Revolución, contrarrevolución y “trabajo político” en Cuba
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¿Quiénes son “revolucionarios” y quiénes “contrarrevolucionarios”?
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Por Eugenio Yáñez
Miami
04/10/2012
Allá por los años ochenta, a causa de los continuos señalamientos de
que los proyectos de la Escuela en el Campo y al Campo no reportaban
ningún beneficio económico para el país, sino todo lo contrario, el
Partido ordenó una investigación para conocer el papel de tales
proyectos en la “formación de la juventud”, como contrapartida al
desastre económico que representaban.
Los resultados no fueron los
esperados: tanto los jóvenes como los padres opinaban mayoritariamente
que el envío masivo de muchachos tan jóvenes al campo contribuía a
deformar la personalidad y la disciplina de los estudiantes, creaba
innumerables problemas familiares, y generaba en muchos jóvenes
conductas totalmente reprochables, aun para los cánones de la muy dúctil
“moral socialista”.
Ante esas realidades, lo sensato hubiera sido
reconocer el fracaso de tales proyectos, y comenzar a revertirlos. ¿A
qué conclusiones arribaron los sesudos del Partido Comunista tras
conocer los resultados de la investigación? Que era evidente la
necesidad de “incrementar el trabajo político” con los estudiantes y los
padres, para que lograran “comprender” la importancia de esos proyectos
del Comandante en Jefe.
¿A qué viene hablar ahora de algo que
sucedió hace más de veinte años? No pretendo escabullirme en la historia
para evitar actualidad, sino todo lo contrario: para destacar cómo los
comunistas cubanos siguen desvinculados de las opiniones y las
necesidades de la población, y tan reaccionarios, conservadores y
cavernícolas como siempre, a pesar del proceso de “actualización” que
supuestamente viven.
Según la recientemente designada secretaria
general de la juventud comunista (UJC), Yuniasky Crespo, los jóvenes
cubanos están “en la mira de la contrarrevolución”, y eso le preocupa.
Nada sorprendente en esa declaración confrontacional si estuviera
definiendo problemas para buscar soluciones, pero en realidad es la
inversa: trae “soluciones” a problemas que no define. Y ahí se puede ver
lo contrarrevolucionario de la organización que ha comenzado a dirigir.
Se
sabe que muchos jóvenes en el país están desempleados, que no se
respetan sus derechos, que no desean cursar estudios superiores, que
tienen muy pocas opciones de recreación, que los salarios no son
suficientes, que el país se mueve con varias monedas, pero muchos
jóvenes solamente tienen acceso a la que menos vale, que la insalubridad
espanta, que cada vez es más difícil obtener una asistencia médica
decorosa o comprar medicinas en la farmacia, que las condiciones de
alimentación, vestuario y vivienda son terribles, que los jóvenes evitan
al máximo traer hijos a este mundo, que hay alarmantes niveles de
alcoholismo, que la seguridad ciudadana se resquebraja, que la
delincuencia se extiende en las calles, que las esperanzas o las
oportunidades son muy pocas —cuando las hay—, que la represión se
incrementa, y que muchos ven en la emigración la mejor posibilidad de
mejorar su destino. Esa es la obra de “la revolución” tras más de medio
siglo.
Entonces, ¿que ideas trae la graduada y profesora de
marxismo-leninismo e historia —que antes pensaba estudiar química— para
sacar a la juventud cubana de la mira de “la contrarrevolución”? Si
fuera “revolucionaria”, pensaría en ampliar las opciones de estudio,
trabajo y esparcimiento para los jóvenes, mejorar sus condiciones de
alimentación, vestuario, vivienda y salubridad, aumentar sus salarios,
eliminar la doble moneda, multiplicar las esperanzas y las
oportunidades, reducir la población penal, eliminar el alcoholismo y la
delincuencia. Pero no, de nada de eso habla. Parece que eso es lo que
quiere hacer “la contrarrevolución”.
Como no hay proyectos para
resolver los problemas, entonces hay que explicarlos: para la nueva
dirigente de la UJC “hay que seguir explicando las virtudes y bondades
que tiene nuestra Revolución, que la gente tenga la percepción de que si
no la cuidamos podemos correr el riesgo de perderlo todo por el acecho
que sufrimos todos los días”. Bueno, eso de perderlo “todo” es relativo:
ya queda muy poco que perder.
Dijo que “las nuevas tecnologías,
por ejemplo, deben ser usadas para bien, en función de nosotros, de
nuestras políticas, a favor de los jóvenes, de lo que quiere la
Revolución”. Es decir, no de lo que quieran los jóvenes, sino de lo que
quiere “la revolución”. Es decir, los dirigentes, los más retrógrados.
Aparentando
amplitud de miras y diciendo que prefiere mirar hacia delante, señaló:
“No estamos en una urna de cristal, y nos llegan todo tipo de
influencias”, por lo que “estamos expuestos a todos los elementos que
tienen que ver con la propia globalización”.
La solución
“revolucionaria” para esos retos de la modernidad y el desarrollo es muy
clara para Yuniasky Crespo: trabajo político. “El trabajo político hay
que sentirlo”, dice. “Si no le encuentras un sentido lógico a lo que
haces, si no hallas una idea coherente, una razón, un porqué, no serás
eficaz”. Es decir, reconoce que se hace trabajo político sin “una razón,
un por qué”. Es interesante que la muy revolucionaria nueva secretaria
general lo reconozca, aunque no se haya dado cuenta que lo hacía.
“Si
de alguna manera la gente percibe que el trabajo político es imposición
de tareas y misiones, no se logrará nada, porque la gente tiene que
percibir que las misiones dadas no son por gusto, sino tareas que tienen
una coherencia”. Cualquier pensaría que las “misiones” que se dan a las
personas deberían tener determinada utilidad; pero no, resulta que no,
que en Cuba lo que deben tener es “una coherencia”.
El gran final
de las declaraciones, la raíz misma de la razón de ser, la definición de
dónde están “la revolución” y “la contrarrevolución”, se resume en
pretender que la UJC “sea verdaderamente el relevo de nuestro Partido,
porque si perdemos el Partido estamos perdiendo la Revolución”.
Es
decir, revolución y partido son la misma cosa. Tal cavernícola
afirmación de la nueva secretaria general de la UJC llega un poco tarde,
porque ya ambas cosas se perdieron hace rato.
Hace mucho tiempo
que el partido comunista no es partido, y que “la revolución” dejó de
ser revolución. Aunque ella no se haya enterado.
Tal vez por eso mismo fue que la ascendieron a su nuevo cargo.
© cubaencuentro.com
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