Encuesta: Cinco de cada seis cubanos no se han beneficiado de los ajustes del régimen
Encuesta: Cinco de cada seis cubanos no se han beneficiado de los ajustes del régimen
DDC
Miami
05-06-2012
Cinco de cada seis cubanos dicen que no se han beneficiado de los ajustes económicos de Raúl Castro, y casi el 75 por ciento afirma que la situación de su familia es igual o peor que hace un año, revela una encuesta dada a conocer el lunes por el Instituto Republicano Internacional (IRI), informa el diario miamense El Nuevo Herald.
Según la publicación, el sondeo también mostró el descontento entre los cubanos más jóvenes, el aumento del optimismo en algunos sectores y una declinación de quienes favorecen el capitalismo y la democracia.
El sondeo sobre las medidas de Raúl Castro incluyó entrevistas directas a 787 adultos, realizadas entre el 29 de febrero y el 14 de marzo. Tiene un margen de error del 3.5 por ciento.
Un 85 por ciento de los encuestados dijo que no se ha beneficiado directamente de las reformas.
"Después de más de un año de oír hablar sobre las reformas en Cuba, los adultos mayores de 18 años no ven ninguna diferencia en sus vidas económicamente, ni tampoco tienen especialmente más confianza en el próximo año", dijo Alex Sutton, director del IRI para América Latina.
Las cifras también mostraron, sin embargo, leves señales de optimismo, según el reporte de El Nuevo Herald. El 23 por ciento por ciento de los encuestados dijo que la situación económica de su familia mejoró durante el año anterior, un aumento desde el 18 por ciento registrado en el sondeo anterior, realizado en julio de 2011.
Quienes creen que la situación económica de su familia mejorará en el próximo año aumentaron de 23 a 27 por ciento, mientras que los que esperan que se mantenga igual disminuyeron de 61 a 59 por ciento. Quienes esperan que sea peor se redujeron de 10 a 8 por ciento.
Los bajos salarios y los altos precios fueron señalados por el 51 por ciento como el mayor problema de la Isla, una caída desde el 61 por ciento del pasado julio. A su vez, los que atribuyeron el mayor problema al sistema de doble moneda disminuyeron de 18 a 16 por ciento. Menos del 5 por ciento señaló el embargo de Estados Unidos.
Pero los que indicaron la escasez de alimentos como el mayor problema —el tercer mayor grupo— subieron del 4 al 13 por ciento. Los precios de los alimentos se dispararon en un estimado del 20 por ciento en el último año debido a los recortes hechos por el Gobierno en subsidios e importaciones.
Al preguntar si el Gobierno sería capaz de solucionar esos problemas en los próximos años, solo el 19 por ciento respondió que sí en comparación con el 21 por ciento del pasado julio y el 29 por ciento de noviembre de 2008.
En otro cambio con respecto a la encuesta anterior, los que dijeron que están a favor de una economía capitalista se redujeron de 89 por ciento en julio al 80 por ciento este año, mientras que los partidarios de la democracia multipartidista, incluida la libertad de expresión, bajaron del 76 al 69 por ciento.
Estas opiniones se encontraron principalmente entre los encuestados de mayor edad, que han sido duramente golpeados por medidas como los recortes en los subsidios del Gobierno.
El 90 por ciento de los jóvenes de 18 a 29 años se manifestaron a favor de una economía de mercado, y el 88 por ciento favoreció la democracia; sin embargo, entre los cubanos mayores de 60 años solo el 41 por ciento estuvo a favor de un sistema democrático, y el 33 por ciento se opuso.
La encuesta del IRI también indicó que el acceso a internet cayó desde julio del 7 al 4 por ciento. Solo el 8 por ciento dijo tener acceso a correo electrónico. Los que reportaron no tener ningún acceso aumentaron del 83 al 87 por ciento.
De los encuestados, el 80 por ciento dijo no recibir remesas del exterior, aunque la mayoría de los analistas ha estimado que al menos el 40 por ciento de los cubanos se beneficia de estos envíos.
El IRI, con sede en Washington D.C., es una entidad no lucrativa que trabaja para promover la libertad en todo el mundo.
La organización dice trabajar "discretamente" en Cuba porque el Gobierno de los Castro no permite encuestas independientes.
Los cuentapropistas desconfían del gobierno
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Por Orlando Freire Santana
La Habana
05-06-2012
No hace mucho se informó que la Empresa de Tecnologías de la Información y Servicios Telemáticos Avanzados (CITMATEL) había creado un sistema informático denominado Cuentas Claras, diseñado para facilitar la labor contable de los cubanos que han optado por el trabajo por cuenta propia. Se trata de un CD que permite el registro de los datos personales del cuentapropista, así como el cálculo de sus impuestos, el almacenamiento de datos relacionados con los gastos e ingresos diarios, y los tributos pendientes de liquidación.
Los fabricantes de Cuentas Claras aducen que el sistema informático garantiza también la disponibilidad de los cambios y modificaciones que experimenten las resoluciones que rigen el trabajo por cuenta propia. En este caso, la nueva versión del sistema se le haría llegar a la persona que haya adquirido la anterior. Esta es, sin dudas, una de las grandes facilidades que aporta Cuentas Claras, por cuanto mantenerse actualizado en los marcos de la legislación tributaria es un reto que afrontan los interesados.
Sin embargo, a pesar de lo anterior, un muestreo entre decenas de cuentapropistas habaneros indica la escasa adquisición del referido CD. Hay que tomar en cuenta que Cuba clasifica entre los países más rezagados del mundo en lo concerniente al acceso a las técnicas de información por parte de los ciudadanos. Ello queda confirmado, por ejemplo, en el bajo porcentaje de personas que poseen computadoras en sus hogares. Mas, cualquier analista que ahonde en las interioridades del trabajo por cuenta propia podría afirmar que la desconfianza es el principal valladar que se interpone ante la aceptación de Cuentas Claras.
No obstante los indicios de que en esta ocasión el trabajo por cuenta propia no constituye una salida coyuntural de las autoridades, sino una estrategia que posibilite el aligeramiento del hipertrofiado sector estatal de la economía —y por tanto casi la única válvula de escape para los cientos de miles de trabajadores de entidades gubernamentales que deben ser despedidos—, el cubano de a pie no las tiene todas consigo. Recuerda lo sucedido en los años 90, cuando después de que la economía diera signos de recuperación tras la debacle del período especial, los gobernantes comenzaron a poner trabas a los negocios privados, en especial a la elaboración y venta de alimentos. En ese contexto, casi todos los restaurantes —popularmente conocidos como paladares— fueron cerrados.
Por otra parte, la actual legislación que ampara el trabajo por cuenta propia contiene más de un aspecto que inquieta a los cuentapropistas. Uno de ellos son los gastos ocasionados en la producción de un artículo o la prestación de un servicio. A pesar de que la última versión de la Declaración Jurada de Ingresos Personales contemplaba un porcentaje mayor de gastos a deducir de los ingresos brutos (40% en el caso de la elaboración de alimentos, contra un 10% en años anteriores), la Ley exige que la mitad de esos gastos se justifiquen mediante facturas o comprobantes de venta. Y he ahí donde radica el problema: una buena parte del comercio minorista no emite esos documentos, al tiempo que no existen establecimientos mayoristas donde los cuentapropistas puedan adquirir sus insumos.
El impuesto mensual que pagan los trabajadores por cuenta propia es otro elemento peliagudo. Además de que una porción sustancial de las ocupaciones pagan cuotas impositivas elevadas —sobre todo las que se consideran actividades más lucrativas—, cada municipio del país tiene la potestad de elevar las cuotas en cualquier momento. Después, al final del año, la famosa Declaración Jurada puede determinar que el agobiado cuentapropista deba de pagar una suma adicional de dinero al presupuesto estatal.
Y qué decir del Artículo 4 de la Resolución 286 de 2010, que establece que todo cuentapropista que obtenga ingresos anuales superiores a los 50 mil pesos debe llevar un sistema contable parecido, aunque más simplificado, al que operan las entidades estatales; además de la obligatoriedad de que abran cuentas bancarias para sus operaciones. Esto se interpreta como un intento gubernamental por controlar hasta el más mínimo resquicio de los negocios privados.
Por tales motivos, es lógico que los trabajadores por cuenta propia prefieran contratar los servicios de un economista o alguien versado en temas tributarios, con los cuales poder tratar en confianza asuntos tan sensibles como los aquí mencionados, y por el contrario desdeñen las cuentas no muy claras que proponen las autoridades.
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