viernes, abril 20, 2012

René Gómez Manzano sobre la red Avispa de espionaje de los Castro y sus espías: ¿Un quinteto de cuatro?




¿Un quinteto de cuatro?


Por René Gómez Manzano
  Jueves, Abril 19, 2012  

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El miércoles 18 de abril, el diario Granma publicó una declaración de René González Sehwerert, quien es, de los cinco agentes cubanos juzgados por espionaje hace más de un decenio en los Estados Unidos, el único que no se encuentra en prisión, pues disfruta de libertad condicional desde hace varios meses.

El sancionado pudo realizar una insólita visita de dos semanas a Cuba que autorizó la Jueza que supervisa la ejecución de su sentencia. Esa gracia fue solicitada (y la funcionaria la concedió) por razones humanitarias, para que el favorecido pudiese visitar en La Habana a un hermano que, según se afirma, padece un cáncer terminal. En marcado contraste, similar solicitud presentada para que el norteamericano Alan Gross, preso en Cuba, pudiera visitar a su mamá aquejada de igual enfermedad, permaneció sin respuesta.

La estancia de mi tocayo en Cuba recibió una cobertura mediática casi nula. De hecho, mereció sólo dos escuetas notas de prensa que, como resulta usual en la Isla, fueron publicadas en el mismo diario oficialista y leídas después por radio y televisión. En ellas se notificaba la llegada y la posterior partida de René.

En su declaración publicada en Granma, que lleva fecha del 14 de abril, González Sehwerert habla de su “regreso al mundo del absurdo”, invoca “nuestra palabra” y “el espacio moral que durante estos años hemos conquistado”, alude a “la condición de mi visita” y “la discreción que requería”, así como a la necesidad de mantener en Cuba una “conducta de extrema moderación”, para concluir afirmando: “Era impensable que no regresara”.

Tengo mis propias ideas sobre ese retorno que muchos no esperaban: El régimen castrista ha invertido un cuantioso capital en el caso de sus cinco agentes. La campaña mediática ha sido colosal, aunque —dato curioso— ella no incluyó las abundantes pruebas practicadas durante semanas en la sala de justicia de la ciudad  de Miami. La prensa oficialista cubana guardó absoluto silencio mientras duró esa fase vital del juicio, y sólo inició la arremetida propagandística cuando los acusados leyeron ante la corte sus declaraciones escritas, redactadas con sumo cuidado.

Con posterioridad, la campaña, obviando la presencia de los espías en instalaciones militares estadounidenses y su participación en el derribo de avionetas desarmadas en aguas internacionales, se centró en una afirmación repetida una y otra vez: que el único propósito del quinteto era conocer de las actividades terroristas planificadas por exiliados cubanos.

Según los designios de los castristas, la coordinada campaña debe ofrecer dividendos tanto internos como externos. Dentro de la Isla, la aspiración es que sirva para motivar al menos a una parte del pueblo, después que acabó la saga del niño Elián y que el caso de Luis Posada Carriles demostró carecer de todo interés para el cubano de a pie.

En lo externo, numerosos aliados y un número apreciable de compañeros de viaje y tontos útiles han dado por buena la versión del gobierno de La Habana, lo cual ha estado respaldado por las sumas millonarias que las autoridades castristas extraen de los escuálidos recursos del país para financiar esa embestida propagandística.

¿Se hará alguna vez el cómputo de los millones de dólares que cuestan los repetidos viajes, los congresos internacionales, los cócteles y “cenas de trabajo”, los obsequios para ganar la buena voluntad de políticos extranjeros influyentes, las becas concedidas en Cuba a familiares de los activistas más destacados, los anuncios pagados publicados en importantes —y caros— periódicos, las vallas anunciadoras ubicadas en zonas céntricas de grandes ciudades?

Parece evidente que si René González Sehwerert hubiese permanecido en Cuba, la inversión habría resultado en buena medida baldía, y la leyenda habría sufrido una seria erosión. La estrella a la que se superponen los retratos de los espías pasaría de cinco puntas a sólo cuatro. Dejaría de ser —pues— la de nuestra bandera; a lo sumo, sería una versión del emblema de la OTAN, opción a todas luces inaceptable para el régimen.

El cálculo político aconsejaba —pues— que mi tocayo retornase a los Estados Unidos a cumplir de modo discreto los años que le quedan en libertad condicional. Y a ese país regresó González Sehwerert. La campaña por Los Cinco seguirá —pues— adelante.

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La red Avispa en contra de la seguridad de los EE.UU.


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