraron su muerte como un golpe demoledor a la causa de nuestra independencia y que muchos de sus compañeros de armas cayeron defendiendo su cadáver para impedir que fuera profanado por el enemigo.
Todavía mas cierto aún es que, si bien se ha dicho de Orlando Zapata que “Zapata Vive”, de Maceo podemos decir que “Maceo cabalga de nuevo”. La realidad es que Antonio Maceo y Grajales, más que una página hermosa de nuestra historia, es la historia misma de la lucha del pueblo de Cuba por reclamar su lugar de dignidad y esperanza bajo el sol de la libertad. Una libertad que no tiene color de raza sino transparencia de patria y es la luz deslumbrante que ilumina el camino hacia la concordia, la prosperidad y la felicidad del pueblo cubano.
Para un homenaje poético a este hombre excepcional que sirvió y sirve de inspiración al pueblo cubano en su lucha por la libertad puede usted disfrutar la lectura del CANTO A MACEO visitando
http://www.lanuevanacion.com/articles.aspx?art=451
Como un moderno Cid Campeador Maceo anda librando batallas en los pueblos y los campos, las plazas y las cárceles, las calles y las guardarrayas de su Cuba amada y martirizada. Al igual que acompañó a Orlando Zapata en su generosa inmolación, infunde coraje a Antúnez y a Darsi Ferrer para lanzarse a la calle en desafío a la jauría castrista y estimula a la resistencia a presos indoblegables como Biscet, Maseda, Moya y Sigler Amaya.
Pero como hijo amoroso y abnegado de Mariana tampoco se olvida de las mujeres. Lo mismo reconforta en el cielo a Gloria Amaya que alimenta en Banes el coraje de Reina Luisa Tamayo que anda por la Quinta Avenida del brazo de las Damas de Blanco. Todo por mantener vigente en el Siglo XXI su legendaria Protesta de Baraguá.
Todo por abrir las puertas de esa cárcel gigantesca en que 11 millones de cubanos sufren hambre, cautiverio y muerte ante el bochornoso contubernio de un mundo indiferente. Todo por liberar a su patria de una tiranía en que dos engendros diabólicos de un gallego que una vez combatió y perdió frente a nuestros mambíes, se han dedicado por cincuenta años a emular el odio y el ensañamiento de un régimen colonial contra el pueblo de Cuba.
Resulta, sin embargo, simbólico que el 7 de diciembre de 1896 fuera la antesala del 20 de mayo de 1902. Tenemos la convicción de que este 7 de diciembre del 2010 podría muy bien ser la última estación de un tren que viaja seguro y firme hacia nuestro añorado amanecer de libertad. Y que nuestros dos tiranos compartan muy pronto con su padre putativo Valeriano Weyler una de las calderas del infierno y los cubanos podamos enviarlos definitivamente al basurero de la historia.
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