domingo, mayo 06, 2012

Iván de la Nuez: La vuelta de Fulgencio Batista: ¿revisionismo o restauración?

 Nota del Bloguista

Ni restauración ni rehabilitación de la figura de Fulgencio Batista; sólo su justa valoración con sus luces, sombras y mediostonos. Esa valoración no es tan  necesaria para la figura de Batista,  como para mostrar en toda  su  perversidad  el carácter manipulador que desde  un inicio ha tenido el Castrismo que aún estamos sufriendo los cubanos. No nos estamos ocupando por el pasado, algo también necesario, sino del presente y, sobre todo,  del futuro postcastrista, donde el Castrismo, de una forma más o menos abierta, formará parte  del espectro político de la nueva Cuba.

El Castrismo ha basado su propaganda y su fabricación de la historia  cubana básicamente  en tres puntos:
1) Las relaciones entre la República de Cuba antes de 1959 y EE.UU. 
 Estas relaciones  son falsamente presentadas por el Castrismo  como relaciones  colonia-metrópolis . Un estudio exhaustivo y objetivo de esas relaciones  las llevó a cabo el historiador Emilio Portell Vilá.

2) El carácter  corrupto y  negativo que tuvieron para Cuba todos los gobiernos cubanos antes de 1959.  
La literaratura que niega lo anterior  es abundante, tanto la escrita antes de 1959 en Cuba, como la escrita fuera de Cuba después de 1959.

3) La necesidad de la Revolución  producto del golpe del 10 de marzo y el actuar del régimen de Fulgencio Batista.
La  revolución no era realmente necesaria. Sobre eso escribí un artículo en este blog y en la Revista Hispano Cubana.

Es sobre este último punto que debe  de incluirse  la presente preocupación por el estudio de la figura de Batista y sus diferentes gobiernos.

La mayor culpa de Fulgencio Batista fue permitir el asesinato de aquellos que se oponían por la vía armada y violenta a su régimen. Los Castro  no sólo han permitido el asesinato de sus adversarios aunque  hayan sido incluso opositores  pacíficos y de aquellos que  no se le opusieron,  pero quisieron escapar de la isla-cárcel que es Cuba. Los Castro también alentaron y compulsaron que miles de cubanos fueran a otras tierras a morir en luchas de facciones ( comio en Angola) o a defender a verdaderos tiranos y corruptos como Megistus Haile Marian en Etiopía.

Yo no le llamo tiranía al régimen de Batista después de haber conocido la de los Castro y cómplices. Estoy muy de acuerdo con Rafael Díaz-Balart  cuando en su discurso por la amnistía general aprobada por el Congreso y firmada por Batista expresó:

http://baracuteycubano.blogspot.com/2011/01/cinco-textos-relevantes-y.html
Ellos no quieren paz. No quieren solución nacional de tipo alguno, no quieren democracia, ni elecciones ni confraternidad.

Fidel Castro y su grupo solamente quieren una cosa: el poder, pero el poder total, que les permita destruir definitivamente todo vestigio de Constitución y de ley en Cuba , para instaurar la más cruel, la más bárbara tiranía, una tiranía que enseñaría al pueblo el verdadero significado de lo que es la tiranía, un régimen totalitario, inescrupuloso, ladrón y asesino que sería muy difícil de derrocar por lo menos en 20 años. Porque Fidel Castro no es más que un psicópata fascista, que solamente podría pactar desde el poder con las fuerzas del comunismo internacional, porque ya el fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial , y solamente el comunismo le daría a Fidel el ropaje pseudo-ideológico para asesinar, robar, violar impunemente todos los derechos y para destruir en forma definitiva todo el acervo espiritual, histórico, moral y jurídico de nuestra República.


 Vista parcial de la manifestación del 7 de abril de 1957  de desaagravio a Fulgencio Batista después del asalto al Palacio Presidencial del 13 de marzo de 1957
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La vuelta de Batista: ¿revisionismo o restauración?


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El Batista 'bueno' y el Batista 'malo'. El constitucionalista y el traidor a esa constitución. El sargento sublevado y el general implacable.
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Por Iván de la Nuez
Barcelona
05-05-2012

Fulgencio Batista. (SECRETOSCUBA.COM)

Al principio fue leve. Más tarde fue ganando en intensidad hasta que, por fin, alcanzó la categoría de huracán. Batista —Fulgencio Batista y Zaldívar– ha resurgido como gran hashtag cubano; un trending topic que ha apuntalado su presencia de ultratumba, probablemente con la mayor fuerza del último medio siglo. Con motivo del sesenta aniversario de su golpe de Estado, y a través de entrevistas, artículos, ensayos e hipótesis, varios intelectuales cubanos ha resucitado al general que interrumpió, en 1952, el último gobierno votado en la Isla bajo un sistema pluripartidista. Una figura de entre-revoluciones, a quien la de 1930 se lo dio todo y la de 1959 despojó de todo.

Los argumentos emanados de esta revisión (pueden consultarse en Diario de Cuba o tumiamiblog, entre otros), así como el eco expansivo de los debates en los foros de internet, nos plantan directamente sobre un sepulcro cerrado en falso (lo que, a la larga, no deja de ser positivo). Pero también irradian, y esto es lo inquietante, el desasosiego de una cultura que —por muy tropical que parezca– nos obliga a padecer, cada cierto tiempo, la angustia de Wilheim Reich ante el deseo de las masas por el fascismo. En el caso cubano, un ardor que es tal vez más exagerado entre los intelectuales.

Este revival de El Hombre, como también fue conocido este tirano, no se debe, curiosamente, a la perdurabilidad de su recuerdo en viejos correligionarios (casi todos muertos). En este año 12 del siglo XXI, Batista es revisitado y discutido, sobre todo, por una generación que no conoció su gobierno y que se formó, mayoritariamente, en el sistema educativo de la revolución. Valga el añadido de que buena parte vive hoy en países democráticos de Occidente.

El caso es que aquí le tenemos, amplificado como sujeto multidimensional. El Batista bueno y el Batista malo, el constitucionalista de 1940 y el traidor a esa constitución en 1952. El sargento sublevado y el general implacable. El que, para unos, está en el origen de la episódica democracia cubana y, para otros, en el nacimiento del eterno régimen posterior. El factotum de medio siglo XX cubano, pasado por el escáner de la tiranía comparada, obsesionada por dilucidar —"dime, espejo mágico"—, como una letanía, si ha sido mejor o peor que un Fidel Castro sembrado en la otra parte del tiempo insular.

(Fulgencio Batista y  su esposa Martha Fernández Miranda  en España en 1973, año en que moriría Batista)

No ha faltado, en el empeño, el aligeramiento de la carga de sus muertos ni la conversión de la tortura sistemática de su último gobierno en un desliz puntual. Tampoco su tratamiento como déspota "de excepción", lo que ha llevado a compararlo con dictadores latinoamericanos posteriores —Pinochet o Videla— quienes, "contra su voluntad", no tuvieron más remedio que echar mano de la represión: estos últimos por la amenaza de otra Cuba, Batista por la amenaza de la suya. Los millones robados pasan a ser pecata minuta y el personaje demoníaco que explotó Hollywood —Coppola o Pollack—, si bien no tuvo un cine particular en su mansión para deleitarse con Drácula, tal como le caricaturizó Richard Lester, se nos descubre en estos días como usufructuario de una biblioteca considerable. Al mismo tiempo, se ha resaltado el factor racial que dinamizó, durante el batistato, el ascenso de mulatos en la sociedad cubana, representado por el propio Batista o por un escritor como Gastón Baquero.

En el más vehemente, brillante y discutible artículo sobre este asunto, el poeta Néstor Díaz de Villegas ha patentado incluso la existencia de una "estética batistiana", recordándonos que, además, Batista fue enaltecido por Neruda, tuvo su portada en Time o se posó en una página de Emil Luwig… 

Esta recuperación no es asunto exclusivo de pensadores de la derecha o el exilio. A pesar de que Batista fue un tabú para el régimen cubano, o precisamente por eso, algunos historiadores marxistas han repasado a fondo su época. José A. Tabares del Real, que combatió contra su dictadura como miembro del Directorio Estudiantil Revolucionario, se dedicó, hasta su muerte, a intentar la biografía de su enemigo. Este historiador llamó la atención sobre su lógica de poder —"el método Batista", que le permitió medrar en la política cubana desde los años treinta— y alertó sobre su competencia estratégica. Para Tabares del Real, reconocerle tales destrezas era, por decirlo de algún modo, un ejercicio "revolucionario". A fin de cuentas, no hay mérito alguno en ganarle la guerra a un estúpido.

¿Qué significa, entonces, esta rehabilitación de Batista en pleno siglo XXI y qué puede aportar su retorno al imaginario de las actuales generaciones de cubanos? Si se trata de examinar una época, un estilo de gobierno, o de iluminar los puntos oscuros en la biografía del personaje con la mayor acumulación de poder durante el primer medio siglo en Cuba, estaríamos frente a un ejercicio plausible de revisión histórica. Una reapertura sin contemplaciones de la historia solo puede ser digna de elogio. Se trate de quien se trate; incluido un tirano (sobre todo un tirano).

En especial, si tenemos en cuenta, para remitirnos tan solo a la literatura, que no sobran los libros rigurosos sobre Batista. La narrativa cubana, hasta el momento, ha sido bastante más pródiga en retratar la atmósfera represiva de su régimen que su persona. Ahí están los ejemplos de Así en la paz como en la guerra, de Guillermo Cabrera Infante y, en alguna medida, Los años duros, de Jesús Díaz, o La situación, de Lisandro Otero. Es sintomático, por otra parte, que Reinaldo Arenas, Heberto Padilla o Cabrera Infante, los tres arquetipos más visibles de la literatura disidente, nunca hayan reclamado a Batista como un modelo aceptable para la recomposición futura de Cuba.

Ahora bien, si como decía Marx, los hombres se parecen más a su época que a sus padres, entonces no cabe duda de que este retorno no obedece, exclusivamente, a un ejercicio académico. Como no lo fue, pongamos por caso, hablar de la Nueva Edad Media para abordar una posmodernidad que desechaba el racionalismo.

En ese sentido, Batista rebrota como el paradigma perfecto, y siniestro, de este tiempo en que la democracia no es necesaria para la implantación y éxito del capitalismo. En su coctelera, la represión mezcla perfectamente con la especulación, la mano dura con el enriquecimiento y la corrupción con el "todo vale", excepto que la gente se anime a preocuparse por la política y a cuestionarse su condición ciudadana. (Desde Franco hasta el pujante modelo chino, pasando por el experimento neoliberal en el Cono Sur, esta combinación ha ido afianzando su larga marcha.)

Si en lugar de una revisión histórica, lo que está teniendo lugar es la posibilidad de una restauración política, entonces estaríamos sumergidos en un círculo vicioso que, como ha previsto Rafael Rojas, dibujaría el porvenir cubano como el grado cero de un "mercado sin república".

Semejante reposición certificaría nuestra capitulación definitiva como cultura; la rendición a un destino manifiesto según el cual los cubanos no estamos capacitados para la democracia.

Llegados a ese punto, valdría la pena sugerir que los intelectuales cubanos del futuro se decantaran por la única rama de la cultura que, si no redimirnos, al menos podría explicarnos dentro de cien años: la psiquiatría.

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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Iván de la Nuez: La vuelta de Fulgencio Batista:...":

Creo que la palabra "REHABILITACIÓN" no aparece en este artículo. El autor escoge entre dos opciones. "REVISIONISMO", que le parece bien, y "RESTAURACIÓN", que le parece mal. En el siglo XXI, poner a Batista como modelo es como poner a Franco ante los errores de Zapatero en España, o a Videla en Argentina ante los disparates de la Kirchner. No lo he leído como un artículo sobre Fidel Castro sino sobre Batista. Ya sé lo que piensa el autor de Fidel Castro y se lo escuché públicamente cuando muy pocos se atrevían a decirlo ALLÁ.
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Comentario del Bloguista

La palabra REHABILITACIÓN sí aparece en el artículo de Iván de la Nuez y la he resaltado en negrita y subrayada para que usted, señor anónimo, la encuentre facilmente..

Sería un disparate poner de modelo a Batista como un modelo a seguir por los futuros políticos cubanos; también sería un disparate poner a cualquier otro Presidente anterior ya que la nueva República debe ser mucho mejor que la anterior y los errores que se han cometido no deben ser  repetidos; sólo hay que dar una valoración objetiva de sus quehaceres políticos, así  como  las de las otras figuras políticas cubanas  de menor responsabilidad:  desde los municipios hasta el nivel nacional antes de 1959. También  se debe en la historia de cada pueblo, ciudad, municipio, provincia y país  escribir y dar a conocer los aportes que al desarrollo del pueblo, la ciudad, el municipio, provincia y  país llevaron a cabo la sociedad civil, anteriormente llamadas ¨fuerzas vivas¨ y las organizaciones sociales como los sindicatos obreros, las sociedades de vecinos, organizaciones fraternales, etc., pues toda esa historia ha sido escondida y borrada de la memoría histórica del pueblo cubano como si Cuba hubiera nacido el 1 de enero de 1959.

 La obra de Iván de La Nuez  yo la  conocí y  leí algo de ella  cuando yo estaba en Cuba y él ya estaba fuera de Cuba. Una curiosidad ¿ De la Nuez  publicó algunos de sus libros contestatarios estando en Cuba ? ¿ Se publicaban sus escritos contestatarios en revistas o diarios del exterior cubano sin usar seudónimos ?  ¿ Qué usted quiere decir con ¨se lo escuché públicamente¨ ?
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Otra Nota del Bloguista 
 Esta nota fue publicada el jueves 4 de  ode 2007  en el artículo del hoy ya fallecido periodista Luis Ortega titulado EL REGRESO DEL GENERAL BATISTA .

Nota del Blogguista

El filósofo inglés Santallana con su frase de que el que no conozca la historia va a tener como castigo que repetirla, sintetizó el carácter pragmático que tiene la Historia para el ser humano.

( Batista cargando a Raúl Castro en una visita a Banes en los años 30s; las otras dos son fotos también del General de Cuerpo de Ejército cuando era ¨EL CABO PULGUITA ¨)

Fidel Castro y Fulgencio Batista, y muchos otros, están en nuestra historia patria nos agrade o no; tuvimos COMO PUEBLO la oportunidad de que sus pasos por la historia cubana fueran inadvertidos, insignificantes o efímeros, pero no lo hicimos; hicimos todo lo contrario: la respuesta mayoritaria como pueblo fue cruzarnos de brazos y dejar que las cosas pasaran; todavía hoy decimos que no debemos meternos en Política ( que no es lo mismo que convertirnos en políticos), actividad que de por si no tiene nada de denigrante pese a la abundancia y exhuberantes malos ejemplos.

En Cuba y EN nuestros días la investigación histórica con relación a la impronta que dejó Fulgencio Batista en su tránsito de 25 años por la alta política cubana es muy diferente a la que se hacía décadas atrás aunque sigue siendo excepcional; décadas atrás, después de 1959 , no había excepcionalidad. Esta investigación académica de hoy presenta, en el lenguaje oficialista castrista, la obra, y en menor medida hasta la personalidad, de Batista; décadas atrás se omitía la obra batistiana, y su personalidad era totalmente desdibujada en negro. En el libro La Neocolonia, escrito por el Instituto Nacional de Historia de Cuba y publicado en 1998 en Cuba aparecen ejemplos de la excepcionalidad planteada anteriormente. En una publicación oficialista se planteó que Batista quiso atraer a su lado a Guiteras en varias ocasiones, mientras que en cambio Guiteras planeaba atentados para eliminarlo; no hablo de aquella anécdota en la que Guiteras le dijo a Grau que invitara a Batista a Palacio para ¨darle totí ¨, a lo cual Grau se opuso, sino a la etapa posterior de dinamita y escopetas recortadas

( Batista, Eisenhower y Rubén Batista detrás de ellos dos )

En el exilio cubano de Miami no podía pasar algo diferente a lo que excepcionalmente está sucediendo en Cuba pese al régimen totalitario que existe; en el exilio se vive en democracia y con las libertades garantizadas por un Estado de Derecho. En el exilio se expresan abiertamente los admiradores de Fidel Castro y su tiranía pese a que hoy por hoy cuando se hace el balance de lo que han significado el Batistato y el Castrismo para Cuba y los cubanos, el estigma de haber sido o ser fidelista es, o
debería ser, peor que el haber sido, o ser trasnochadamente, batistiano; veámoslo muy brevemente.

Fidel Castro llegó casi a me
dio siglo de ejercicio de su tiranía, Batista tuvo 7 años de dictadura autoritaria. Los fusilados y muertos por el régimen de Fidel Castro sobrepasan las 10 000 víctimas detalladamente registradas, Batista permitió el asesinato de aproximadamente 2 000 personas en su período de 1952 a 1958 ( las fuerzas revolucionarias asesinaron a 1000 personas aproximadamente ) , pero Fidel Castro provocó y alentó la muerte de personas que lo único que querían, era irse del país mien tras que los esbirros batistianos asesinaban fundamentalmente a aquellos que le hacían oposición violenta a la dictadura batistiana. Los presos en Cuba antes de 1959 cabían en 14 cárceles, y muy pocos eran prisioneros políticos, hoy Cuba tiene más de 200 establecimientos penitenciarios con una población penal entre 80 000 y 100 000 presos ( la cifra exacta es secreto de Estado ) y tiene la mayor cantidad de presos políticos percápita de América y Europa; en abril de 1961 llegaron a casi 100 000 los detenidos políticos en cárceles y stadiums y las ametralladoras 30 y 50 apuntaban a los detenidos en los estadiums; se dinamitó el Presidio Modelo de Isla de Pinos. Batista en su período dictatorial tuvo tres períodos de supresión de garantías constitucionales que duraron cuando más 2 meses y posteriormente podía publicarse íntegramente todo lo que se había prohibido; la sanción por publicar lo prohibido en ese período de censura podía llegar a los dos años de prisión según los Estatutos Provisionales batistianos; Fidel Castro no ha permitido desde los años 60s la libertad de expresión y de imprenta y ha sancionado a 20 y más años a opositores que solamente han escrito sus puntos de vista: La ¨Ley Mordaza¨y de la Independencia Nacional han sido los instrumentos jurídicos para imponerle esas injustas y criminales sanciones. Fidel Castro envió tropas cubanas a subvertir el orden, inclusive el orden constitucional, en otros países y a intervenir en guerras de facciones en varios continentes provocando la muerte de miles de cubanos, y de decenas de miles de habitantes de esos países, mientras que Batista no intervino militarmente en ningún país aunque ayudó a la República Española en su lucha contra las tropas franquistas, pero no con el envio de soldados cubanos; todo lo contrario: en la II Guerra Mundial planteó que enviaría azúcar pero no hombres a combatir en contra del eje Berlín-Roma Tokio; quizás por eso, y por el antinorteamericanismo común entre Fidel y Franco, Franco sintió simpatías hacia Fidel Castro después del 1 de enero de 1959.

Ha transcurrido tiempo suficiente para que ese juez que es el tiempo nos ayude a hacer un balance objetivo de lo que han significado las diferentes personalidades de nuestra anterior historia republicana. La historia debe reflejar la vida de una sociedad, de un pueblo, de un hombre y la vida no es en blanco y negro, la vida es matices. Por otra parte, existe ese dicho de que el camino para el Infierno está empedrado de buenas intenciones.

( El Coronel Fulgencio Batista cargando a Raúl Castro, ¨el cabo pulguita ¨)

En estos momentos confieso que me siento incapaz de hacer un balance muy objetivo de la impronta en la historia cubana que ha dejado Fidel Castro, pues si Fidel ha hecho algo bueno para Cuba, ha sido hecho con tanta mala fe, premeditación y alevosía; hay tanta sangre, lágrimas y tragedia cubanas asociadas a su nombre que, por ahora, renuncio a esa tarea salvo a mostrar algunas de las cifras que anteriormente mostré y que cada cual saque sus conclusiones. Solamente alerto de que el Castrismo no lo creó, instaló o sostuvo solamente ese hijo de .... Birán que se llamó Fidel Castro.

1 Comments:

At 8:11 a. m., Anonymous Anónimo said...

Creo que la palabra "REHABILITACIÓN" no aparece en este artículo. El autor escoge entre dos opciones. "REVISIONISMO", que le parece bien, y "RESTAURACIÓN", que le parece mal. En el siglo XXI, poner a Batista como modelo es como poner a Franco ante los errores de Zapatero en España, o a Videla en Argentina ante los disparates de la Kirchner. No lo he leído como un artículo sobre Fidel Castro sino sobre Batista. Ya sé lo que piensa el autor de Fidel Castro y se lo escuché públicamente cuando muy pocos se atrevían a decirlo ALLÁ.

 

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