jueves, junio 21, 2012

Roberto Álvarez Quiñones Moringa, o la Lámpara de Aladino para solucionar los problemas de la alimentación en Cuba

Nota del bloguista de Baracutey Cubano

Una nueva locura del Comandante en Jefe ...

La moringa resolverá los problemas de la alimentación en Cuba de la misma manera que lo ¨resolvieron:

La leche
El café 
Los cítricos
Las pastas italianas
La nuevas variedades de caña de azúcar
Los planes arroceros
 La carne  de ganado de todo tipo
La flota pesquera de plataforma y la del alto
Los plátanos microjets
La zeolita
La pangola para el ganado vacuno
La torula
etc., etc., etc.

Mientras tanto, él, y la cúpula Castrista, sigue alimentándose con alimentosque, el pueblo apenas recuerda, de la dieta tradicional cubana y experimentan  con novedades alimenticias  del siglo XXI. En el periódico español El Mundo, leemos un artículo del cual extraimos un fragmento.: 

http://www.elmundo.es/america/2011/04/20/cuba/1303324830.html

Un equipo de especialistas en nutrición

El diseño de la dieta macrobiótica es preparado por un equipo de especialistas en nutrición del Instituto Finlay de La Habana, encabezado por la Dra. Carmen Porrata, quien sigue atentamente la alimentación de Fidel. Sus recomendaciones son, entre otras, una dieta diaria que incluye sopa de vegetales, arroz integral, miso, rábanos, cebollino, verduras al vapor y té Bancha, una variedad del té verde japonés.

En esta interminable y variada lista de menús, que Universo Increíble recibió de otra fuente, se incluyen sushi de arroz integral con vegetales, e infusiones de achicoria y arroz con gomasio o sal de sésamo, que aporta lecitina, minerales, vitaminas y proteínas. Su consumo estimula la digestión, aumenta la inmunidad natural y es un estupendo reconstituyente.

Sin embargo, la fuente europea asegura que esta dieta está debidamente suplementada con los alimentos macrobióticos que la familia Castro importa desde Italia en contenedores que arriban a la Habana con una alta periodicidad.

Entre ellos figuran riso integrale (arroz integral), grano saraceno, cous cous, orzo mondo (cebada integral), pastas de arroz integral, lenticchie rosse decorticata (especie de lentejas rojas), semillas de girasol italiano, aceite de oliva extra virgen primera prensada y algas de origen japonés wakane, kombu, y kanten, entre otros productos que no han sido cultivados con el uso de fertilizantes, ni han recibido pesticidas.

En el libro de María Poumier Apuntes sobre la vida cotidiana en Cuba en 1898, muy poco tiempo después de finalizada la devastadora Guerra de Independencia, guerra comenzada en 1895, se lee esta dieta de los trabaadores agrícolas cubanos, que sería la envidia de los cubanos de la Isla.:

“ En cuanto a los alimentos proporcionados por el dueño del ingenio a sus peones, eran más o menos los que se comían en todo el campo cubano. En Guabairo, las raciones diarias se componían de: 1 libra de carne limpia o su equivalente en tasajo, bacalao;1 libra de arroz o su equivalente en frijoles, arvejas, macarrones, etc. ; 2 onzas de manteca; 1 onza de café; 2 onzas de azúcar; 6 onzas de pan, o en vez de pan, boniatos, plátanos o malanga; aceite de comer, tocino, sal y especias suficientes para sazonar el alimento. Durante los meses de invierno se les daba coles, tomates y nabos, todos los días además de las raciones.”

Manuel Moreno Fraginals en su documentada obra El Ingenio, muestra una dieta alimenticia para los esclavos en tiempo de la Colonia, que  le haría ¨la boca agua¨a la gran mayoría de nuestros compatriotas de la isla esclava.
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Tomado de http://www.diariodecuba.com/

Moringa, o la Lámpara de Aladino

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La propuesta agrícola de Castro acerca de la Moringa Oleífera es el último disparate de una serie que ha arruinado el país. Dos generaciones de cubanos apenas han visto un níspero, un caimito, una chirimoya.
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Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles

21-06-2012 

Fidel Castro escogió el Día de los Padres pasado (17 de junio) para anunciar en una de sus "mini-reflexiones", a manera de regalo a los papás cubanos, que ya no tendrán que romperse más la cabeza (y el bolsillo) para ver cómo alimentan a sus hijos.

Todos los problemas alimentarios de Cuba, explicó el comandante en el sitio web Cubadebate, quedarán resueltos si se siembra moringa desde el Cabo de San Antonio a Punta de Maisí, algo que ya había propuesto unos meses atrás, pero que ni siquiera su hermano Raúl tomó muy en serio. Y ahora insistió en su plan milagroso.

¿Qué es la moringa? Un árbol oriundo de la India que al parecer tiene altos poderes nutritivos y curativos. Fidel asegura que esas plantas  son "fuentes inagotables de carne, huevo y leche", que pueden salvar al castrismo, alimentar a la gente y evitar que se enferme, todo a la vez.

Esto da risa hoy, porque ya Castro I no es el "número uno" de la nación, su otrora poder omnímodo ha venido a menos y ya casi nadie le hace mucho caso a sus ideas "prodigiosas". Pero la siembra de este árbol hace siete u ocho años habría estremecido la vida nacional en Cuba.

Ingerir bebidas a base de moringa o comer sus hojas, semillas o vainas, puede ser magnífico, pues investigadores españoles aseguran que contienen cuatro veces más vitamina A que la zanahoria, siete veces más vitamina C que la naranja, cuatro veces más calcio que la leche, tres veces más potasio que el plátano, un 25% más de proteínas que el huevo y contiene antioxidantes, Omega 3 y aminoácidos, etc.

Pero de ahí a creer que la moringa es el genio de la maravillosa Lámpara de Aladino, que por arte de magia puede compensar la desastrosa producción agrícola castrista, va un trecho galáctico.

Cuando el experimento social diseñado por Carlos Marx fue desechado en Europa, luego de 74 años de intentos infructuosos, quedó evidenciada su incapacidad para generar riqueza. Los países que lo pusieron en práctica se quedaron a la zaga del resto del Viejo Continente. Sin embargo, los hermanos Castro siguen aferrados al cadáver sepultado en las murallas del Kremlin, al que quieren "actualizar".

Cuba ha tenido la desgracia adicional de haber sido a la vez víctima de los caprichos de un "iluminado" que gobernó basándose en ideas fijas desconectadas de la realidad. Disparates como el de la moringa y otros que el ex dictador viene diciendo ahora con mayor frecuencia  no son del todo novedosos. Si bien la senilidad agrava su capacidad para delirar y fantasear, lo cierto es que la hoja clínica del "hombre fuerte" de Cuba por más de medio siglo está repleta de caprichos funestos.

Recordemos la meta de producir 10 millones de toneladas de azúcar en 1970 sin tener ni la capacidad industrial instalada requerida, ni caña suficiente, ni la fuerza de trabajo adiestrada capaz de lograr la que según él sería la mayor producción azucarera en la historia mundial. Era tanto lo que insistía Castro y lo que machacaban los medios con aquella consigna de "Los 10 millones van", que el músico Juan Formell se lo creyó y creó la orquesta Los Van Van.

Las restantes industrias fueron casi paralizadas, se gastaron miles de millones de dólares, y miles de profesionales y empleados urbanos fueron enviados a cortar caña con machetes. Cuando el ministro de la industria azucarera, Orlando Borrego, le dijo a Castro que la meta no era viable, lo destituyó. Por si fuera poco, de haberse obtenido una gran producción se habría derrumbado el precio del azúcar, pues Moscú habría comprado solo 3.5 ó 4 millones, y el resto habría aumentado la sobreoferta mundial.

Finalmente se produjeron 8.5 millones de toneladas a un costo tan alto que el país entró en una recesión de varios años.

Deforestación fatal

En octubre de 1967 se inventó la llamada Brigada Invasora Che Guevara, en la zona de Puente Guillén, a unos 50 kilómetros de Bayamo, Oriente. Se nos dijo a los periodistas que allí estábamos que el Comandante en Jefe quería desbrozar miles de caballerías de tierra, sembrar pangola —y otros pastos— y arroz, para aumentar la producción de leche, carne y dicho cereal, cubrir el consumo nacional y exportar los excedentes. Castro anunció que sobraría el arroz y Cuba se convertiría en exportador de ese alimento.

Unos 500 bulldozers y otros equipos con bolas de demolición gigantes, operados por el Ejército, comenzaron la mayor deforestación jamás conocida en la isla. En solo dos años desaparecieron 215.000 hectáreas de frutales, cultivos, frondosos bosques y montes.  Recuerdo que las bellas palmas reales y los árboles maderables más robustos eran dinamitados por zapadores militares, y caían vencidos al grito de "!Fuego a la carga!".

El régimen no aprovechó siquiera la madera cortada. Aquello fue una de las causas de la sequía crónica que afecta hoy a las regiones orientales y de que en Guantánamo haya áreas semidesérticas. Y dos generaciones de cubanos apenas han visto en su vida un níspero, una guanábana, un caimito, una chirimoya, o un anón.

¿Y aumentó la producción de arroz? No. En 1958 Cuba fue el cuarto productor arrocero latinoamericano con 256.000 toneladas, para una población de seis millones de habitantes.  En 2010,  con 11.2 millones de habitantes, la isla produjo 247.000 toneladas y tuvo que importar 389.000 toneladas para cubrir el consumo nacional, según datos oficiales. Lejos de autoabastecerse el país tuvo que comprar en el extranjero casi dos tercios del arroz consumido, mientras que hace 54 años importaba solo un tercio.

¿Más leche y carne? Tampoco. Todo lo contrario. Al llegar Castro al poder Cuba contaba con más de seis millones de cabezas de ganado vacuno, o sea, una vaca por cada habitante, el triple del promedio mundial de 0.32 bovino per cápita. Hoy el país tiene 3.7 millones de cabezas, con el doble de habitantes, es decir, tres habitantes por vaca.

Otro disparate fue el  llamado Cordón de La Habana. Cuba tuvo fama durante unos 160 años como nación productora y exportadora de uno de los mejores cafés del mundo. Pero con el sistema comunista la producción comenzó a caer, y de 60.000 toneladas de café producidas en 1957-1958, la producción en 2011-2012 fue de sólo 7.100 toneladas.

Cuando en los años 70 ya las cosechas habían descendido a niveles ínfimos, a Castro se le ocurrió rodear la capital cubana con cafetos de la variedad caturra, un café de sol que se cultivaba en Brasil, pero sin tener en cuenta que los suelos y el clima eran diferentes, y que las plantaciones brasileñas no eran atendidas por empleados de oficinas y estudiantes "voluntarios". El fracaso fue colosal y hubo que gastar otros millones de dólares para desmontar todos aquellos cafetos improductivos.

Pero hoy los caprichos del comandante no tienen fuerza de ley, y el régimen no tiene capacidad técnica y financiera para crear nuevas "brigadas invasoras", ni siquiera para eliminar el marabú que infecta casi la mitad de las tierras cultivables de la isla. Comer moringa será ahora voluntario y no un asunto de Estado.