sábado, octubre 15, 2011

Solamente tres universidades cubanas entre las doscientas universidades mejores del mundo

Nota del bloguista


En efecto: más que su pobreza, lo que hace declinar a las universidades cubanas es su irrelevancia.

Pero hablemos primeramente de la vieja pobreza que comenzó después del arribo de la Revolución el 1 de enero de 1959: Este bloguista ingresó a la Universidad de La Habana en 1967 y ya desde ese entonces el hoy edificio de la Facultad de Física distaba mucho de tener el esplendor que tuvo como el Edificio de Ingeniería y Arquitectura donde estudiaron, por ejemplo y para sólo dar dos ejemplos de los más conocidos, el Arquitecto Nicolás Quintana y el Ingeniero Ysrael A. Seinuk, recientemente fallecidos y reconocidos internacionalmente. Desde esas fechas, ya la Biblioteca Central presentaba filtraciones y se empezaban a ¨echar a perder¨ libros; el sótano se inundaba. En esa biblioteca yo visitaba frecuentemente su Círculo Shakesperiano de la Lengua, que era un oasis respecto a la información ( ahí me enteré de la celebración del histórico Concierto de Woodstock!) y el estado material de su instalación; me imagino que la embajada de algún país de habla inglesa se ocupaba de eso. La falta de agua hacía que los baños (no se los del Rectorado) fueran lugares fácil de localizar desde media distancia, pues la falta de agua corriente hacía que cantaran elocuentemente. En aquel entonces el Aula Magna estaba cerrada y en una interminable reparación que tal parece que fue sólo de maquillaje, pues al poco tiempo estaba en la misma situación. El Stadium Universitario y el Tabloncillo Valdés Dausá ya estaban en deterioro creciente. En aquella época sí teníamos un relevante claustro de profesores tanto extranjeros ( de países socialistas y de países capitalistas) como nacionales.

De mi especialidad o carrera, Matemáticas, muchos de esos profesores (algunos fueron condiscípulos míos, o mejor dicho: yo fui condiscípulo de ellos) se fueron de Cuba, incluyendo a los mejores y más renombrados. No citaré nombres, sólo ¨postearé¨aquí lo que me escribió uno de ellos.

QUERIDO AMIGO PEDRO PABLO

MUCHAS GRACIAS POR TUS PALABRAS TAN BONITAS Y SENTIDAS. ADEMÁS, QUIZAS HAS SIDO EL ÚNICO QUE HA TOCADO UN PUNTO VERDADERAMENTE IMPORTANTE, AL MENOS PARA TI Y PARA MÍ. CUANDO UNO TIENE DOS VECES xxxx, DESCUBRE QUE NO ES CIERTO LO QUE DECIMOS EN CUBA, QUE NOS DA LO MISMO UN MITIN DE REPUDIO QUE UNO DE RECONOCIMIENTO. LO QUE SUCEDE ES MAS COMPLEJO: QUE UNO COMPRENDE LAS PALABRAS DE MARTÍ: -"TODA LA GLORIA DEL MUNDO CABE EN UN GRANO DE MAÍZ". SIN EMBARGO, EL HOMENAJE SI NOS LLENA DE SATISFACCIÓN POR OTRO MOTIVO, PORQUE ES LA ENVOLTURA MATERIAL DONDE VIENE ENVUELTO EL CARIÑO DE LOS AMIGOS Y ANTIGUOS ALUMNOS. Y ESO SI NO SE DESPRECIA Y SI NOS INTERESA.

Y TIENES RAZON AL APUNTAR LO QUE OTROS, QUE MUY HONRADAMETNE ME HAN
FELICITADO, NO HAN OBSERVADO, LA TRISTEZA DE QUE SEA AQUÍ EN xxxxxxxx Y ALLÁ EN XXXXXXXX, DONDE A UNO LO SALUDEN POR LLEGAR A TAN RESPETABLE EDAD, Y NO ALLÁ, DONDE DEDICAMOS TODAS LAS MEJORES FUERZAS DE NUESTRA VIDA.


SÍ PEDRO PABLO, LA INMENSA MAYORÍA DE LOS ENMIGRADOS NO REGRESARÁ YA A CUBA PARA REESTABLECERSE ALLÁ, PERO SUEÑO CON QUE UN DÍA ORGANIZAREMOS UNA GRAN REUNIÓN EN EL PATIO DE LOS LAURELES, Y TODOS AQUELLOS QUE HEMOS TENIDO NECESIDAD DE EMIGRAR, O QUE NOS HAN HECHO EMIGRAR, PODAMOS REUNIRNOS PARA CONTARNOS COMO NOS HA IDO Y, CON LÁGRIMAS EN LOS OJOS, ESTRECHAR LAS MANOS DE NUESTROS AMIGOS, ALUMNOS, MAESTROS Y CONDISCIPULOS.

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Tomado de http://www.ddcuba.com



Tres de doscientas

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Más que su pobreza, lo que hace declinar a las universidades cubanas es su irrelevancia.
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Por Juan Orlando Pérez
Londres
13-10-2011



A inicios de septiembre, pocos días antes del inicio del nuevo año académico, la Universidad de La Habana parecía estar a punto de derrumbarse bajo el peso de casi trescientos años y su propia abultada miseria. El Rectorado colgaba de un hilo, la Facultad de Física era una ruina estrepitosa, y al Aula Magna se le hacían arreglos de emergencia para que pudiera acoger, unos días después, la ceremonia de entrega de un doctorado honoris causa al Presidente de Bolivia, Evo Morales, sin que le cayera el techo encima al invitado, o se hundiera éste, fatalmente, en un hueco del suelo.

Aún así, medio desarbolada, la Universidad de La Habana logró escurrirse en la lista de las 50 mejores universidades latinoamericanas, en el puesto 47. Solo otras dos universidades cubanas, la de Oriente y, extrañamente, la de Cienfuegos, de las 68 que tiene la Isla, fueron incluidas entre las 200 mejores de la región, en un reporte de QS World University Ranking. Que una universidad como la de La Habana, tan pobre, tan alejada de los centros mundiales del conocimiento, con mínima autonomía política, intelectual y económica, hundida en un país devastado por un rasposo sinsentido, sea todavía mencionada entre las mejores del continente, aunque en un puesto bajo, es una graciosa sorpresa, un resultado que debería halagar a los profesores y estudiantes de "la Colina".

QS debe haber alcanzado a ver, en las aulas polvorientas, en la mohosa Biblioteca Villena, o en las mesas del espeluznante comedor Machado, algunos brillantísimos profesores e investigadores, que han permanecido en Cuba por terquedad, por enconado patriotismo, o por mala suerte, y que cada año, casi arrastrándose, regresan a las aulas a explicar a sus alumnos La Ilíada, Kant, el Código Napoleónico, o las estructuras algebraicas abstractas.

Son ellos los que, con gruñona abnegación, han sostenido la universidad durante veinte años de sucesivas catástrofes, el Período Especial, la Batalla de Ideas, la Universidad Para Todos, la excepcionalmente cretina "municipalización" de la enseñanza universitaria…

En estas dos décadas, centenares, si no miles de profesores e investigadores, abandonaron las universidades cubanas y se marcharon a otros empleos, más beneficiosos y menos comprometedores, o a otro país, o a su casa. Fueron sustituidos, a menudo, hasta en posiciones de alta autoridad, por profesores tan jóvenes e inexpertos que casi se les puede confundir con estudiantes. Pero todavía quedan allá, en "la Colina", en la CUJAE, en la Universidad Central de Santa Clara, en Oriente, y, quién lo diría, hasta en Cienfuegos, notables profesores que, en aulas desvencijadas o laboratorios decimonónicos, con libros alegremente obsoletos, con solo dos gramos de internet cada día, o ninguno, sin oportunidad de participar en las mejores conferencias académicas de su campo, o siquiera de recibir las revistas científicas más reputadas, vigilados por la burocracia universitaria, el comité local del Partido y la Seguridad del Estado, y abrumados por tareas inútiles (¡el Proyecto Integral de Trabajo Educativo!, ¡la preparación político-ideológica!, ¡los trabajadores sociales!, ¡la REM!) se las arreglan para enseñar a sus alumnos algo útil, interesante e inspirador.

(Universidad de La Habana, Edificio Felipe Poey, Facultad de Matemática y Cibernética; detrás de las columnas El Patio de Los Laureles)

Da crédito al talento y la dedicación de esos profesores el éxito profesional y académico de tantos licenciados e ingenieros cubanos que han completado con rutilante distinción maestrías y doctorados en universidades ilustres de Estados Unidos, América Latina y Europa, han logrado ser empleados por las más ambiciosas industrias globales, o han mantenido abiertos, y más o menos funcionando, con el único recurso de su ingenio, hospitales, fábricas y centros de investigación en la propia infortunada Isla.

La Universidad de La Habana todavía saca beneficios de su honda tradición intelectual, y de la ventaja de estar en la capital, en la puerta del país, donde todo es más fácil, menos groseramente imposible que en un sitio como Pinar del Río o, por Dios, Guantánamo, donde dar clases en una escuela primaria o en una licenciatura es una romántica proeza. Pero ni siquiera la Universidad de La Habana podría salvarse del desastre cubano. Todo en Cuba está ya tan bien amarrado, que hundiéndose el país, se hunde todo con él hasta el Alma Mater, que en otra época hubiera sido nuestra esperanza de salvación.

Las universidades cubanas se asfixian en un país paralizado por el abúlico autoritarismo raulista, por la obscena vulgaridad de la vida social y cultural, y por el agrio escepticismo popular hacia cualquier idea que suene más complicada que dos más dos, o más peligrosa, de más riesgosas consecuencias, que "Ser culto es el único modo de ser libre".

Ninguna universidad podría prosperar en un país cuya economía está eternamente estancada en el borde entre la precariedad y la bancarrota, y no necesita, ni le caben, ni sabe cómo usar dos mil ingenieros, trescientos arquitectos y cincuenta filólogos nuevos cada año, y donde cualquier forma de diálogo social está malignamente limitada por la tiranía ideológica del Partido Comunista, por la voraz ignorancia popular, por la debilidad de los escasos grupos intelectuales y por el extendido hábito de la precaución, o el del miedo. Más que su pobreza, lo que hace declinar a las universidades cubanas es su chocante irrelevancia. Cuba, que está orgullosa de tener tantas universidades, no saca mucho provecho de ellas, parece tenerlas solo de adorno, no la hacen más rica, ni más libre, ni más feliz.

En enero de este año, el ministro de Educación Superior, Miguel Díaz Canel, anunció que el país había llegado a la cifra de un millón de graduados universitarios. Muchos de ellos salieron de las casas más humildes, y más de la mitad son mujeres, algo que las universidades cubanas pueden con toda justicia celebrar como su más provechoso resultado después de 1959. Pero, francamente, muchos de esos graduados, de la Colina o de la sede universitaria municipal de Colón, tendrían que ser reeducados, casi desde el principio, para ponerlos a la par de un licenciado o ingeniero ya no de Cambridge, Harvard o MIT, las tres mejores universidades del mundo, sino de la Universidad de San Pablo, quizás la mejor de América Latina.

Hace apenas unos días, el ministro Díaz Canel dijo en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana que su prioridad era "la formación de profesionales competentes y comprometidos con la Revolución, y la creación de un claustro de excelencia y revolucionario". Díaz Canel sabe lo que está haciendo. Si se sale con la suya, llegaremos a oír el estruendo de la Universidad de La Habana cuando se derrumbe.

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FOTOS RECIENTES, DE ESTE AÑO 2011, DE LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA


1. Si se sube la escalinata, a ambos lados se encuentran los edificios de la facultad de Bioquímica. Se observa el deterioro de los ventanales, que anuncian cómo deben estar por dentro los salones y laboratorios.

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2. La Facultad de Física, antigua Escuela de Ingeniería y Arquitectura, vista desde la calle Ronda.

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3. Detalle del segundo piso de la misma Facultad de Física. Este edificio está supuestamente en reconstrucción desde hace años; no sé dónde se estudia la carrera en la actualidad.

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4. Cómo se encuentra la que fuera nuestra alberca olímpica. Se observa a la derecha el pevetero que alguna vez mantuvo una llama olímpica; probablemente para llegar a él haga falta abrirse paso con un machete. Entran ganas de terminar el letrero del fondo de modo que quede: “todo tiene un final espantoso en el socialismo”.

¿ Será culpa del Embargo Norteamericano de que no se hayancortado y eliminado los arbustos y malas yerbas dentro, y fuera, del área de la piscina ?

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5. Detrás del estadio, se encontraba el tabloncillo donde se entrenaban los equipos de básket y volley ball, entre otros. Pueden apreciarse los ventanales y el techo.

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2 Comments:

At 11:10 p. m., Anonymous Anónimo said...

yo lo recuerdo a usted en la UH como un pichon de seguroso, deje de hacerse e critico...

 
At 12:46 a. m., Blogger PPAC said...

Señor Anónimo

¿ A quién usted se refiere: al autor del artículo o al bloguista ?

De ser al bloguista, usted se equivoca, pues ya en esa época yo era alto oficial !!!
:-)

 

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