martes, mayo 08, 2012

Lilianne Ruiz desde La Habana escribe sobre la política de desinformación de la tiranía y el miedo en Cuba: La vida en la mentira. El Miedo


La vida en la mentira
 

Por Lilianne Ruiz
La Habana, Cuba
may 08, 2012

En este hormiguero que parece Cuba, cada uno ha aportado —como dicen— un grano de arena. Creyendo que ese grano de arena es tan poco que nada significa porque “nada puede cambiar”. Estoy leyendo por primera vez El poder de los sin poder, de Vaclav Havel, lo que él define como autokinesis del sistema postotalitario yo lo veo en esa conducta de hormigas que sostienen la comuna que parece ser Cuba hoy. La vida secreta de esa comuna, lo que no parece, no está reflejada en la prensa oficial.

El pasado 3 de mayo, día de la Libertad de Prensa, la locutora del Noticiero denunció el asesinato de periodistas mexicanos, y citó a Honduras, denunciando a estos dos países como ejemplos de sitios donde aumenta la represión contra los periodistas. No expresó en la nota, revisada y corregida por la redacción del Noticiero, que el tercer país en esa lista es Cuba. Tampoco dio a conocer al público cubano que esa lista donde se denuncia la situación de la libertad de prensa fue dada a conocer por Amnistía Internacional.

En Cuba hay represión de periodistas, pero el conocimiento de esa situación depende mucho de los medios que evidencian esa situación desde el momento en que en Cuba nadie se entera de lo que pasa mirando el Noticiero. Después, en las consecuencias que tiene para un ciudadano con conciencia del bien y del mal comenzar a expresarse y realizar por eso mismo el periodismo, independiente de los intereses de la dictadura del Estado. Yo he visto cómo salió de la cárcel Ariel Sigler Amaya y no fue en el Noticiero. Nunca me enteré de la situación de Oscar Elías Biscet por los periodistas del servicio informativo de la televisión cubana sino por Radio Martí. No supe bien quién era Laura Pollán hasta que estuve en su casa. La muerte de Laura ocurrió en circunstancias poco claras pero es imposible abrir una investigación y eso no ha sido mencionado en ningún noticiero. En el caso de Ariel y de Oscar hay evidencia indudable de torturas psicológicas y de intento de homicidio, por no hablar de Zapata Tamayo que fue calumniado en el periódico Granma y en el Noticiero después de que lo dejaron morir en huelga de hambre antes que reconocer la demanda que Zapata llevó al extremo por su libertad y la de Cuba. Hoy escribo y lo hago público en mi blog, convivo con el temor, pero sé que alguna derrota ha tenido el régimen después de la Primavera Negra de 2003, llevada a cabo por los 75 y las Damas de Blanco. También sé que si no me expreso sintiéndolo como lo siento, sería cómplice.

Cada vez más se promueve en Cuba que la juventud entre a formar parte del enorme y costoso aparato represivo. El gobierno históricamente represor, un día no contó más con la “compartimentación” de la información y la docilidad de todo el pueblo ante la amenaza, y eso ocurrió cuando empezaron a aparecer grupos de personas defensoras de los Derechos Humanos, y periodistas independientes. No importa que se tuviera el título, o no se tuviera, de la Facultad de periodismo revolucionario; éstas son personas que se esfuerzan por redactar una noticia y sobre todo que salen a buscarla de verdad, y donde lo único que importa es ser objetivo y testimoniar que un abuso, una detención, una golpiza, un fenómeno social degradante, no tienen otra traducción para la conciencia de nadie, como intenta hacer creer el llamado periodismo revolucionario. No se mata en las calles como en México, pero ser activista por la libertad, periodista o bloguero puede costar la muerte lenta en una cárcel del régimen. Las detenciones de activistas muchas veces las prolonga el régimen con acusaciones por desacato a la brutalidad policial. La realidad cubana es tan traicionera que necesita el acceso real de periodistas sin mordazas.

Luego, trato de imaginarme qué cerebro estaría detrás de toda la propaganda que hizo que en los primeros años la gente humilde identificara su bien máximo con la Revolución socialista, que no empezó siendo socialista. Y me doy cuenta de que no fue un solo cerebro, sino quizás muchas personas que o bien creyeron que estaban haciendo lo correcto, o subestimaron sus pequeños actos por la voluntad de sobrevivir sin oponerse a la corriente. Y han pasado 53 o 54 años, nunca vuelvo a contarlos.

Habrá algunos, todavía dentro del hormiguero, que sepan que todo esto es sepultarse en la mentira, e ir matando cada vez la esperanza de rescate de esta nación y por consiguiente de las personas que aquí vivimos. Esas personas que sostienen diariamente la mentira del régimen en muchas ocasiones solo aspiran a simular un tiempo más hasta que consigan irse del país.

El partido comunista habla un lenguaje que no puede expresar aspiraciones humanas. Es un lenguaje inhumano. ¿Por qué las personas no gritan que no es precisamente lo que quieren aquello a lo que les dan permiso? Tienen terror, y eso genera sumisión e inmoralidad, cuando no se tiene fe aunque sea en las fábulas infantiles.

¿Por qué Dios habrá permitido este fenómeno? Pero sigo confiando en Él. Encontrarlo, aún en el valle más oscuro, me hace no tener ningún mal, tal como dice el salmo. Sin embargo, conservo la esperanza de que realice un milagro pronto. Nunca que me haya quedado esperándolo mi Dios ha faltado. La mentira caerá, lo que no puedo predecir es dónde se ocultarán de su vergüenza los que la han sostenido tanto tiempo.
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El miedo

Por  Lilianne Ruiz
mayo 4, 2012

Me gustaría tanto regalarnos la libertad, para poder hablar sin tener miedo. Conversar sin tener miedo del Estado. Sin miedo del poder político. Mi amiga Martha estaba preocupada por mí. No tanto por tener un blog desde Cuba porque no sabe de qué se trata, como por saber que ya no tengo trabajo. Íbamos caminando por esa loma de la avenida Kholy, de casas magníficas y donde esperan afuera aparcados los autos con chapas verdeolivo. A cada tanto Martha me mandaba a callar, cuando yo trataba de explicarle que es preciso seguir creyendo en el derecho, la libertad, la verdad. Tranquilizarla con alguna posible versión de mi vida para que no trate de regalarme de su escaso bolsillo, con sus 70 y pico de años, preocupada como está de dónde voy a conseguir trabajo; sin entender bien que ya no volveré a buscar trabajo en el circuito totalitario estatal.

Como es una mujer inteligente le expresé mis pensamientos sin faltar a la paz que precisa su conciencia de abuela, para que entendiera que la actitud de “¿qué vas a cambiar con eso?”, no es válida para mí.

Me da deseos de llorar porque en Cuba ya no sé si todos somos paranoicos que adivinamos micrófonos en todas partes que registran los momentos en que nos atrevemos a ser fieles a nosotros mismos, o nos equivocamos cuando no contamos cuánta maldad podría estar acechándonos. He terminado ese asunto calmándome, entregándoselo todo a Dios.

Mientras, la realidad es que dos mujeres simplemente caminan, conversan de sus mutuas preocupaciones, no tienen aparentemente grandes secretos. O solo un secreto, el mismo de cada cubano y cubana: el poderoso deseo de su alma de liberarse del miedo y la opresión. Si no siguiéramos guardando “el secreto”, la bestia humana compuesta por millones de almas que viven y actúan en contra de ellas mismas, se desmoronaría.

Quiero quitarme todos esos terrores de encima. Sé que cada vez voy a involucrarme más en la perseverancia en nuestra libertad, porque en la medida en que busco a Dios por la fe se me va quitando el miedo.