Félix Luis Viera escribe sobre cubanos y sus miedos: Tienen miedo
Tienen miedo
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Los castristas sienten un miedo que podría calificarse de ridículo en estos tiempos: pavor a un libro, a un artículo periodístico, a una carta, a Internet
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Por Félix Luis Viera
México DF
10/01/2012
Y es comprensible que lo tengan esos exilados cubanos —profesionales, lectores, personadas informadas, opinantes en potencia en fin— que, teniendo familiares y lo que podríamos llamar otros intereses sentimentales en Cuba, no se atreven a dar públicamente su opinión de rechazo a la dictadura castrista. Cuando digo públicamente me refiero a, por ejemplo, algo tan aparentemente nimio como poner su parecer en un foro de un diario como este: temen que su dirección electrónica resulte detectada por los agentes castristas y así, probablemente, les sea negado el permiso para viajar a la Isla. Esto parece una exageración, o quizás lo sea, pero así es. Y da una medida del estado de terror en que han vivido los cubanos durante medio siglo.
Decía antes que es comprensible el comportamiento de estos isleños exilados: ¿no vale la pena cuidar su silencio al máximo a cambio de tener la oportunidad de ver de nuevo a los padres, hermanos, hijos, grandes amigos, el barrio de la niñez?
Al leer las líneas anteriores, deben sentir regocijo quienes detentan el poder en Cuba: aunque aquellas personas hayan abandonado el país, les temen. Pero bueno, ellos, los castristas, también sienten miedo, un miedo que podría calificarse de ridículo en estos tiempos: pavor a un libro, a un artículo periodístico, a una carta, a Internet. De modo que el miedo está en ambas partes, solo que el mando se halla en una sola.
No creo sobrante llamar la atención sobre otro tipo de exilado cubano: los que con permiso del régimen se han ausentado del país por tiempo indefinido para, por su cuenta, probar suerte en el capitalismo salvaje que tanto decían aborrecer. Les ha ido bien y hoy, y desde hace mucho tiempo, comen cuatro veces al día, consumen océanos de gasolina y Coca-Cola, toman exquisitas bebidas espirituosas, disfrutan de las tantas ventajas tecnológicas existentes en el mundo real y... a dondequiera que van hacen saber su condición de “revolucionarios”, “fidelistas”, “comunistas”, tres atributos en uno que dicen amar por encima de todas las cosas y de esta manera lo explayan en sus clases universitarias, en conferencias, actos culturales, etcétera. De modo que, a diferencia de estos comunistas a larga distancia, los casos aludidos en las primeras líneas de esta nota se hallan, en mi opinión, justificadamente autosilenciados; como igual lo está la inmensa mayoría de los cubanos que habitan en la Isla.
Así, los exilados que tienen sus familiares en la Isla, no se manifiestan porque sufren el chantaje de la dictadura. Los que están allá, en el “insilio “, no se manifiestan porque temen a las represalias y la cárcel. Los otros, los que están fuera de Cuba viviendo como manda Dios —aclaro, Dios concibe pobres y ricos—a la par que alaban a la dictadura, ¿tendrán valor para mirar a los ojos de sus hijos?
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