jueves, septiembre 12, 2013

Dos de Esteban Fernández: DE SAN ISIDRO AL ESCORPIÓN. YODOTANICO, LA EMULSION DE SCOTT Y... "LA LUZ DE YARA"


 DE SAN ISIDRO AL ESCORPIÓN

 Por Esteban Fernández

Ya les hablé hace poquitos días del Yodotánico, de la Emulsión de Scott y de "La Luz de Yara" pero me vienen a la memoria otros absurdos recuerdos: Llovía a cántaros durante horas y la solución ideal para detener el aguacero era coger cenizas del fogón y hacer con ellas una cruz  en el patio. Desde luego que era muy bueno también pedirle al Patrón de los campesinos: “¡San Isidro el Labrador  quita el agua y pon el sol!”...

Un rabo de nube en el cielo y yo corría a la carnicería que estaba al lado de mi casa propiedad del señor Joaquín Quintero y le gritaba: “¡Quinito, coge el cuchillo y ven para que cortes el rabo de nube!”... Los hombres no debían usar el bidet porque eso causaba homosexualidad.

Una mosca grande revoloteando alrededor de la oreja era "de buena suerte" y anunciaba una visita, una picazón en la palma de la mano nos indicaba que íbamos a recibir dinero, que nos pasara un gato negro por delante era símbolo de mala suerte, y si alguien nos barría con la escoba cerca de los pies era síntoma seguro de que no íbamos a adivinar los números de “la bolita”...

Algo muy malo era que una mujer pusiera su cartera en el piso, pisar el suelo frío con la planta de los pies nos enfermaba, conocí a una muchacha poco agraciada que tenía un enamorado rico y bien parecido y la gente decía que era porque la abuela de la novia le había “echado algo” en el café al tipo para amarrarlo...

Poniendo un vaso de agua encima del radio y el pensamiento en “Clavelito” se lograban milagros y curaciones, vi a mucha gente que andaba con un amuleto de un patica de conejo en el bolsillo, mierda de gallina untada en la cabeza le hacía crecer el pelo a los calvos... Y "La Flor Blanca" era una especie de "gonorrea cubana" que se  contraía por levantarse descalzo después de haber tenido sexo. Sin olvidar, desde luego, los purgantes de Aceite de Palmacristi, el Agua de Carabaña y el jugo "bistí"  de hígado exprimido para fortalecernos.

Y tras las puertas de entrada de algunas casas clavaban una herradura. La “Fitina” nos aclaraba la memoria antes  de los exámenes en la  escuela, un buen susto quitaba el hipo, al levantarnos había que pisar primero con el pie derecho, y unas hojitas de albahaca en la billetera era magnífico para atraer dinero.

Hubo una época en que a un muchacho vecino de mi casa su madre le puso un ramo de ajos colgado en el pecho. Creo que era  para ahuyentar a los espíritus.  Por cierto,  no le resolvió nada pero perdio una novia por la peste a ajo. Mientras, mi buen amigo Alvin Ross me recuerda las "Pinceladas Sanativas del Dr. Pérez Fuentes" que  ¡curaban cuanta enfermedad existía!  Y muy recomendable era el vaso de leche con mermelada de guayaba que engordaba hasta una calavera.  

Y ahora la tiranía castrista, emulando a las tonterías y supersticiones del pasado, ha salido con la estafa de El ESCOZUL que  sólo se produce en Cuba y que se obtiene de un veneno de escorpión que sólo habita en la isla y acabará con el cáncer en el ámbito mundial...


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YODOTANICO, LA EMULSION DE SCOTT Y...  "LA LUZ DE YARA"

Por Esteban Fernández.


De la Cuba de antaño recuerdo hasta "los atrasos del pasado". Yo no sé usted pero en lo que a mí respecta habían muchas cosas en Cuba que ya no  encuentro en la era moderna. Algunas boberías no las creía y otras no me gustaban cuando vivía allá pero me divertían y me hacían reír...

No, no hablo de las maravillas de la Cuba de Ayer sino que a veces pienso en tonterías, equivocaciones, ignorancias, mitos, fábulas, mal agüero y leyendas del siglo 18. Sí, muchas supersticiones  han desaparecido de mi entorno. Como por ejemplo, no veo a personas saliendo del cine a las 12 de la noche con un pañuelo tapándose las bocas para evitar que “el sereno” les cause catarro,  dolor de garganta o perder la voz. De muchacho yo le tenía más miedo "al sereno" que "al coco". Y le tenía terror al paquete de que los "brujos" se llevaban a los niños los días de Santa Bárbara para sacrificarlos...

 Yo veía y escuchaba en el parque de mi pueblo a coterráneos con el cuello virado y decían invariablemente que eso era producto de que les había dado “un aire”... En el campo me decían: “De noche no pases por esa vereda porque ahí sale un fantasma”... Eso no existe actualmente a mi alrededor. Aunque algunos me aseguran que el fantasma vive muy tranquilo exiliado en Homestead, Florida ...

Aquí jamás  me he enterado de personas que hayan muerto mientras  se daban una ducha o haciendo el amor, por no haber esperado las tres horas reglamentarias después de haber comido.

Conocí a tres mujeres en mi barrio que estaban completamente jorobadas y las malas lenguas decían que era porque habían estado planchando la ropa durante largo rato y acto seguido se habían bañado. ¿ A ustedes nunca les dijeron que varios curdas habían fallecido porque ligar la cerveza  con plátano al mismo tiempo resulta ser un veneno?

Cosas que aquí no se comentan y que mucha gente a mí alrededor juraba como ciertas eran que: Montones de hombres estaban completamente impotentes producto de haber tomado muchos refrescos "Materva".  Había una casa que nadie alquilaba ni la quería comprar porque en ella aparecía “un hombre sin cabeza”... Aquí eso sólo se ve en las películas de horror. Cubanos que se morían simplemente “de algo malo”o "se murió de viejo" y "de causas naturales"... Y habían enfermedades de las cuales nos eran prohibidas hablar ni preguntar a los hombres por ser “cosas de mujeres”. Ni veo por ningún lugar la sagrada mata siguaraya. Y tal parece que los médicos en esta nación aceptaron la teoría de Álvarez Guedes de que "el Romerillo es una mierda"...
Aquí jamás me encuentro con niñitos con un “azabache” puesto con un  alfiler para evitar “el mal de ojos”... Tampoco observo a muchachos con las mismas camisas puestas por todo un año porque sus madres hicieron una promesa a la Caridad del Cobre...

Nunca veo a un grupo de americanos arrastrándose hasta llegar a una imagen de San Lázaro para que les conceda un milagro. No conozco  a una madre que le ponga cinco frazadas por encima a su hijo para bajarle la fiebre. Ni tampoco embadurnarle Mentholatum en el pecho para quitarle el “jipio”, ni darles leche condensada con Malta Hatuey para que engorden.

Ya no me encuentro con individuos que crean que ser flaco es síntoma de pobreza. Ni hombres orgullosos de tener una monumental panza. Aquí no conozco a ningún doctor americano que recete el Jarabe de Yodotanico, ni la Emulsión de Scott, ni el Vino Desgrasado Herrera, ni el Aceite de Hígado de Bacalao...

Hace como 50 años que no me entero que alguien se quedó ciego porque un sapo lo orinó en la cara, las ladillas prácticamente han desaparecido en U.S.A.,  las maestras no les parten una regla en las cabezas a los alumnos malcriados, y nadie se toma un vaso de agua con azúcar prieta para "reforzar". Aquí las ranas no crían pelos, ni las sirenas  cantan...

Desde luego, nada de lo antes expresado puede compararse con "La Luz de Yara" que me contaban los ancianos del pueblo que era una claridad que aparecía en el cielo  con regularidad en esa localidad oriental y que muchos consideraban ser una representación de la luz que brotó de la boca de Hatuey al momento de ser inmolado por los españoles. Y yo, por mucho que he mirado al cielo angelino, no acabo de ver esa luz.  ¡con las ganas que tengo de saludar al gran  cacique!