Carlos Alberto Montaner: Retorna el fantasma de Vene-Cuba
Nota del Bloguista
Sobre Adán Chávez se especula, por no pocos, que es el elegido por los Castro para suceder a su hermano Hugo Chávez y unir al Chavismo.
http://es.wikipedia.org/
Desde temprana edad se relacionó a movimientos revolucionarios y de izquierda en Venezuela. A los 16 años, por ejemplo se unió al partido Movimiento de Izquierda Revolucionaria, enlazado al MIR chileno hasta su disolución, tres años después. Poco después como universitario formó parte de las actividades clandestinas del Partido de la Revolución Venezolana, en ese entonces bajo la dirección de Douglas Bravo,7 al mismo tiempo que Hugo Chávez se unía al ejército. Disuelto éste último, Adán Chávez continuó manteniendo contactos de izquierda, algunos de ellos relacionados a la lucha armada clandestina antes del golpe de estado realizado por su hermano en 1992.8
Sólo añadiré que algunas personas asocian al entonces Adán Chávez con el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y con su fundador, y durante muchos años su director, ya fallecido, el ya fallecido Manuel Piñeiro Losada, alias ¨Barba Roja¨. Se dice que en aquellos años del joven Adán Chávez, hubo desavenencias entre Douglas Bravo y él.
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Retorna el fantasma de Vene-Cuba
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El proyecto de federación entre ambos países procura conjurar el peligro de una Venezuela sin Chávez.
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Por Carlos Alberto Montaner
Miami
05-07-2011
El peligro es real. Los demócratas venezolanos temen que, ante el cáncer que padece Hugo Chávez, coincidente con la inevitable desaparición de un Fidel Castro muy golpeado por las enfermedades y los años, La Habana y Caracas desempolven precipitadamente los planes de federación que anunciaron a fines del 2005 y luego engavetaron.
¿Cómo se llegó a la idea de unir a los dos países? Fue una sonámbula deriva de la Guerra Fría, concebida por Fidel Castro a principios del nuevo milenio, cuando convenció a su arrobado discípulo venezolano de que a La Habana y Caracas —en realidad a Fidel y a Hugo— les correspondía la tarea de continuar con la lucha antimperialista abandonada por los traidores rusos desde el momento en que Gorbachov, manipulado por la CIA, se vendió al capital, disolvió a la URSS y le puso fin al modelo de gobierno marxista-leninista que desde 1917 militaba a favor de los trabajadores del mundo.
Había que volver a las trincheras, aunque por nuevos procedimientos electorales. Una vez en el gobierno, se procedía a desmontar todo el andamiaje burgués republicano en los territorios conquistados, liquidando paulatinamente las libertades formales y la división de poderes que limita la autoridad del caudillo. Para esta nueva etapa histórica, Chávez pondría los petrodólares y Fidel aportaría la visión estratégica, los cuadros y el conocimiento de los métodos de lucha revolucionaria aprendidos durante las varias décadas que ejerció como escudero de Moscú. Pero para ello debían forjar un estado bicéfalo que actuara coordinadamente.
En realidad, Fidel vio los cielos abiertos cuando Hugo Chávez apareció en su camino. El Comandante no encontraba entre su propia gente a nadie con la capacidad de fabulación y el espíritu misionero que requieren las grandes utopías políticas. Raúl, ciertamente, no era un buen reemplazo, porque carecía de la facultad de soñar despierto y, sobre todo, de la urgencia de luchar contra el imperialismo yanqui hasta la victoria siempre. Era un buen administrador, leal y discreto, capaz de mantener rígidamente el control de la sociedad y del gobierno, pero nada más. Su heredero político, el hombre que no dejaría morir su hazaña histórica, era Hugo Chávez. Los dos deliraban en la misma frecuencia y con similar intensidad.
Chávez, además, tras el golpe militar de abril de 2002, que le quitó y le devolvió el poder en 72 horas, llegó a una conclusión que reforzaba los planteamientos de Fidel: la revolución bolivariana, como la cubana, sólo podían salvarse y trascender si construían un perímetro internacional de protección nucleado en torno del eje Venezuela-Cuba, circuito al que denominarían ALBA y dotarían de un confuso discurso, el del Socialismo del siglo XXI.
Dentro de esa lógica de supervivencia, a fines del 2005, el entonces canciller cubano Felipe Pérez Roque, el ex vicepresidente del Consejo de Estado Carlos Lage, y el propio Hugo Chávez, anunciaron ambiguamente la fusión de ambos Estados en una nueva entidad, y hasta nombraron a una comisión de juristas que comenzó a estudiar el acoplamiento dentro de un marco jurídico e institucional común. Pocos meses más tarde, sin embargo, Fidel se enfermó gravemente y su dolencia lo puso fuera de combate.
Raúl, tras recibir precipitadamente las riendas del gobierno, aunque sin desecharlo, orilló el proyecto de federar a los dos países y se dedicó a consolidar el poder y a reformar parcialmente el catastrófico aparato productivo que tenía a los cubanos, según su diagnóstico, "al borde del abismo". Sin embargo, reconocía, de hecho, que Hugo Chávez, por designio de su hermano y por la vocación del venezolano, era el primus inter pares del binomio y el líder internacional del Socialismo del Siglo XXI. Para Raúl, Chávez significaba más de 100.000 barriles diarios de petróleo y otros miles de millones de dólares en subsidios, de manera que carecía de sentido disputarle la jefatura. A cambio, había que mantener la alianza y continuar prestándoles servicios políticos y de inteligencia a Chávez y a sus satélites (Bolivia, por ejemplo), las dos especialidades de su gobierno.
Pero ahora, irónicamente, es la vida de Chávez la que peligra, junto a la de Fidel, y acaso el Socialismo del siglo XXI se quedará sin monarca y Cuba sin protector, lo que sería la ruina absoluta para La Habana y el fin de la utopía chavista. ¿Cómo conjurar ese peligro? Sin duda, como temen los demócratas venezolanos, retomando rápidamente el proyecto de federación entre ambos países para que "los cubanos" consigan sujetar el poder en una Venezuela sin Hugo, nominalmente gobernada por un fiel aliado de La Habana (Adán Chávez, por ejemplo), mientras Raúl, acosado por la sensación de que todo el andamiaje se puede desplomar rápidamente, continúa parasitando a Caracas a la ansiosa espera de que las lentas reformas comiencen a dar sus frutos y la Isla algún día logre la autosuficiencia. O sea, otra utopía.
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2009-07-21.
Por Pedro Corzo
Escritor, Editor y Periodista
(www.miscelaneasdecuba.net).- “Comprometámonos a seguir haciendo de la Patria el ejemplo que convierta a Los Andes en la Sierra Maestra del continente americano”. Fidel Castro, Santiango de Cuba. 26-07 1960.
Su sentimiento mesiánico de redentor, su auto convicción de líder de lo que consideró siempre la verdadera independencia de América, se manifestó desde el primer año del triunfo revolucionario por lo que extendió su proyecto desestabilizador por todo el hemisferio, siendo Venezuela su principal objetivo y una especie de perla de la corona en su delirio de transportar el modelo soviético a América Latina.
Aunque fracasó en sus primeros intentos nunca abandonó el sueño, solo que como un hábil oportunista político supo ajustar sus estrategias y espero una circunstancia que le fue dada en la persona de Hugo Chávez.
Cuba se siente con derecho para estimular la Revolución en América Latina.
En Venezuela se han reunido dos títeres, los dos farsantes: Rómulo Betancourt y Lleras Camargo… servidores miserables del imperialismo…y los imperialistas no podrán aplastar el movimiento revolucionario venezolano.
26-07-64: Santiago de Cuba.
Que el gobierno de Venezuela convoque al pueblo de Caracas, que convoque a los estudiantes, que convoque a los trabajadores y a los campesinos, que les dé fusiles y pregunte después cuánto dura ese gobierno… las gloriosas Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Venezuela, se hacen cada vez más fuerte, tiene numerosas bases guerrilleras, que no han podido ser aplastadas por el gobierno pro-imperialista y corrompido que sucedió al igualmente corrompido y pro-imperialista de Betancourt.
Nuestro mensaje de solidaridad a los heroicos combatientes Douglas Bravo, cuyo gesto firme y profundamente revolucionario contribuyó a salvar la revolución venezolana de la crisis; nuestro mensaje a Luben Petkoff, a Prado, a todos los combatientes de Falcón y el Bachiller.
( Comandante Arnaldo Ochoa y Luben Petkoff durante la travesía para desembarcar en las playas de Falcón en 1966.(Foto cortesía de los autores))
13-03-67: Aniversario del ataque al Palacio Presidencial de Cuba. La Habana.
Proclamamos una vez más nuestra simpatía y solidaridad sin vacilación alguna con los guerrilleros que combaten en El Bachiller, con los combatientes que en las ciudades desafían la represión y la furia de la tiranía……nosotros solo reconocemos como representante de los Pueblos a los revolucionarios nosotros solo restableceremos relaciones diplomáticas con gobiernos revolucionarios de esos países…Sabemos que algún día también Venezuela alcanzará su victoria y que se cumplirá esa heroica consigna de hacer –”la patria libre o morir por Venezuela” que es como nuestra consigna -de Patria o Muerte. Venceremos.
Y es lo cierto que el movimiento guerrillero crece en Venezuela y que ya hay algunos destacamentos fuertemente armados que inspiran miedo al régimen…y que en El Bachiller se mantienen firmes las fuerzas guerrilleras, pese a la ofensiva del ejército venezolano.
( Comandantes Arnaldo Ochoa (tercero de izq. a der., última fila) y Luben Petkoff (sexto de izq. a der., última fila) junto a los 15 cubanos que desembarcaron en julio de 1966 en las playas de Falcón para incorporarse al frente guerrillero comandado por Douglas Bravo (Foto cortesía de los autores)
Recordamos con claridad los ataques directos de todo tipo que patrocinó Fidel Castro contra Rómulo Betancourt y Raúl Leóni. Las expresiones contra la dignidad de esos dos mandatarios, la trato de convertir en caricaturas. Sus ataques contra Venezuela fueron muchos y profundos porque nunca perdonó ni entendió que Venezuela se diera una Revolución Democrática como la del 23 de Enero de 1958.
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