domingo, junio 19, 2011

Frank País y sus motivos antagónicos con Fidel Castro

Nota del Bloguista


Según un combatiente de la clandestinidad en la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista que era amigo de Frank País y de su familia, me ha comentado en varias ocasiones que Frank empezó a tener ¨carisma¨ cuando empezó a matar pues las personas le temían; el carisma de Fidel Castro quizás tenga el mismo origen. Según esta persona, dos de sus primeros muertos fueron dos personas a las que Frank les había encargado comprar armas y Frank entendió que no le habían hecho un negocio limpio.

Esa misma persona me ha comentado que una persona que había tenido una reunión clandestina con Frank en una casa de Santiago de Cuba, retornó al poco rato porque se le había quedado algo y cuando llegó a esa casa vió a Frank reunido con conocidos comunistas de Santiago de Cuba. Esto último no dice mucho, pues los comunistas, los cuales siempre han sido oportunistas, juegan con casi todas las barajas hasta casi el último momento. Un ejemplo es que varios altos dirigentes comunistas, entre ellos Blas Roca, apoyaron el golpe del 10 de marzo de 1952 llendo a Columbia a darle su apoyo a Batista, mientras que otro alto dirigente se opuso, algo inconcebible dentro de la disciplina comunista.
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Frank País y sus motivos antagónicos con Fidel Castro



Por José Álvarez
Especial para El Nuevo Herald

Corto y azaroso fue el camino recorrido por Frank País (1934-1957) durante los 20 meses vividos desde que integró el grupo Acción Nacional Revolucionaria (ANR) a la organización liderada por Fidel Castro. “Ahora somos 26 de Julio” anunció a sus subalternos. La decisión vino después de muchos meses de consultas y meditación. Aunque admiraba la acción de los que habían asaltado los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo en 1953, dudaba de los propósitos de Fidel Castro, a quien consideraba un político en busca de un nombre para regresar a la lucha electoral.

En definitiva, pensaba País, el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 había sorprendido a Fidel Castro en la contienda por un acta de Representante.

El caso es que el proceso de la toma de esa decisión duró desde mediados de junio hasta fines de octubre o principios de noviembre de 1955. Lo que muchos creen que fue una decisión inmediata, demoró más de cuatro meses de meditación y negociaciones al dirigente santiaguero. Una vez tomada, trabajó de manera frenética en la organización del Movimiento. Viajó casi toda la provincia oriental dejando establecidas células. Luego pasó a otras provincias y a la capital. No descuidaba un aspecto. A pesar de su corta edad, no había entre sus seguidores quien cuestionara su liderazgo. “Surgió de manera natural, casi sin darnos cuenta,” confesaría uno de sus hombres de confianza, varios años mayor que País, en una reciente entrevista con la prensa de la isla. No es hasta el año siguiente que Frank y Fidel se conocen personalmente. Sucedió durante un viaje de País a la capital mexicana en agosto de 1956. Cuando su madre le preguntó la razón de aquel viaje repentino, le contestó sonriendo: “Si alguien le pregunta, dígale que me fui con una mujer; que los jóvenes de esta época somos así”. Cuentan los testigos en la capital azteca que hubo una mutua simpatía entre ambos, que compartieron ideas y criterios y comenzaron a elaborar un plan de alzamiento para antes del fin de año.

(Frank País)

De regreso en Santiago, País se dedica a preparar las acciones de apoyo al desembarco de Fidel Castro. “Héroes o mártires en el 56” se convirtió en la principal consigna del M-26-7. Pero antes, le encargó a tres de sus fieles compañeros redactar un programa que tituló Tesis Económica del Movimiento 26 de Julio. Previo al comienzo del curso escolar le comunicó al director del Colegio El Salvador, donde enseñaba desde hacía dos años, que dispusiera de su plaza. “Porque Cuba me necesita”, le respondió cuando se le preguntó el motivo. Había llegado el momento de dejar de enseñar Historia para ir a hacerla.

A pesar del tremendo esfuerzo, Frank País comprendió que ni los de la isla ni los de México estaban listos. Así se lo hizo saber a Castro en su segundo viaje el 23 de octubre. Pero Castro se negó a aplazar la lucha porque había empeñado su palabra de honor. Frank regresa a Cuba y produce el levantamiento del 30 de noviembre. Después del “naufragio” del Granma en las orillas de la costa oriental, Frank echa sobre sus hombros el hacer que la incipiente guerrilla sobreviva y crezca. Envía desde Santiago, junto a Celia Sánchez en Manzanillo, jóvenes, armas, municiones y cuanto artículo pueda ser utilizado por los alzados. Lleva a Herbert Matthews y comienza la leyenda del Robin Hood que ha cambiado el arco y la flecha por un rifle de mira telescópica. La subida del editorialista del New York Times (a quien Anthony DePalma ha llamado “el hombre que inventó a Fidel”), coincide con la primera reunión de la Dirección Nacional (DN) del M-26-7 en las montañas. Es alrededor de esa época que comienzan a desarrollarse las discrepancias que habían comenzado en México con la negativa a postergar la invasión y a publicar un programa de gobierno. En mi libro Principio y fin del mito fidelista (Trafford Publishing, 2008), aparecen identificados y desarrollados seis temas del antagonismo entre ambos líderes:

• Creación de un Segundo Frente guerrillero: País lo concebía como un medio de controlar la ambición caudillista de Castro y como un apoyo a su proyecto civilista.

• Organización y dirección del Movimiento: Después de numerosos intentos para convencer a Castro de la necesidad de reestructurar la organización, País lo hace apenas sale de la prisión de Boniato a mediados de mayo de 1957. Luego se lo informa en carta del 7 de julio. Le dice de los cambios que ha hecho (previa consulta con dirigentes del Llano y no de la Sierra), y las personas que ha nombrado, incluyendo a Celia Sánchez como única Delegada de la Sierra a la DN. Le deja saber que ha elaborado planes bélicos a nivel nacional y que había centralizado la dirección de la organización en Santiago de Cuba.

• Programa nacional: En dos ocasiones, debido a la apatía de Fidel, Frank encomendó la elaboración de planes de gobierno. El primero se conoce como “Tesis económica” y el segundo “Nuestra razón”. Ninguno contó con el respaldo del jefe guerrillero.

• Gobierno provisional y junta militar: En cuanto al primero, País logró persuadir a Castro de no establecer uno en la Sierra. Pero conspiró con militares en igualdad de condiciones aun cuando Fidel deseaba que se le incorporaran de manera incondicional. Frank le comunicó en carta del 24 de julio que había desarrollado un plan de acción con marinos y militares pero que no se lo podía informar todavía.

• Milicias urbanas: Fidel Castro consideraba esta acción como paralela a las guerrillas de las montañas. Para País, eran un arma militar que equiparaba las facciones en pugna. Después de asesinado, Castro las disolvió.

• Anticomunismo y relaciones con la Embajada Norteamericana: País realizó varias acciones de plena confrontación con los militantes comunistas a la vez que sostenía excelentes relaciones con el consulado local de Estados Unidos. Guevara lo consideraba un acto de alta traición.

A esas alturas era obvio que la jefatura de la organización radicaba en el Llano y no en la Sierra. Existe confusión en cuanto a quién era en realidad el jefe máximo del Movimiento 26-7. Depende de la época. Lo fue Fidel Castro desde que lo fundó hasta que se internó en los bosques de la Sierra Maestra. Frank País fue el jefe nacional de acción desde que Fidel le asignó esa función en su primer viaje a México hasta el inicio de la guerrilla. Desde entonces, fue él quien reorganizó el Movimiento en toda Cuba, nombrando los miembros de las Direcciones Provinciales y la Dirección Nacional (DN). Todas las circulares y documentos oficiales llevaban la firma de Frank País como “coordinador general” o “jefe” de la DN. Era Frank quien estaba al frente de la organización en toda la isla, mientras Castro dirigía la incipiente guerrilla que, por muchos meses, dependió de País para su supervivencia.

Como uno de los protagonistas de la novela La condición humana, de André Malraux, Frank “estaba seguro de que moriría sin ver la revolución”. “Creo que no voy a ver la victoria”, le confesó una noche a uno de sus hermanos de lucha. Días antes de su muerte le escribía a Haydée Santamaría que sólo pedía un mes más de vida “para terminar los proyectos que tengo entre manos”. Tenía apenas 22 años y se conformaba con vivir un mes más. Bajo una persecución tenaz (“desde el domingo hasta hoy [me han hecho brincar] de cuatro casas”, le escribe a Celia el 24 de julio de 1957), lo sorprende la muerte de su hermano menor. Escribe unos versos con frases como “viviendo esta vida dura/ de engaños y desencantos.” Y luego dice: “A mí, cuánto dolor me espera/ de espalda dolor rastrero.” La premonición se cumplía un mes después cuando cayó asesinado, víctima de una delación interna, en una calle del barrio San Germán. Sus últimas cartas, que demuestran el poder que había adquirido para impulsar sus ideas democráticas, tal vez sellaron su suerte. Por un radio portátil escuchó Fidel Castro la noticia. De inmediato se sentó a escribir. “No sabe el pueblo de Cuba quién era Frank País”. Muchos afirman que sí lo sabía. Por eso, esa misma tarde comenzó a poner en práctica su plan para obtener el poder absoluto: primero, del Movimiento 26-7 y luego del país. El camino se había despejado definitivamente para sus planes hegemónicos en Cuba.